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¿Soga al cuello?

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Juventud Rebelde

Trabajadores de la compañia East Japan Railway demandan aumento salarial. Foto: AP Los datos de la contracción de la segunda economía mundial prueban que la crisis económica global tiene en apuros serios a los más grandes, a los intocables. Japón, como todo el planeta, sufre los sacudimientos de su emporio económico e intenta frenar la peor caída desde 1955.

Los japoneses llevan varios meses asistiendo al descalabro de las exportaciones, de la producción y de la demanda interna. El «imperio del sol» también está en aprietos.

Ahora ejecutan planes anticrisis, pero estos, cuando comienzan a dar beneficio, primero tocan a las grandes empresas. Los recortes están a la orden del día, por lo que no pocos japoneses han perdido su empleo en estos tiempos. Dos de los máximos exponentes de la automovilística y la electrónica mundial, Toyota y Sony, la cara del desarrollado archipiélago asiático para quienes lo conocen por estos productos, han reducido turnos, suprimido líneas de producción y disminuido sus plantillas en miles de trabajadores. Como resultado del conjunto de reajustes de estos sectores —acusados por el Producto Interno Bruto (PIB) nipón de ser los causantes de los números rojos, por la dependencia económica de la exportación de sus productos— el desempleo ha aumentado hasta el 4,8 por ciento en marzo, el más alto en cuatro años, según recoge el portal Asiared.

Tanto para el corredor de bolsas de la cosmopolita Tokio, como para el pescador de algún pequeñísimo poblado, la desconfianza comienza a instalarse en lo cotidiano. El descenso del consumo privado es otro de los indicadores de la percepción de los acontecimientos y, según algunos expertos, el aumento del ahorro, que no se había dado en anteriores momentos de crisis, ha contribuido a agravar la situación económica japonesa.

Aunque el gobierno mejoró en la última quincena de mayo sus previsiones, la recuperación no llegará a corto plazo. La nota mensual que da a conocer el Ejecutivo sobre la actual coyuntura asegura que se está en proceso de detener el descenso de las exportaciones, cuyas caídas alcanzaron un 26 por ciento de enero a marzo, pero aún los ingresos empresariales siguen siendo ínfimos.

«La situación económica es difícil, pero el ritmo de deterioro se ha desacelerado», apunta el informe gubernamental citado por AFP.

El archipiélago nipón, que debe buena parte de su espectacular desarrollo a más de cinco décadas de aplicación de los preceptos de su Constitución pacifista, apuesta ahora por la inversión pública, la reducción de inventarios y la estabilización de las exportaciones. Además, el gobierno ha inyectado 1 565 millones de dólares en un nuevo plan de estímulo que incluye, entre otras medidas, incentivos para la compra de automóviles y electrodomésticos energéticamente eficientes y respetuosos con el medio ambiente. No quedó claro con qué comprarían los desempleados y, en última instancia, seguro tendrían otras prioridades antes de llegar a optar por alguna de las superofertas.

Sin embargo, los analistas apuntan a que realmente mejorarán las cosas para Japón cuando EE.UU., principal receptor de sus exportaciones, esté listo para comprarle de nuevo. Dicen que tomará algún tiempo.

Pero si los grandes y ricos sienten que la soga se les tensa peligrosamente al cuello, ¿qué quedará entonces para los pequeños y pobres?

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