El incorrecto empleo de la guía metodológica para la Comprobación Nacional al Control Interno reveló nítidamente la levedad con que todavía se asume el cuidado de los recursos estatales en muchos lugares.
De que en ese vital parámetro estamos mal lo confirma el hecho de que más del 41 por ciento de las entidades controladas en el país recibieron la calificación de deficiente o mal.
Si esta realidad resulta de por sí impresionante, más lo es todavía el irrespeto con que trataron el documento referido enviado en octubre, y que en muchos lugares lo empezaron a implementar en noviembre o diciembre, con paso de tortuga, desconociendo la urgencia que hay de revertir la ineficiencia en amplios sectores de la economía.
Esa situación se ampara en la desorganización, la indisciplina y la indolencia, porque la estructura de exigencia deja demasiadas grietas, tampoco da seguimiento a los problemas a pesar de que todo está reglamentado en los papeles.
En la incorrecta utilización de la guía metodológica, elaborada por la Contraloría Nacional, un instrumento valioso en el empeño de detectar, acabar, enseñar e, incluso, prevenir las fallas, profundizó la asamblea de análisis de los resultados de la comprobación realizada en Villa Clara. Por cierto, esta provincia está entre las más competentes a nivel nacional: de 42 entidades controladas 13 recibieron la calificación de deficientes o malas y 29 de aceptables.
Entonces se entiende por qué Gladis Bejerano Portela, Contralora General de la República y vicepresidenta del Consejo de Estado, recabó de los asistentes al análisis más que definir los problemas, explicar cómo actúan para cortar de raíz el mal.
Cuando inquirió sobre por qué en determinados lugares no habían estudiado y aplicado la guía, del auditorio hubo voces que reconocieron honestamente el desliz que se cobija, indudablemente, en el persistente descontrol administrativo, a tal extremo que hay hasta quienes desconocen las insuficiencias que tienen en sus entidades.
Bejerano Portela recordó, enfáticamente, que resulta una responsabilidad de las direcciones velar por la aplicación de las disposiciones, pues lo que se orienta y no se controla tiene grandes posibilidades de que tampoco se cumpla.
En ese sentido Alexander Rodríguez, presidente del Poder Popular en la provincia, añadió que el control debe convertirse en una obsesión de los cuadros, mientras que Miguel Pérez Cuevas, miembro del Buró del Partido en Villa Clara, subrayó que en la no aplicación de la guía hubo, por parte de los jefes de entidades, falta de responsabilidad y ocupación.
Bueno el análisis, aunque está por ver todavía que la reunión no pase a la historia como una más y dentro de un tiempo se vuelva a hablar de lo mismo, como alertó la Contralora General de la República.
Esperemos, para bien de la economía, que no ocurra.