En una ciudad de Londres, unos cuatreros robaron un automóvil en el que estaba un niño de ocho años de edad dormido en el asiento trasero. Su madre, cuenta la policía, tenía que comenzar a trabajar media hora antes del inicio de clases, por lo que dejaba al niño en su coche mientras ella comenzaba su jornada laboral. Pero esta vez, los oportunistas notaron que el vehículo estaba abierto y se metieron dentro. Los malhechores, de «buena gente», decidieron dejar al niño en la escuela antes de perderse con el botín. Al pedido de auxilio de la madre, los policías encontraron al hijo 20 minutos más tarde sentado en su clase como si nada hubiera ocurrido.