Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La bocanada que resta vida

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Se asombra. No lo puede creer. No ha pasado ni un minuto desde que esa persona publicó un post anunciando que vendía cigarros y 25 le han preguntado sobre el precio, el lugar, la marca y la cantidad. ¡Veinticinco en menos de un minuto!

«¿Sabes lo que quiere decir eso?», me pregunta. «La gente fuma más de lo que pensamos, y los que quieren ganar dinero con la venta de los cigarros saben que tienen un mercado seguro. Los anuncios continúan y ves que enloquecen con tal de comprarlos todos, y revenderlos. Lucran con el vicio de otros, y esos gastan su vida».

Coincido. Que se publique un anuncio de venta de un mueble, de un servicio de gastronomía que se ofrece, de una ropa de uso en buen estado o de un par de zapatos, y aparezcan comentarios al post inmediatamente, no es lo mismo que afloren de manera precipitada los mensajes queriendo acaparar los cigarros. Fumar daña la salud, se puede leer en las mismas cajas. ¿A nadie le importa?

Cualquier día puede ser propicio para la reflexión sobre el tema pero justo hoy, Día mundial sin tabaco, es más frecuente que suceda. He escrito en otras ocasiones sobre los gastos personales y en la sociedad que se generan, sobre las consecuencias que desde el punto de vista médico asume el fumador activo y aquel que en calidad de pasivo también fuma. He instado al cumplimiento de las legislaciones vigentes en espacios públicos donde está prohibido hacerlo y he propuesto 24 horas sin fumar, al menos, para comprender cuánta vida se gana de esa manera.

Hoy, por ejemplo, puedo tomar la ruta del análisis colectivo en función del futuro que nos espera si seguimos dañando el medio ambiente con tal de fabricar más y más cigarros. A ello convoca la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2022.

Son 600 millones los árboles talados con ese fin; a 84 millones ascienden las toneladas de dióxido de carbono liberadas a la atmósfera, que elevan la temperatura mundial, y 22 000 millones suman los litros de agua utilizados para fabricar cigarrillos. Si esas cifras que comparte la OMS son ciertas, ¿de cuál planeta dispondremos mañana?

¡Tantas veces se ha dicho que el tabaco mata a más de ocho millones de personas cada año a nivel mundial, y que tildada de droga blanda y siendo legal se convierte en una adicción, antesala de otras más que cobran la vida de jóvenes!

Como si fuera poco, vamos viendo que el daño de la industria del tabaco sobre el medio ambiente aumenta progresivamente y no son infinitos los recursos de nuestro ecosistema. Unos pocos se enriquecen y otros muchos se consumen.

¿Acaso tiene sentido invertir dinero y salud en aquello que, a la larga, mata? Más allá del olor penetrante que deja en los dedos, en la boca, en el pelo, en la ropa, en el entorno que rodea al fumador… Más allá del estrago monetario que le provoca, ¿realmente le satisface saber que uno de esos, un cigarrillo, es más fuerte que usted?

No deje de leerme, por favor. No piense que estas líneas son un sermón, uno más de los tantos que pueden haberle ofrecido en otras oportunidades. Piense diferente. Piense que le quita años a su cuerpo en cada bocanada y asuma, además, que en cada una se lleva también un pedazo del planeta que habitamos. ¿Exagerada? Dejemos que las cifras en un año le demuestren que no estoy equivocada.

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