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Con toda razón mi amigo Floro acaba de enviarme una carta, la cual he catalogado como calurosa misiva. Mi eterno cofrade me hace saber que las altas temperaturas vividas en el pasado mes de julio lo tienen realmente preocupado:
«Amigo JAPE, decido escribirle esta misiva luego de ver el reciente programa Vale la Pena, en el que mi amigo, el profesor Manuel Calviño, trajo a colación el tema del calor y la alteración que este (el calor), puede provocar en el estado de ánimo de las personas.
«Según pude deducir, al escuchar las palabras del reconocido sicólogo, las altas temperaturas pueden ocasionar trastornos en la salud física y mental de los humanos (y supongo que de algunos animales), llevando inobjetablemente al desequilibrio, a la predisposición e incluso a la violencia. Mi preocupación fue tal que busqué más información acerca del tema. Revisé en las redes digitales algunas fórmulas posibles para atenuar el calor sin necesidad de usar los implementos eléctricos diseñados por el hombre al efecto: el ventilador y el aire acondicionado. No es necesario aclarar por qué razón hice esta salvedad, pues sabemos que utilizar estos equipos podría traer los mismos resultados de trastorno antes mencionados (e incluso de mayor gravedad) cuando llegue la cuenta del gasto de electricidad a fin de mes.
«Existen dos cosas que pudieran disminuir el efecto del calor, o al menos contrarrestarlo. Usar ropa blanca es una variante y tomar una ducha fría de vez en cuando, es otro paliativo. En principio me pareció bien; sin embargo, a medida que profundizaba en mi investigación pude ver que no era tan fácil como parecía. Si bien unos abogan por el vestuario de colores claros, otros afirman que lo mejor es vestir de negro, pues la energía que absorbe la ropa depende del color. La ropa oscura absorbe más radiación solar y se calienta más que la blanca; pero también es verdad que los tejidos claros tampoco absorben la energía que emite nuestro cuerpo y la proyectan de nuevo en la piel y puede generar más calor, según diversas fuentes.
«En cuanto al baño de agua fría también tiene objeciones. Los científicos explican que cuando el cerebro asimila la orden de que el agua está fría, por debajo de la temperatura del cuerpo, activa los mecanismos para evitar que el organismo pierda calor, entonces fluye menos sangre hacia la piel, para mantener más calor interno, lo que conducirá a un aumento general de la temperatura corporal. Los galenos recomiendan un baño de agua tibia alrededor de los 33ºC. Volvemos entonces a chocarnos con la cuenta al final de mes, ya sea eléctrica o del gas… Solo veo una posible solución, y es la importación de calentadores fotoeléctricos, pero eso será para meses venideros, cuando ya estemos en invierno».
Querido Floro, no sabía que gozabas de la amistad del profesor Calviño, a quien mandamos un caluroso saludo desde nuestras páginas. Al igual que tú vi el mencionado programa y, como siempre, el popular sicólogo dio las posibles soluciones. En el caso cubano, y por las razones que tú expones, la solución está en volver al pasado y retomar el abanico con sus múltiples diseños.
Tomando en cuenta tus investigaciones, las otras variantes serían no usar ropa clara ni oscura, ni agua fría o caliente. En pocas palabras: andar desnudo y no bañarse, pero en particular no te lo recomiendo, sobre todo si vas a salir fuera de casa. Tampoco te sugiero tomarte un helado o una cerveza por dos razones: en ambos casos producen efectos contrarios. El helado causa sed y la cerveza, exceso de orine, y estas señales llegan al cerebro que lo procesa como deshidratación, y ya sabes… pero más que eso, amigo Floro: ¿Has visto el precio del helado y la cerveza?
