Kathleen Cardone, jueza del caso de Posada Carriles. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
El Buró Federal de Investigaciones (FBI), por sus siglas en inglés, se movilizó esta tarde para investigar el alegato de Gilberto Abascal, quien aseguró que el abogado de Luis Posada Carriles está hostigando a su familia, a sus amigos y a él.
Abascal es uno de los testigos principales en el caso. Testificó que Posada Carriles le mintió al Departamento de Justicia y al Departamento de Seguridad en el 2005 y 2006, al decir que había ingresado a los Estados Unidos por la frontera con México, cerca de la ciudad de Matamoros, en una camioneta con la ayuda de un coyote. Abascal sostiene que Posada Carriles desembarcó en Miami después de una travesía en un barco llamado el Santrina.
El drama
El drama de esta tarde se veía venir. La sala del tribunal está ubicada al final de un largo y ancho pasillo que comienza en la salida de los ascensores. Caminando por ese pasillo podía ver a Abascal, con su traje gris abotonado y apretado, que esperaba en una solitaria silla de madera. Nadie estaba a su alrededor. Lo noté muy perturbado. Para entrar en la sala, tuve que pasar cerquita de él. Me miró y le vi los ojos. Era evidente que había estado llorando. Está prohibido conversar con los testigos y no me detuve. Abrí la puerta y entré en la sala judicial.
El secretario del tribunal tocó el mazo tres veces para anunciar la entrada de la Jueza Kathleen Cardone. Ella preguntó si los abogados tenían algún asunto preliminar antes de avisarle a los integrantes del jurado que pasen y se sienten. En eso, se paró el fiscal principal del caso, Timothy J. Reardon, y lentamente se le acercó al podio. Reardon padece de una cojera al caminar y usa un bastón de madera. Había sido jugador de fútbol en la universidad de Carolina del Norte y se lesionó hace décadas.
«Su Señoría, el testigo está llorando», le dijo Reardon a la jueza, «y le pido a la Corte que le instruya como comportarse ante el tribunal». A Reardon le preocupa que Abascal no pueda continuar, porque su testimonio es clave para algunos de los cargos de perjurio contra Posada Carriles. Inmediatamente, la Jueza Cardone pidió que trajeran a Gilberto Abascal. El entró con los ojos muy rojos, la cabeza baja y los hombros caídos. Se sentó en el banco de los testigos y la jueza le dijo: «Sr. Abascal, me parece que usted está perturbado. ¿Me quiere explicar qué le pasa?» «Arturo Hernández se está metiendo con mi ex mujer y ella me llamó para decirme que debido al hostigamiento, no quiere tener nada que ver conmigo», le dijo Abascal a la Jueza Kathleen Cardone antes de que convocaran al jurado.
«Se ha metido con mi familia. El Señor Hernández envió un investigador a mi casa para robarse unas fotos de mi ex esposa. Yo no he acosado a su familia, pero él ha acosado a la mía», explicó el testigo. La preocupación de la jueza en ese momento también era que Abascal no pudiera seguir testificando, porque eso pondrían en jaque la viabilidad del juicio contra Posada Carriles. Le explicó a Abascal que el abogado de Posada Carriles tiene el derecho de hacer todo lo que pueda para defender a su cliente.
Con la voz entrecortada de la emoción, Abascal respondió: «Me voy a defender. Ellos están tratando de intimidar a la gente. Se disfrazan de agentes federales para intimidar a mi esposa y a mis amigos». Hernández pidió responder a las acusaciones de Abascal, pero explicó que prefería hacerlo en privado. No quería que Abascal escuchara su respuesta. La jueza pidió que se acercara al banco judicial para susurrar su respuesta. También se le acercaron dos de los fiscales: Timothy J. Reardon y Jerome Teresinski.
Sidebars
Una escena surrealista. La jueza inclinada desde la cintura, escuchando a un agitado Hernández suplicar inocencia. Para que los testigos y los observadores no puedan escuchar esas conversaciones privadas (llamadas en inglés, sidebars) entre un juez y los abogados, los tribunales utilizan un silenciador.
Usualmente el traqueteo del silenciador es suficiente para amortiguar el sonido de las voces, pero esta vez escuchamos la agitado voz de Arturo Hernández exclamar estridentemente: «Soy un abogado. No tengo nada que ver con ese tipo. No he hecho nada, salvo enviar citaciones judiciales». El resto de la convulsiva réplica se extravió con el ruido del aparato.
Concluido el sidebar, la jueza apagó el silenciador y le dijo a Abascal que le estaba instruyendo al FBI que se comunicara con él y con su familia para iniciar una investigación, pero que no podía mezclar ese asunto con el caso pendiente en el cual está testificando. Abascal no estaba satisfecho con eso. «Quiero que usted logre que Arturo Hernández me devuelva las fotos que me ha robado de la casa», exclamó. Para que se calmaran los ánimos, la jueza anunció un receso de diez minutos y el fiscal Teresinski salió con Abascal para tratar de tranquilizarlo antes de que resumiera el contra-interrogatorio de Arturo Hernández.
Quizás porque no entendió lo que estaba sucediendo, Posada se levantó de su asiento para hacerle preguntas a su abogado. No se podía escuchar el intercambio, porque ambos conversaban casi en susurros. Hernández le habló algo al oído a su cliente. Posada reaccionó con estridencia: «¡Quién pudiera creer que Arturo Hernández es capaz de estas cosas! Tú eres un abogado de prestigio. Imagínate, unas fotos… ja ja ja». Su voz se escuchó en claro español desde la primera fila donde estaba yo sentado.
Se reinicia la sesión
Diez minutos después del receso, volvimos a escuchar los tres toques del mazo que anunciaban la entrada de la Jueza Cardone al Tribunal. Abascal regresó, pero no sabíamos en qué condiciones. Teresinski detrás de él. Antes de sentarse, el fiscal echó una boconada de aire que le salió del alma. La tensión en la corte estaba a flor de piel.
Convocado el jurado a la sala, Hernández inició nuevamente su contra-interrogatorio sobre los expedientes médicos de Abascal. Lo interrogó sobre sus supuestas alucinaciones comando. Estas alucinaciones se caracterizan porque la persona oye voces o sonidos que no existen. A veces obligan a una persona a hacer algo que normalmente no haría. «¿Usted sufre de alucinaciones comando?», le preguntó Hernández al aún agitado testigo. «No», respondió Abascal. «¿Usted se siente perseguido?». «Sí», le respondió Abascal, «por usted».
Igual que había hecho ayer por la tarde, poco antes de la conclusión de la audiencia, Hernández le pidió a la jueza que anulara el proceso contra Luis Posada Carriles. Es la tercera vez que el abogado defensor hace esta petición. La jueza despidió otra vez al jurado y al testigo para poder escuchar libremente la petición del abogado Hernández. «No he hecho nada malo», dijo el abogado. «He investigado este caso y he empleado a investigadores para hacerlo. Le he presentado citatorios a ciertas personas para que vengan a testificar en corte». Hernández trató de establecer claramente su inocencia. Es un delito federal, una felonía, manipular a un testigo. Las sanciones son severas e incluye hasta 20 años de prisión.
«Es palpablemente falso que yo violé la ley o que yo haya entrado furtivamente en su casa para robarme 33 fotos», dijo. «Mis investigadores le tomaron fotos y obtuvieron declaraciones de su ex esposa», enfatizó, «y desde el 2006 nadie relacionado con mi oficina lo ha vigilado». «Abascal dijo ante el jurado que yo lo estaba persiguiendo», se quejó Hernández, «y ellos pueden pensar que es algo que yo haya hecho, pero la idea esa de Abascal se derriba con su propia inestabilidad mental».
El abogado de Posada Carriles le dijo a la jueza que no está feliz con lo que ha escuchado el jurado y que los fiscales no pueden controlar a su propio testigo. La jueza pacientemente escuchó los argumentos de Arturo Hernández a favor de una posible nulificación del proceso contra Posada Carriles, algo que si lo concediera el tribunal significaría que la fiscalía tendría que comenzar un nuevo caso y todo lo que eso representa en términos de tiempo, abogados, investigadores y dinero, si quieren condenar a Posada.
La jueza rechazó la petición de Hernández, por ahora. Explicó que no existen suficientes razones para pensar que este jurado está parcializado contra Arturo Hernández o Luis Posada Carriles, pese a las acusaciones de Gilberto Abascal. Le recordó a Hernández que la mayoría de las declaraciones de Abascal contra él las dijo sin la presencia del jurado.
Usted sabe que es verdad
Abascal ha estado testificando por cuatro día consecutivos. Más tiempo que se tardó el Santrina en llegar a Miami desde Isla Mujeres, con Posada Carriles a bordo. Si alguien le preguntara a Abascal, estoy seguro que diría que estos cuatro días le han parecido cuarenta.
Mañana continúa el caso, pero Arturo Hernández concluyó su contra-interrogatorio esta tarde. Machacó sobre el hecho de que Abascal le mintió anteriormente al FBI, a la contraloría y al Departamento de Seguro Social. Abascal asumió responsabilidad por eso y dijo que si tiene que enfrentar un proceso penal lo haría, pero está diciendo la verdad al declarar que el Santrina recogió a Posada Carriles en Isla Mujeres y lo llevó hasta Miami, con Santiago Alvarez, Osvaldo Mitat, Rubén López Castro y Pepín Pujol. «Usted sabe que es verdad», le volvió a repetir al abogado Hernández. Finalmente, Abascal contó que le había dicho a Santiago Alvarez que tenía mucho miedo. «Él me dio una tarjeta y me dijo que si tengo algúnproblema legal puedo llamar a Koffi Anan.» Creo que quería decir Kendall Coffey, un conocido abogado penalista de Miami, quien anteriormente representó a la parentela lejana del niño Elián González en Miami.
La audiencia concluyó con la noticia de que durante el curso del testimonio de Gilberto Abascal en El Paso, el FBI se había comunicado con su ex esposa en Miami y que la oficina local del FBI en la ciudad floridana estaría dispuesta a conversar con él e investigar el posible acoso que ha sufrido.
TOMADO DE CUBADEBATE