Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La arcilla Fundamental

Autor:

Laura Martínez

Reza la máxima que los jóvenes se parecen más a su tiempo que a sus padres. Nuestros padres son aquellos que con impulso aplastante construyeron, bajo la égida de los principales líderes, la sociedad más justa del mundo; pero, ¿quiénes somos los jóvenes de hoy?, y más importante aún, ¿qué papel jugamos en las nuevas condiciones en que se desarrolla el proceso de construcción del socialismo en nuestro país?

Vale la pena reflexionar sobre lo planteado, a fin de situarnos en un espacio complejo, atestado de nuevos retos y peligros determinados por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. En este sentido, remitirnos al pensamiento guevariano resulta imprescindible. Al leerlo, por vez primera para unos y con una visión más aguzada para otros, pero constantemente revelador, el Che nos remite al concepto de «hombre nuevo», creado con nuevos instrumentos y de manera simultánea a la construcción de la base material. Nuevos valores, ya presentes en la vanguardia revolucionaria (el Partido) debían ser inculcados en el individuo que, devenido masa pensadora y heredera de la bandera de la Revolución, tendría (y tiene) la responsabilidad de continuar el ideario y las conquistas legadas.

Para la construcción de este «hombre nuevo», planteaba que es fundamental que el individuo se incorpore de forma activa a la sociedad, al tiempo que resaltaba la importancia del ser social como motor impulsor de la misma. En nuestro contexto, esto nos demuestra la imposibilidad de mantenernos pasivos y desconocedores de los cambios que se producen políticamente en nuestro país y, más aún, de los peligros que entrañaría una enajenación política, objetivo principal de los círculos de poder imperialistas.

No se trata de repetir lo ya creado ni de predicar entre conversos. Los jóvenes revolucionarios de hoy tenemos la responsabilidad y el deber de conocer por qué luchamos y en qué escenarios es necesario y más útil nuestro accionar. Oportunidades hay muchas: el joven obrero que contribuye de forma consciente al proceso productivo, el artista que hace de su obra un arma de denuncia para enarbolar sus ideas revolucionarias, o el estudiante universitario que, luego de terminar su faena estudiantil, dedica sus energías a impartir clases en un centro educacional para contribuir a suplir las necesidades del país; todos ellos hacen Revolución desde su trinchera.

El Che planteaba que la juventud era esa arcilla maleable con que se puede construir al hombre nuevo. Estudiar a fondo el marxismo, comprender en esencia la dialéctica, para librarnos de las polémicas en torno a debates superfluos; es esa una de las principales metas que debemos proponernos. No seremos  revolucionarios convencidos sin habernos convertido previamente en marxistas. Es la dialéctica marxista el arma fundamental que nos permitirá reflexionar de forma objetiva y racional sobre los problemas sociales que debemos resolver.

A raíz de los sucesos del 17 de diciembre de 2014, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos dieron un paso hacia la normalización de las relaciones entre los dos países. Con ello, la potencia del norte intentaba revertir también el aislamiento que ha tenido en la región latinoamericana en los últimos años.

No podemos ver este proceso como la culminación de una larga etapa de hostilidad hacia nuestro país, sino como un cambio de táctica, para conseguir los mismos objetivos. No podemos dejarnos llevar por cantos de sirenas ni obviar nuestro papel de masa responsable de los designios de esta sociedad.

El logro de este cometido depende fundamentalmente de nuestro poder de discernimiento ante maquilladas acciones desde el Norte. Se trata de lograr una preparación político-ideológica suficiente para poder interpretar con claridad el presente, sin correr el riesgo de perder la ruta. Recordemos que « (…) la Revolución se hace a través del hombre, pero el hombre debe forjar día a día su espíritu revolucionario (…)».

El socialismo no es un camino llano y fácil: es un complejo proceso lleno de avances y retrocesos, pero posible y más realizable en la medida en que estemos mejor preparados y dispuestos a cumplir cada cual nuestro cometido en la esfera en que nos desarrollemos.

No se equivocó el gigante de América al otorgarle importancia fundamental a las nuevas generaciones en la construcción de la nueva sociedad. Responder a su confianza se convierte cada vez más con mayor fuerza y necesidad en nuestra principal labor.

*Estudiante de Relaciones Internacionales

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