Niños venezolanos. Autor: Yaimí Ravelo Publicado: 21/09/2017 | 05:38 pm
CARACAS, Venezuela.— Los abuelos ejercitaron el alma en el centro de la plaza; los pacientes recibieron gratuitamente —en «consultorios móviles» ubicados bajo carpas protectoras del sol— toneladas de salud que no se pueden pesar; los niños se montaron en un tren copado de notas de guitarra, gritos emergidos de las competencias y jaques más allá de tableros.
Los lectores se zambulleron en los Cuentos del Arañero o en unos Oros Viejos recién sacados de las cajas; los jóvenes se volcaron a la terapia musical bailando hasta que los pies se encendieron; los necesitados del lente para ensartar el hilo en la aguja tuvieron —también gratis— sus vidrios mágicos.
Así ocurrió uno de estos sábados en la parroquia caraqueña de San Juan, cuando más de 90 colaboradores cubanos de distintas misiones se fueron al barrio a brindar sus latidos. Pero esas mismas imágenes —u otras más lindas— podían haber sido captadas en Apure, Sucre, Delta Amacuro o cualquier otro estado de la nación.
No es una nueva modalidad que se impone en la República Bolivariana de Venezuela. Es el llamado trabajo comunitario integrado, que resurge en este país de la mano de nacionales y cubanos para que uno de los dos días del fin de semana se convierta en tiempo ganado, en exploración de lugares recónditos, en un grano para contribuir a la felicidad popular.