CARACAS, Venezuela.— Los episodios vinculados al apagón del último martes continúan probando que casi todos los asuntos de Venezuela terminan —o mejor dicho, comienzan— con el tema político.
En este momento, cuando aún no ha concluido la investigación sobre las causas de la falla que dejó temporalmente sin fluido eléctrico a casi el 70 por ciento del país, es fácil apreciar la tendencia de políticos y medios opositores a intentar colocar en la atmósfera la vieja teoría de «la grave ineficiencia del Gobierno».
El martes por la tarde, unas horas después de la interrupción de la electricidad en 12 estados de la nación, el diario El Universal en vez de publicar en su portada digital la situación real del servicio y los ingentes esfuerzos para restaurarlo, exhortaba a los ciudadanos a relatar cómo vivieron el apagón. Algunos lectores, en lugar de hacer eso, profirieron insultos al Gobierno o al ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica, Jesse Chacón. Y lo peor fue que el órgano de prensa —que en teoría buscaba lo anecdótico con la invitación— publicó esos agravios parcializados y politizados al extremo.
En otros medios pulularon declaraciones casi idénticas de personeros de la oposición, quienes señalaron que «estamos a oscuras, pero tenemos patria», un grosero intento de burla a las palabras de Hugo Chávez el 8 de diciembre de 2012, cuando en su última proclama alertó sobre las amenazas y conspiraciones que acechan a la Venezuela revolucionaria.
El periódico reaccionario Tal Cual, por ejemplo, en uno de sus editoriales le recetó a Chacón: «Investigue, ministro, pero hágalo para que conozca cómo viven los venezolanos a oscuras, porque la Patria, sin luz, no dura». Cualquiera que lea esas líneas creería que Venezuela, que tiene la «monstruosa» capacidad de generación de 20 000 megavatios, apenas se alumbra.
Por cierto, en el instante del corte, alrededor de la 13:00 horas, la demanda se situaba en 16 500 megavatios, según comentó posteriormente el Ministro. De paso, apuntó que la irregularidad se produjo en la línea 765, que contribuye a alimentar el centro-occidente, cuando a esta se le desprendió una malla; de manera paralela, en una subestación importante el mecanismo de protección se disparó.
Y dijo que, mientras las investigaciones caminan, «tenemos serios indicios de pensar que hubo una actividad dirigida al retiro de los sujetadores de la línea, que trae como consecuencia la falla».
Por eso acaso no fue, como señalan algunos, precipitada la reacción del presidente Nicolás Maduro, quien apuntó a la tesis del sabotaje.
Lo cierto es que ha hecho bien en crear la Unidad de Seguridad e Inteligencia del Sistema Eléctrico, un órgano de fuerzas especiales que debe garantizar la defensa de este estratégico sector.
El mandatario también anunció la formación de la Secretaría Ejecutiva del Estado Mayor Eléctrico. «Designé al frente de ambos organismos al mayor general Gustavo González López, patriota y estudioso de la seguridad», escribió en la red social Twitter. González fue durante un tiempo el jefe de las Milicias Bolivarianas.
Ahora, en este contexto, resultaría imperdonable olvidar que en el pasado reciente o lejano, el atentado eléctrico ha figurado como táctica en la estrategia desestabilizadora de la derecha que intenta cercenar el proceso bolivariano.
En abril de este año, en plena campaña electoral presidencial, 17 personas fueron detenidas por estar vinculadas a actos de perjuicio de instalaciones de Corpoelec (Corporación Eléctrica Nacional).
Antes, en junio de 2012, el rotativo el Sol de Margarita informó que el entonces ministro de Energía Eléctrica, Héctor Navarro, enseñó fotografías que mostraban «turbinas, transformadores y otras máquinas incendiándose por el uso de fósforos; cables de alta tensión cortados y también torres derrumbadas tras sufrir el retiro premeditado de tornillos y tuercas, y otros actos vandálicos, entre ellos millonarios hurtos de materiales».
De modo que cualquier medida que se tome para blindar el sistema eléctrico será poca. Pero no solo basta con fuerzas especiales, con mantenimientos y aumento de la capacidad generadora, algo que ha reconocido el propio Maduro. El ahorro es una tarea pendiente en Venezuela y la derecha —cuando le asoman el asunto— suele satanizarlo. He ahí que se requiera entonces generar, por distintas vías —manipulaciones opositoras aparte— más luz en el pensamiento nacional.