La puesta en escena refleja los conflictos raciales y sexistas que tuvo que vencer La Lupe impuestos por la sociedad de su época, la actriz María Teresa Pina interperta al personaje. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:18 pm
Trotamundo vuelve a la sala Adolfo Llauradó con La gran tirana. La pieza teatral en homenaje a La Lupe, de Carlos Padrón, dirigida por Verónica Lynn y con la magistral actuación de María Teresa Pina, nos lleva a asumir una memoria histórica contradictoria que tuvo su esplendor a finales de los 50 e inicios de los 60, del pasado siglo.
El club La Red era el espacio principal de la cantante más libre y estrafalaria de nuestros escenarios: Guadalupe Victoria Yoli, alias La Yiyiyi y La Lupe (1936-1992), nacida en el barrio de San Pedrito, en Santiago de Cuba. Fue reconocida como la reina del soul latino. Se conoce que se inició compitiendo en una emisora santiaguera, donde imitaba a la cantante Olga Guillot con la interpretación del tema Miénteme. Esta mulata fundó en 1959, junto a su primer esposo, Eulogio (Yoyo) Reyes, el trío Tropicuba, que luego comenzó a presentarse de forma permanente en el reconocido bar capitalino. Era una actriz–cantante de su propia vida, que rompió con los prejuicios de la mujer de la época.
La historia de La Lupe concluye fuera de Cuba. Viajó a Miami, a Nueva York, y comenzó a cantar en La Barraca, un bar de Midtown, donde fue «descubierta» por el percusionista Mongo Santamaría y luego por Tito Puente. Con ambos músicos grabó discos y ganó premios en Caracas, Panamá, Puerto Rico, Nueva York... Su permanencia fuera de Cuba es el punto de vista desde el que se estructura el monólogo testimonial, donde se pone de manifiesto una gestualidad exagerada a tono con el mito de este personaje.
La puesta en escena refleja los conflictos raciales y sexistas que tuvo que vencer, impuestos por la sociedad de su época. Aparecen los hombres que amó y desamó; de ahí que el argumento se centre en la vida de la cantante cubana: sus virtudes, defectos, encuentros y desencuentros, aciertos y excesos.
Guadalupe fue aclamada en los escenarios de Broadway, pero tanto fuera como dentro de Cuba, su imagen le trajo divergencias en el ámbito del espectáculo. Ella vivió enérgicamente sus noches en el cabaret que la lanzó al mundo y al que asistieron a verla Jean Paul Sartre, Tennessee Williams, Marlon Brando y Hemingway, entre otros; mientras, su gusto por coleccionar automóviles de último modelo, abrigos, anillos de brillantes y pelucas la llevaron a la miseria. El texto sigue a La Lupe hasta finales de los años 80.
La actriz María Teresa Pina, a quien hemos visto en monólogos tales como Erasmo de Rótterdam y Alto riesgo, realiza una interpretación descarnada, temperamental, dócil y con un despliegue escénico experimentado, que revela un arduo trabajo investigativo sobre la cantante. Conquista un diálogo interiorizado, reflexivo consigo misma para mostrar al espectador los argumentos y los contra-argumentos de la obra.
Temas como Puro teatro, Qué te pedí y La tirana le permiten a la actriz expresar toda esa energía del personaje, y por tanto el llanto, el desgarramiento, el desplome. Y es así como la música la conduce de manera original por todos los momentos que transita la vida de La Lupe. Todos estos elementos biográficos son asumidos con esa actitud extravagante que la hizo famosa.
El trabajo vocal que realiza la Pina proporciona todos los colores de la vida de La Lupe. Ella nos regala una interpretación satisfactoriamente orgánica, y ante nuestros ojos pasa la calidad humana del personaje, a través de los momentos felices de la diva en Cuba, su partida, la soledad, el fanatismo religioso y sus guerras por ser una mujer libre. A nuestro modo de ver, Maritere es de esas actrices necesarias hoy en la escena teatral cubana porque conmueve y hace muy creíble su personaje.
El diseño escenográfico es sencillo, logra atrapar y a la vez reflejar cada momento de gloria y de derrota de La Lupe. Por otro lado, el vestuario, a cargo de Eduardo Valorías Martínez, alcanza de una manera auténtica ese sentido sincrético al que estuvo expuesta esta gran estrella de la canción y el espectáculo.
Desde el punto de vista de la dirección, la puesta logra un orden lógico, un discurso definitivo y una armonía de la representación. La gran tirana constituye un homenaje a La Lupe que el público podrá disfrutar (jueves 22 y 29, martes 27 y miércoles 28), ahora que felizmente regresa a nuestra escena.