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Es hora de vivir el cine a lo grande

La edición 43 de la gran fiesta latinoamericana del séptimo arte arranca este 1ro. de diciembre con la promesa de envolvernos en diez días de puro deleite cinematográfico

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Esta noche, cuando quede inaugurado en el cine Charles Chaplin el 43er. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, habremos dejado atrás dos años que condicionaron por completo la realización del más importante evento del séptimo arte en Cuba, referencia para toda nuestra región.

Dos años en que, pandemia de COVID-19 mediante, no dejamos de acudir a la cita con el cine, ya fuera a través de la pantalla de cualquier soporte electrónico desde nuestras casas o, cuando fue posible realizar la 42da. edición del festival dividida en «dos dosis», una parte de su público habitual pudo asistir a las salas, signados por las restricciones que imponía la contienda sanitaria.

Hoy la gran fiesta del cine latinoamericano regresa con toda la motivación y cargada de propuestas para todos los públicos que durante diez días realizan planes, escogen las películas de su interés y abarrotan las salas de proyección para ver parte de lo mejor de la actualidad del cine cubano, latinoamericano y de otras latitudes.

En medio de todo el deleite cinematográfico que promete el Festival, del 1ro. al 11 de diciembre, sus organizadores no descansan. La casa del Festival, en pleno Vedado habanero, es un hervidero de ideas, un constante «entrar y salir» de profesionales acostumbrados a estas lides, sin perder la pasión por el arte que defienden y la ilusión de una celebración que promete ser una oda a la diversidad.

Al frente de todos ellos está Yumey Besú, director general del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, con quien conversa JR para conocer peculiaridades e impresiones sobre las propuestas del 43er. Festival y el convencimiento de que juntos disfrutaremos del cine «a lo grande».

—Teniendo en cuenta que la edición pasada de la cita se realizó en circunstancias de excepcionalidad, ¿en qué condiciones llega el 43er. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano?

—Mantener el Festival en su edición pasada, durante la pandemia, fue difícil, pero sabemos que el público lo agradeció mucho. Al menos no perdimos ese contacto directo en las salas de proyección con directores latinoamericanos invitados, aunque echamos de menos las colas a las puertas de los cines y las instalaciones abarrotadas.

«Con ese preámbulo, hemos tratado que esta edición 43 sea un regreso a la normalidad del evento, pese a dificultades que han aparecido con la escasez de recursos que enfrenta el país y, evidentemente, tienen un impacto que se refleja, por ejemplo, en el tema tecnológico. Ello nos obliga a circunscribirnos a cuatro cines en la capital —cine Chaplin, 23 y 12, Yara y Acapulco—, son salas que cuentan con la tecnología Digital Cinema Package (DCP).

«Se trata de una colección de archivos digitales que se han creado internacionalmente para encriptar los archivos en un determinado formato y así luchar contra la piratería. Es el sistema que se usa en todos los festivales del mundo, y para exhibir un formato de este tipo en todos nuestros cines necesitamos determinados proyectores muy costosos, con condiciones especiales para su mantenimiento. Independientemente de esa realidad, había una intención marcada por parte del comité organizador del Festival para reducir significativamente su selección oficial de obras, dentro y fuera de concurso.

«El Festival ha contado en los últimos diez años con un promedio de 400 títulos en cada edición, una muestra muy amplia comparada con otros festivales internacionales. Casi siempre cuando existe una cifra tan elevada de películas muchas de ellas se pueden proyectar solo una vez y siempre se subestiman más las obras de animación, los cortometrajes, los documentales y se privilegian los largometrajes de ficción.

«Esta vez nuestra intención es que cada película tenga más de una oportunidad para ser visualizada, para que pueda llegar a una mayor parte del público y sea recomendada. La muestra que proponemos este año la componen 185 títulos y nos parece que esa es una cifra que deberíamos mantener en las próximas ediciones, dividida en dos apartados esenciales: la filmografía latinoamericana que concursa en 11 categorías y las presentaciones que no figuran en competencia del Panorama contemporáneo internacional».

—El comité de selección debió conformar la muestra a partir de 2200 películas inscritas, así como 230 guiones y más de 200 carteles ¿En qué medida fue difícil elegir entre tantas opciones?

—El trabajo del comité de selección ha sido arduo. Tener que seleccionar entre 2200 títulos es una tarea de mucho tiempo, como se podrá imaginar. Son profesionales que deben visualizar cada una de las obras inscritas, y para esta edición, por la excepcionalidad que heredamos de la pandemia, recibimos obras producidas en los últimos tres años. En entregas anteriores lo habitual era recibir inscripciones de obras producidas en los dos años anteriores al evento.

«Evaluar entre tantas obras también hizo que tuviéramos que sacrificar muchas más producciones a la hora de cerrar una selección oficial. Ahora cada categoría en competencia cuenta con un promedio de 15 obras en concurso. Animación es el apartado más nutrido este año con 19 producciones. Ponderamos la calidad, por encima de todo, pero también la diversidad temática y geográfica que caracteriza este encuentro internacional. Tenemos este año prácticamente a todos los países de la región representados con alguna película en alguna sección del festival».

—Dentro de la amplia muestra que propone el Festival, ¿qué podría recomendarle al público para que esté atento?

—Por supuesto, las películas en concurso nos ofrecen una mirada exhaustiva y variada de lo que somos como continente. Las producciones que forman el Panorama contemporáneo internacional son obras que vienen muy bien recomendadas provenientes de países como España, Francia, Alemania, Italia. Puedo recomendar las presentaciones especiales, donde tenemos seis títulos imperdibles como Mi país imaginario, de Patricio Guzmán o El mar en Madrid, de Vladimir Cruz.

«También todo lo relacionado con la muestra dedicada a Nicolás Guillén Landrián, desconocida para muchos espectadores y es de un valor inigualable, de cuya obra documental vamos a exhibir las copias restauradas, así como el último documental de Ernesto Darnas, Landrián (2022), que está enfocado en esta figura del cine cubano y creo que es la oportunidad de que muchos lo conozcan y otros lo retomen.

«Como novedad, hemos instituido el premio Arrecife que será una categoría dedicada a las obras que abordan temas sobre diversidad sexual. Regresará nuevamente el programa teórico del sector Industria que este año trae como singularidad el Encuentro sobre Mercado y Distribución, con importantes conferencias para nuestros cineastas y el público en general».

—A las puertas de una nueva edición de la cita latinoamericana con el séptimo arte, ¿cuáles son los retos que enfrenta el evento en estos momentos?

—El reto mayor que tiene hoy el Festival es recuperar su público, tras dos años de pandemia que han condicionado internacionalmente los cambios en cuanto al consumo del audiovisual de los espectadores. Debemos recuperar y sumar público joven, lograr que las personas dejen sus quehaceres cotidianos para que decidan entrar a los cines, compartir la experiencia de socializar los sentimientos que se perciben cuando se interactúa con la gran pantalla.

«Vivimos tiempos en que las personas prefieren no ir al cine y esperar a recibir la película en una memoria flash para verla en su intimidad. Pero la magia que tiene la sala oscura es insustituible y hay que lograr compartir esas sensaciones. No podemos perder la experiencia del cine a lo grande».

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