Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Está vigente Martí?

Autor:

Yusuam Palacios Ortega

¿En qué nos puede ayudar Martí hoy? Su obra y su pensamiento emancipatorio y actual constituyen una fortaleza para todos nosotros; Martí es el alma moral de la nación, el guía espiritual de Cuba, luz que nos hace ser militantes por la justicia social. No por azar su elección fue estar al lado de los pobres, de los desposeídos; he ahí el electivismo martiano, su condición humana al servicio de los pobres y necesitados; elemento que no quedó solo en el pensamiento de Martí; su elección hubo de practicarla, él hizo de su vida un desvelo de justicia. «Hacer es la mejor manera de decir», nos enseñó, y la fuerza de sus ideas constituye un basamento importante para la salvaguarda de la nación.

Vivimos un drama terrible, y ante la convulsa realidad, nos preguntamos: ¿está vigente Martí?. Una mirada a rasgos esenciales del pensamiento martiano nos responde que su vigencia solo estará en la medida en que su ideario sea asumido y practicado para transformar la realidad, para continuar la búsqueda constante de la idea del bien y la utilidad de la virtud.

Su profunda vocación de justicia, como sol del mundo moral; que emana de los horrores que vivió en el presidio, de la cruel esclavitud que presenció en su niñez y que juró combatir, de las enseñanzas de su maestro y principal formador Rafael María de Mendive, de sus estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza, España, cuando fue deportado por primera vez de Cuba a su salida del presidio. «Existe en el hombre la fuerza de lo justo y este es el primer estado del derecho».

Su humanismo, que lo llevó a respetar como nadie la dignidad humana, los derechos de los hombres y las mujeres, la equidad posible en una sociedad, el amor a los niños, echando su suerte con los pobres de la tierra, padeciendo por ellos, entregando su vida a una causa preñada de ese espíritu humanista que lo acompañó siempre.

La eticidad en Martí, síntesis del ideario de José de la Luz y Caballero y el presbítero Félix Varela, «… tengo fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud», le escribió a su hijo. Fue un hombre profundamente ético, mostraba al mundo sus fuerzas morales, su carácter entero, su ideal de armonía y equilibrio.

Ideario antimperialista que tiene su esencia en los años vividos en Estados Unidos, donde pudo sentir y presenciar cómo se formaba y se desarrollaba la fase superior del capitalismo. Martí escribió medulares escenas norteamericanas donde describió las características del capitalismo monopolista, la avalancha de productos invendibles, el descuido social, las huelgas constantes, los adelantos científicos, la lucha de los partidos republicano y demócrata por el acceso al poder. Construyó Martí, desde lo sensorial y lo vivencial, su más profundo sentir antimperialista al captar rápidamente la esencia de las pretensiones de Estados Unidos para América Latina: «Viví en el monstruo y le conozco las entrañas», comparaba José Martí al imperio con Goliat, «…y mi honda es la de David», él era David, quien estaba todos los días en peligro de dar su vida por su país y por su deber.

Su latinoamericanismo lo llevó a amar a las dolorosas y sufridas tierras americanas desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Su ideal del equilibrio del mundo que es uno de los pilares fundamentales de su pensamiento.

Son muchos los retos, sobre todo cuando vivimos en una época tan compleja, donde el equilibrio del mundo sigue siendo aún vacilante y dudoso, donde existe un orden económico, político y cultural verdaderamente insostenible; donde la cultura del tener, la exaltación por lo material, la banalidad y la dominación de las mentes humanas con propuestas enajenantes y colonizadoras, están muy arraigadas bajo la hegemonía del capitalismo.

Cuanto hagamos ha de tener como objetivo supremo acercar cada vez más a las generaciones jóvenes a José Martí, a su vida y obra, y no para aprender de memoria algún que otro pasaje o frase o recitar sus versos, sino para convertirlo en presencia viva. Amar a Martí es amar a Cuba, pero no se ama bien ni puede defenderse lo que no se conoce, y de eso se trata, de aprehender su visión del mundo, que ayuda a entender, crecer y vivir. Pensar y obrar martianamente significa tener una actitud consecuente ante la vida, trabajar sin descanso por Cuba, vencer cualquier obstáculo, combatir toda la injusticia y prepararnos para servir mejor e incondicionalmente a la Patria.

Retomamos estas ideas que expusimos hace ya un tiempo: la juventud cubana debe continuar siendo hermosa de pensamiento y acción, de imprimirle a sus actos la belleza de la vida, del buen gusto, del amor como energía revolucionaria; una juventud arriesgada, que haga lo que parece imposible hacer, que no tema a su pensamiento, sea cuestionadora, transforme su realidad desde el conocimiento que haya adquirido. Una juventud revolucionadora social, que muestre al mundo su espíritu alegre, lleno de vitalidad, su condición humana y ética; una juventud creadora, no anquilosada, dotada de lealtad reflexiva ante los desafíos que le impone la vida; una juventud que no se canse de buscar, de amar, de latir fuerte y ser el termómetro de la sociedad donde vive. Una juventud que ame a su Patria, con sentido del momento histórico, como las de Mella y Villena, Fidel y la generación del centenario; que defienda su identidad, que luche contra la colonización del ser humano en sus más diversas formas, que sea justa.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.