Eglys de la Cruz sumó en Lima su cuarto podio panamericano. Autor: Mónica RF Publicado: 03/08/2019 | 09:16 pm
Lima.— Si la prensa deportiva cubana tuviera que reprocharse algo en lo que va de Juegos Panamericanos, habría que empezar por el tiro. Aún sin subestimar en ningún momento a los certeros atletas de la selección nacional, muy pocos de nosotros imaginamos que a estas alturas ese deporte ya hubiera superado su actuación de hace cuatro años, gracias al excepcional desempeño de pistoleros y rifleros.
La feliz ruptura de los pronósticos nos tomó por sorpresa a casi todos, el día después de la inauguración, cuando muchos decidieron viajar hasta la lejana Albufera Medio Mundo, confiados en que los canoístas Fernando Dayán Jorge y Serguei Torres abrirían el medallero dorado (y general) para la Mayor de las Antillas.
Pero el destino quiso que en esa misma fecha una mujer de nervios increíbles nos hiciera quedar mal, para nuestra entera satisfacción. A más de 200 kilómetros de donde todos pensaban que estaría el primer triunfo, Laina Pérez disparaba directo a la gloria, para convertirse en campeona continental de la pistola de aire a diez metros y hacer sonar el Himno de Bayamo en los terrenos de la base aérea Las Palmas.
Veinticuatro horas más tarde, alertados por lo que habían hecho Laina y Sheyla González —cuyo bronce también fue una excelente noticia—, asistimos con orgullo a la coronación de Jorge Grau, quien se impuso en la rama masculina de la prueba que su compañera había dominado previamente.
En esa misma jornada, Eglys de la Cruz alcanzó su cuarto podio panamericano (había sido oro en 2003 y 2007, y plata en 2011), tras lograr un valioso segundo puesto en la difícil competencia de carabina de tres posiciones a 50 metros. Ahí su colega Dianelys Pérez, monarca en Guadalajara, estuvo cerca de una presea, al finalizar cuarta.
Luego Grau y Laina repitieron coronas en el mixto de pistola de aire a diez metros, y un par de días más tarde, Jorge Félix Álvarez se impuso en la modalidad rápida a 25 metros, secundado por su compañero, el monarca olímpico de 2012, Leuris Pupo.
Todo lo anterior no hace más que confirmar que el tiro cubano es un deporte exitoso. Pero, alegría aparte, intentemos entender un poco todo este éxito. Para ello imaginaremos a un futbolista que entrena sin balón o a un basquetbolista que lo hace sin un aro en donde probar su puntería. Suena raro, ¿verdad? Luego aprovecho para recordarles que nuestros representantes del tiro no tienen balas para las prácticas. Y ahí lo dejo.
Y entonces nos preguntamos: ¿de qué mina sacan tanto oro los representantes de ese deporte? Pues de la paciencia, la voluntad, el amor propio y el compromiso con un trabajo marcado por las horas de silencio, músculos tensos y gatillazos al aire.
Por eso, y por algunas cosas más, es que ganar cuatro títulos panamericanos resulta una victoria mil veces más sabrosa que cualquier otra. Cuando los disparos de tu gente atraviesan todas las dificultades e impactan en el medio de la diana, no se puede disimular la sensación de placer que le queda a uno en el cuerpo.