La niña colombiana Omayra Sánchez, de apenas 13 años de edad, permaneció durante 60 horas atrapada de la cintura para abajo entre el fango, los escombros, los cadáveres de algunos de sus familiares y enfocada impúdicamente por las insensibles cámaras de televisión. Autor: Frank Fournier Publicado: 21/09/2017 | 05:41 pm
La historia de esta imagen de prensa es desgarradora. La tomó el fotógrafo francés Frank Fournier el 15 de noviembre de 1985, dos días después de que el volcán colombiano Nevado del Ruiz sepultara bajo sus cenizas al poblado de Armero y a 25 000 de sus 40 000 habitantes.
En la instantánea aparece la niña Omayra Sánchez, de apenas 13 años de edad, quien permaneció durante 60 horas atrapada de la cintura para abajo entre el fango, los escombros, los cadáveres de algunos de sus familiares y enfocada impúdicamente por las insensibles cámaras de televisión.
Según los socorristas de entonces, la única posibilidad de salvarla era conseguir una motobomba que succionara el fango en torno suyo. Pero, en medio de aquel caos de muerte, el equipo nunca apareció. Había otra opción, aunque extrema: amputarle las piernas. Fue descartada por los paramédicos por carecer de instrumental. Los miembros de los equipos de rescate se limitaron a rezar junto a la niña y a tratar de aliviarle la penuria.
Frank Fournier declararía luego en una entrevista: «Al tomar su fotografía me sentí totalmente impotente, sin poder alguno de ayudarla. Ella se enfrentaba a la muerte con coraje y dignidad, sentía que su vida se le iba». En efecto, Omayra se mostró fuerte hasta el último momento. Durante el tiempo que duró su tragedia no hizo otra cosa que pensar en la escuela. «Voy a perder el año, porque van dos días que falto al aula. ¡Ay caramba, hoy era el examen de matemáticas!», dijo en medio de su agonía.
El fotógrafo francés fue duramente increpado por la opinión pública mundial luego de que la revista gala Paris Match publicara la imagen. «¿Por qué no la ayudaste?», «¿Por qué no la sacaron?», le preguntaban por todas partes. Fournier capeó el temporal con justificaciones y evasivas. Ese propio año 1985 recibió el reconocido premio World Press Photo. ¿Lo merecía?