Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuba hizo flamear triunfalmente su bandera con el —para muchos— sorprendente subtítulo del I Clásico Mundial, iniciado simultáneamente en tres países y clausurado en territorio norteamericano, durante marzo pasado, y saldó sus compromisos de 2006 con el cetro de la Copa Intercontinental.

El año 2006 fue muy intenso para el equipo de béisbol y novatos como el inicialista Alexander Mayeta o veteranos como el torpedero Eduardo Paret tuvieron que dejar la piel en el terreno.

Todavía es motivo de admiración la actuación de los peloteros criollos en el Clásico, aventajados en la tabla de posiciones solo por Japón, igualmente «intruso», al decir de los expertos que conferían las mayores posibilidades a los elencos de Estados Unidos, República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico, cuajados de jugadores de las Grandes Ligas

Es verdad que tampoco se apagan los ecos de algunos inconformes, que hubieran preferido ver a los ases pagados en posesión de una altísima forma deportiva, y no en su período de entrenamiento. Pero las fechas las fijaron los propietarios y no han exteriorizado la intención de cambiarlas cuando 2009 acoja a la segunda versión del torneo, y si fuera en otro momento, tal vez algún fracaso de los profesionales se excusaría con el argumento de que temieron lesionarse o algo así.

Nuestro movimiento deportivo había fijado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe —Cartagena de Indias— su más alta cota del año, y tampoco allí el béisbol defraudó.

Diecisiete veteranos de la incursión contra las Grandes Ligas integraron la nómina de 20 hombres a Cartagena, y vean si la renovación fue inteligente, que un novato, Alexander Mayeta, se erigió en baluarte ofensivo. Cuba recuperaba así el sitial que no pudo defender en 2002, por una forzosa inasistencia.

Tres competencias de alto rango tuvieron a nuestro país como escenario durante el período de estío. La más comprometida, el Preolímpico de las Américas, porque otorgaba los boletos para la última cita de este deporte bajo los cinco aros. Clasificamos, aunque nos queda el escozor del revés ante los norteamericanos, el día del adiós.

Monoteísta en el ámbito del músculo —como una gran proporción de sus compatriotas—, quien redacta estas líneas solo es feliz cuando nuestro béisbol se empina bien alto en el cielo.

Tampoco llegamos a las alturas en los otros dos torneos caseros, el Mundial Juvenil que nos deparó la sexta plaza —hay que hurgar en cada provincia, nuestros representantes estarán pasados de edad en 2007, escribí a propósito de aquel desliz—, y el Mundial Universitario, torneo que enfrentamos con una selección que pudo ser mejor.

Los estudiantes de nivel superior tendrán su próxima cita en 2008, en Praga, y para entonces debemos acudir con tan buenos lanzadores como los que tuvo el mentor Lourdes Gourriel bajo sus riendas, pero con una ofensiva más generosa.

Estados Unidos, Venezuela y Cuba —que perdió la corona de 2004— fueron los tres primeros del Panamericano de 15-16, con asiento en la nación bolivariana, así que en las categorías menores habrá que extender los exámenes de revalorización.

Con la diadema de la XVI Copa Intercontinental de Taipei de China, décima en 13 participaciones de los criollos, concluyó el intenso trámite por aeropuertos y estadios del globo.

Yoandri Urgellés, seleccionado el jugador más valioso del torneo, integró el equipo de las estrellas juntamente con Frederich Cepeda y Giorvis Duvergel, el receptor Ariel Pestano y el tercera base Michel Enríquez.

No fue un paseo el calendario, con los chinos y los holandeses como oponentes más enconados, así que habrá que mantener las manos firmes sobre el timón: el horizonte beisbolero se divisa proceloso.

En 2007, que está al doblar de la esquina, esperan por nuestros enviados, como citas esenciales, los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro y la Copa Mundial de Taipei de China.