¡Dale agua al dominó, Chicho, dale agua!, dices y remueves las fichas gastadas por el uso. Ahí están tus manos, y las suyas, las del barrio que se unen en la alegría del cubano jaranero. Salta el doble seis al centro de la mesa y un negro muestra sus dientes blanquísimos cuando le da el primer pase al vecino.
«Vaya, gallego, a ver si puedes conmigo», le grita ahogándose de risa, y el otro riposta con un toque que no da lugar a dudas: «No llevo». En las casas de enfrente, una joven ensaya La linda cubana y otra prende el reguetón hasta límites irresistibles.
Reclinado en su viejo taburete, el Indio, callado, medio tímido, mira a los jugadores, se fuma un tabaco y guarda el buchito de café para cuando termine. En la casa de la esquina, la China sube el volumen a Van Van y recoge la jaba con el pan que le extiende el mensajero.
«¡Maní por money! Las mujeres bonitas no pagan, pero tampoco comen», pregona el vendedor con un deje que no esconde su procedencia geográfica. Pero la China dice al niño que no, que te empachas y después hay que hacer la cola en casa de Antolín, el mejor sobador del barrio.
El muchachito pone cara de limón exprimido: «Entonces dame un pedacito de casabe con aceite». «Mira, muchacho, no molestes más que ahorita mismo están los tamales», grita la China con los ojos más chinos a causa de la furia, y el pequeño —que no es chino, sino jabao— se va sin rechistar a «embromar» con sus amigos en el cuadro de pelota.
Allá afuera, tú sigues dando agua al dominó cuando alguien aparece con unas frituras de maíz y un vasito de ron. Nadie sabe de dónde sacan el periódico y te quedas leyendo qué cuentan las noticias sobre la visita del Presidente Díaz-Canel a Camagüey, pasas la página a ver si dicen cuándo empieza la zafra en Holguín o cómo va la Serie Nacional…
Te desconectas un momento porque una periodista ha escrito sobre su tatarabuelo gallego y la abuela medio india, medio africana, y los orígenes de la cultura nacional, y el dominó y el ron y el tabaco y la música y el ballet y cómo lo cubano se encuentra, de forma sintetizada, en tu propio barrio, y…
Cuando vienes a ver, te han «pasado mota» y ahora sí que tienes tiempo para leerte el periódico completo y pensar en la riqueza del cubano y las raíces de la cultura nacional.