Las muchachas del plantel nacional se preparan para enfrentar el campeonato cubano en marzo próximo Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 08/02/2020 | 07:05 pm
Un hombre sabio, de esos cuya blanca cabellera denotan tanta experiencia como longevidad, nos regaló un criterio que invita a la reflexión; según él, el cubano es un individuo que aun viviendo en una Isla rodeada por el mar, vive de espaldas a él.
Por supuesto, su razonamiento tiene un fundamento basado en una profesión que ejerció por años: la de entrenador del equipo nacional de vela, una labor en la que fue testigo de los avatares que sufre la disciplina a la hora de «conquistar» atletas o motivarlos a permanecer en ella.
Carlos Ermidas desde el pasado enero ya no forma parte, al menos de manera activa, de la familia de los veleros cubanos, pues decidió acogerse al retiro; sin embargo, le siguen doliendo problemáticas que van desde los costosos equipos necesarios para mantener a flote el deporte hasta lo poco agraciada que es esta especialidad náutica.
Una escuela, un hogar
El centro nacional de vela Andrés González Lines, ubicado en Jaimanitas, municipio habanero de Santa Fe, hace tres años fue reinaugurado, y aunque la construcción ha perdido brillo, en la actualidad sigue contando con las condiciones propicias para albergar a sus 22 alumnos.
No obstante, para Darién Martínez Pimentel, entrenador de la clase snipe mixto y el láser radial femenino y jefe de los entrenadores en funciones, luego del descenso que sufrió el deporte a inicios del siglo producto de la escasez de eventos internacionales y las limitaciones de los recursos, ha sido la reparación de la escuela la principal causa del resurgir de la vela cubana.
«La escuela es nuestra mayor fortaleza. El hecho de tener alojamiento, entrenamiento y alimentación en un mismo sitio es lo ideal. Para que se tenga una idea, en este ciclo olímpico logramos participar en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla con equipo completo, algo que no se logró en el cuatrienio anterior.
«También nos propusimos dos medallas en ese torneo y lo logramos, plata y bronce, la presea plateada fue en el Sunfish que anteriormente fue cuarto y la bronceada llegó con el Snipe, o sea, que en comparación son notables los avances, y todo ello se hizo posible usando los mismos recursos materiales del ciclo anterior, lo único que se arregló el centro», declaró a JR Martínez Pimentel.
El centro, más que un lugar de entrenamiento, es un hogar para los atletas que lo habitan. Neyaris Ávila ha recibido su cumpleaños 22 en el seno de esta pequeña gran familia, pues la distancia que la separa de su natal Santiago de Cuba le impide estar en casa cada 30 de enero.
«Tanto Claudia Prieto, que es de Holguín, como yo, somos las que más lejos estamos, por eso vamos poco a nuestras provincias, quizá dos o tres veces en el año, pero ya nos hemos acostumbrado, cuando llegamos a la casa extrañamos esto aquí», confesaba la muchacha.
Color rosa que se opaca
A la hora de hablar de problemáticas deja de ser color rosa todo lo que rodea al deporte de las velas en Cuba.
«Que existan academias favorecería mucho al deporte, pero no las hay, aun cuando llevamos muchos años luchando porque se apruebe la matrícula, porque una vez que el atleta pasa su etapa de estudiante en la EIDE se pierde, y es una lástima, porque este es un deporte longevo, uno donde a los 40 o 45 años todavía estás en plenitud, de hecho el promedio de los medallistas olímpicos está por encima de los 38 años, y nosotros hemos perdido atletas con 17», comentó el jefe de los entrenadores cubanos.
«Otro tema complicado es el de las embarcaciones, la suerte es que en Cuba llevamos muchos años sorteando estos obstáculos y prácticamente somos especialistas en lo que es el tema de reparación, mantenimiento, yo mismo he visto mástiles de bambú y velas de saco para hacer la preparación en los inicios, y estas son iniciativas propias de los entrenadores del país», prosiguió el directivo.
Nos comentaba Darién que la vela pudiera verse como un deporte caro porque el costo de las embarcaciones supera los diez mil y hasta los 18 000 dólares. Así todo, en Cuba se ha logrado rebajar los gastos de disímiles maneras: por ejemplo, para practicar no necesitan gastar en iluminación ni mantenimiento de la pista de entrenamiento, pues eso lo facilita la naturaleza, además de que cada bote puede durar 12 años.
«Lo otro que debemos aprovechar es la envidiable posición geográfica de la Isla para este deporte, al punto de que veleros de otros países quieren venir al Caribe a entrenar porque las condiciones son ideales durante todo el año», aclaró.
Al tema económico se le suma el factor humano. En la actualidad las velas se mantienen por el arduo esfuerzo de los entrenadores de provincia, por ello preocupa la tendencia de que atletas que se retiran o son graduados de Cultura Física se inclinen hacia otros sectores de la economía más remunerados y no se garantice el relevo de esos profesores.
«Hoy en día el atleta que se retira del deporte activo no se siente motivado a seguir luego como entrenador, porque hay muchas y mejores ofertas como, por ejemplo el sector turístico o el cuentapropista, por eso digo que las velas cubanas dependen del amor y el sentir que les profesamos», alegó Martínez Pimentel.
Con Claudia Prieto, una de nuestras campeonas nacionales en la clase snipe femenino, ese relevo pudiera estar en parte garantizado. «A mí en lo particular sí me gustaría ser entrenadora, creo que mi carácter me lo permite y además siento la vocación para ello», aseguró la holguinera de 21 años.
Con Tokio a lo lejos
La vela es fundadora del olimpismo y reúne en el mundo a más de 200 clases. En Cuba se trata de fortalecer las clases que se practican a niveles regionales, sin descartar las que nos pueden llevar a olimpiadas o torneos mundiales, algo que no es fácil y que, por supuesto, no se logra como lo hacen países del primer mundo, los que compiten constantemente a los más altos niveles, pero se intenta, al menos, participar en dos justas al año.
En los últimos Juegos Panamericanos la Isla fue el país de mayor representación del área centroamericana por encima de potencias como Puerto Rico, Colombia y Guatemala, con seis botes nuestros en el agua.
«El resultado en esa justa fue bueno porque el propósito era quedar entre los primeros cinco y terminamos cuartos en el snipe, a punto de obtener una medalla, no fue así con el resto de las clases a pesar de que los atletas hicieron regatas muy buenas, pero en nuestra área el nivel es muy alto, con los botes norteamericanos y brasileños como principales potencias», aclaró Darién Martínez.
Pero lo mejor del año 2019 fue la medalla de plata juvenil que se obtuvo en el mundial de Estados Unidos en la modalidad Hobbie Cat 16. Esa presea fue un premio al sacrificio de todos.
Sin embargo, aclara el entrenador, Cuba perdió la posibilidad de llegar a Tokio. «Nos planificamos competir en el clasificatorio olímpico que terminó el pasado 29 de enero en Miami, Estados Unidos, pero por el tema de las visas se nos hizo difícil participar a pesar de que hasta último momento se intentó. De haber asistido quizá hoy tuviésemos dos botes clasificados en el caso de la clase Fin y el 470 masculino.
«En estos momentos estamos optando por un cupo mundial que ni siquiera está puesto en disputa por la federación, no sabemos si lo entregará en un evento o si lo dará por el sistema de cartas blancas, o sea, hay opciones, pero ya es a nivel mundial, que es más complejo aún», señaló Darién.
La vela en la Mayor de las Antillas tiene motivos para sentirse orgullosa de lo que han realizado hasta ahora. No obstante, se hace necesario entender y promocionar más esta disciplina para que jóvenes como la matancera Lorena Fundora, navegante de la clase snipe y miembro del equipo femenino cubano, no pierda los estribos cuando por desconocimiento, alguien confunda su amado deporte con el remo o el kayak.
Darién Martínez alabó los resultados obtenidos el pasado año en los eventos foráneos. Foto: Maykel Espinosa