Una pluma gigante en la Casa Natal de Martí. Autor: Dago Martínez Publicado: 19/06/2019 | 07:50 pm
Al iniciar este año, Erig Rebull tuvo la idea de dedicarle una obra a José Martí. Sabía del esfuerzo que llevaría la creación de una pieza contemporánea de este corte. En Cuba hay tanto arte sobre el Apóstol, que los artistas se debaten entre lo que significa ser original y ponerle un rostro a algo que evoque y despierte en la época del selfie.
Pero Erig —tal vez por ser un escultor y diseñador empírico— es obstinado con sus ideas y le interesa un arte difícil de producir en Cuba, que se mueve entre lo industrial y lo monumental, con un diseño poético. Consiguió el apoyo de la Sociedad Cultural José Martí y de la Oficina del Historiador, y para este mayo la obra estaba terminada: una pluma de seis metros, emplazada en el jardín de la Casa Natal de Martí.
Uno de los aspectos más atrayentes de la pieza es la manera en que Erig Rebull domó la rudeza del hierro para convertirlo en una delicada y esbelta pluma, que aparenta movimiento y ligereza.
«Esta obra fue pensada —señala el autor— como símbolo martiano por excelencia, al ser este, y no otro, el instrumento que sirvió a Martí para dejarnos su universo político y literario».
Llama la atención que el flanco izquierdo de la pluma represente la firma original de Martí, y en la base de la pieza, hecha de metal ferroso, esté grabado uno de los primeros poemas escritos durante su juventud, 10 de Octubre.
Rebull, quien también es autor de la escultura de Cecilia Valdés de la Plaza del Ángel, quiso representar en esta pieza lo magnánimo de la obra del Maestro, pero a través de su pluma que, a pesar de sus pequeñas dimensiones, fue el arma principal de nuestro Héroe Nacional.
«El pensamiento de Martí me ha ayudado a tomar las mejores decisiones, que son aquellas que más se apegan a mis principios», explica Rebull, quien espera que esta obra sea un aporte más al espíritu martiano que inspira a tantos cubanos.