Lima.— Al imaginarnos desde afuera cómo funciona el día a día en unos juegos múltiples, lo lógico es pensar que el deporte y la cobertura mediática son lo único que sucede durante las semanas que duran las competencias. Claro que cuando uno aterriza en semejante contexto, empieza a entender que hay muchísimo más detrás del lujoso primer plano que se ve en la televisión.
Para que sea posible desde el más mínimo detalle antes y después de un combate, un partido de voleibol o la justa de salto largo, es indispensable el trabajo de un grupo de personas que está lejos de los focos, moviendo los hilos para que el show no se detenga.
Pensemos en una colonia casi infinita de hormigas que está construyendo una pirámide. Aunque no podemos ver cómo se mueven los colosales bloques de piedra, de alguna forma estos llegan a su lugar, y el monumento sigue creciendo a ritmo constante. De alguna forma así son los voluntarios de estos Juegos Panamericanos.
A todos lados que uno mire, ve un montón de muchachos vestidos con abrigos blancos y amarillos. Sin embargo, la prenda más notable de su uniforme, y que no viene con el kit que les da el comité organizador, es una sonrisa que no se gasta en ningún momento.
Para Lima 2019, el programa de voluntarios sumó un total de 28 000 personas, entre peruanos y extranjeros, cifra que se quedó en 19 000 tras la selección de los candidatos más adecuados para desempeñarse en diferentes funciones durante el tiempo que durarían ambas versiones de las citas continentales.
El reto de convocar, entrenar y coordinar a tantas personas para servir durante un período de varios meses representó para los organizadores una responsabilidad enorme. Sin embargo, la respuesta del otro lado fue tan buena que todo terminó siendo más simple de lo esperado.
Aunque el mínimo de días que se les pidió estar presentes en las instalaciones que acogen el torneo continental fue de ocho, la mayoría terminó poniendo más capítulos de su calendario a disposición de los juegos.
Lo que tal vez algunos no sepan, es que ninguno de ellos recibe pago alguno por participar en el evento, y esa es precisamente la razón por la cual su labor resulta mucho más remarcable. El leitmotiv de lo que hacen es, exactamente como la palabra que sirve para nombrarlos, la voluntad.