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Cada año académico las universidades realizan convocatorias para el examen de nivel de inglés, pues dominar este idioma constituye un requisito de graduación de los futuros profesionales. Cerca de 95 por ciento de los estudiantes ha logrado vencer la prueba; sin embargo, ese camino exige más acompañamiento en todos los órdenes

 

 

Autores:

Margarita Barrios
Yahily Hernández Porto
Dorelys Canivell Canal
Lisandra Gómez Guerra

Para Elizabeht Conte Cordero y Yohanna Garcés Cremé, certificar el nivel A1 de idioma inglés, y más, no fue un dolor de cabeza. Ambas tenían una buena formación en esa lengua al ingresar a la Educación Superior, y hoy, a punto de graduarse como ingenieras químicas en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), ya tienen esa meta cumplida.

Esa realidad no es igual para todos los alumnos. Yanaila Torres Díaz, Roynier Gil Smith y Miguel Ángel Valdés Román están en tercer año de su carrera, y aunque se han acercado al centro de idioma y utilizan la plataforma Moodle para su autopreparación, no se sienten seguros de aprobar.

«Creo que deberían acompañarnos más. Los profesores podrían incentivar el estudio del idioma desde diversas asignaturas, convirtiéndolo en una herramienta útil para la carrera», considera Valdés Román, mientras su compañero de estudios Gil Smith no deja de afirmar con la cabeza: «Necesitamos dedicarle tiempo porque la prueba es difícil, y hay que aprobarla».

Wendys Garrido Santiesteban y Arley Montesinos Pages están en primer año. Ella viene de la vocacional Lenin y no tiene temor «porque me siento bastante bien en ese idioma: será cuestión de practicar un poco».

Él sí está preocupado: «Mi preparación en niveles anteriores no fue buena, así que deberé brindarle mucha atención, buscar ayuda… Todavía queda tiempo, pero no puedo dejarlo para mañana», afirmó.

Ambos están convencidos de la importancia de conocer al menos un segundo idioma para completar su formación profesional, «pero la prueba es dura y necesita dedicación», destaca la joven con una sonrisa.

Alejar el paternalismo

En diversos momentos de cada año académico —como ocurrió en septiembre último— se hace en las universidades del Ministerio de Educación Superior los exámenes de certificación de dominio del inglés, en el cual es necesario alcanzar como mínimo el A1 del Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, aunque puede ser superior ese desempeño.

Estos exámenes —que son concebidos a nivel nacional y constan de cuatro partes: escuchar, hablar, leer y escribir— se aplican a los estudiantes de las carreras que han estado implementando la política de perfeccionamiento del inglés, especialmente para quienes se encuentran en los años terminales de sus carreras, previo a la culminación de estudios.

En el logro de ese requisito, el centro de idioma creado en cada universidad debe marcar la diferencia. Sin embargo, Tahirí Pérez Perdomo, directora de esa estructura en la universidad de Sancti Spíritus José Martí, lamenta que se ofertan cursos y no todos los alumnos ponen empeño en pasarlos. «El idioma exige de mucha constancia», enfatizó.

—Algunos estudiantes se quejan de no recibir el acompañamiento adecuado para aprobar…

—Nuestros estudiantes son hijos del paternalismo. No los hemos educado para la independencia a la hora de estudiar, y desde que la asignatura salió de la parrilla curricular deben prepararse individualmente.

«En ocasiones hemos tenido que tomarlos de la mano porque llegan al último año y no han hecho nada para vencer la prueba. Unos, esperando a que la quiten; otros porque le tienen miedo, y otros porque se les olvidó inscribirse o no lo hicieron por disímiles razones.

«Actualmente tenemos estudiantes que en diciembre deben exponer su trabajo final y todavía no tienen el examen de idioma aprobado, y sin eso no pueden recibir su título.

«Los hay que salieron bien desde que se presentaron a la primera prueba, incluso, con nivel superior al que se pide, pero cuando preguntas dónde aprendieron el idioma dicen que fue con un profesor particular o un familiar, no en los niveles educativos que anteceden la universidad».

La Doctora Tamara Gutiérrez Baffil, profesora titular y directora del centro de idiomas de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, explicó a Juventud Rebelde que, a pesar de todas las acciones realizadas por esa institución, el cierre en febrero 2022 indica que de una matrícula de 1 839 estudiantes, se habían presentado a estos exámenes de certificación 448 (24,36 por ciento), y solo 139 lograron certificar el inglés ante la premura de culminar sus estudios universitarios, incluso cuando muchos alumnos fueron eximidos del ejercicio final de graduación por tener otros méritos. «Ello manifiesta la escasa o nula percepción del significado que tiene el inglés como requisito para graduarse», asevera.

A la convocatoria pinareña del pasado septiembre se presentaron solamente 19 estudiantes, de los cuales 11 son de quinto año. «Por mucho que se ha insistido en hacer una planificación eficiente, la tendencia es a presentarse en los últimos años de la carrera, lo cual pone en peligro la culminación de estudios», señaló Gutiérrez Baffil.

Diagnosticar y remediar a tiempo

A más de un quinquenio de implementada la estrategia para el idioma inglés en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, se notan avances en el objetivo de que los estudiantes dominen los niveles que se exigen de esa lengua.

Así lo expone la vicedecana de la Facultad de Lengua y Comunicación, Yulena Cuba Mora: «La universidad viene desarrollando un diagnóstico que mide el conocimiento de cada estudiante con respecto al idioma y permite identificar a los de mayores dificultades, para atender a cada joven según sus necesidades».

Una arista muy polémica del asunto la abordó el profesor Jorge Luis Almenares Ramos, licenciado en Educación en Lenguas Extranjeras: «La calidad del aprendizaje está dada también por las tecnologías a disposición para impartir los contenidos. La realidad nos indica que faltan recursos y otros están defectuosos».

Agregó Almenares Ramos que el idioma inglés hay que soñarlo y verlo como un problema de todos, no solo del profesor de la lengua: «Mucho se puede hacer desde la impartición del resto de las asignaturas en cada clase».

Al preguntar a directivos y profesores sobre la pertinencia de la nueva política, todos están de acuerdo en que es imprescindible para elevar la categoría de las universidades y de los futuros profesionales. El reto está en que esa comprensión se traduzca en actividades docentes que motiven el acercamiento al idioma y demuestren su utilidad en la vida profesional.

No todo está perdido

Desde la realidad de varios centros universitarios en diferentes provincias del país, Juventud Rebelde buscó en la piel de los educandos como están enfrentando el desafío. En Sancti Spíritus, Lázaro Rafael González Otero estudia el cuarto año de licenciatura en Cultura Física y refiere que asistió a los cursos de preparación del centro de idiomas. Por eso el examen no le pareció tan difícil.

«La primera vez que me presenté fue en segundo año y no pude alcanzar el nivel. Llegó la COVID-19 y me alejé de la preparación. Ahora volví a presentarme y espero salir bien, pero tengo tres compañeros que esperan por la próxima convocatoria, pues no se sentían en condiciones… y ya casi estamos al concluir la carrera».

José Luis Martínez Cruz, estudiante de segundo año de Contabilidad y Finanzas en la misma universidad, cuenta que desde que conoció del examen se presentó, pero no aprobó. «Entonces estaba en primer año. Luego no me enteré de la siguiente convocatoria por problemas de comunicación y ahora es que me voy a presentar.

«Junto con varios compañeros me inscribí en uno de los cursos del centro de idiomas y nos preparamos muy bien. Antes de ingresar a la educación superior no recibí buenas clases. Lo poco que sabía de inglés lo adquirí de forma autodidacta», asevera.

Para nuestros estudiantes, el inglés es un instrumento de acceso a la cultura general e integral.Foto: Roberto Suárez.

Mientras, en la Universidad de Pinar del Río los criterios fueron muy diversos. Un estudiante opinó que no debería exigirse el inglés para otorgar el título universitario, sino que «solo se debería preparar a aquel estudiante que esté interesado en aprender este idioma. Además, si es tan necesario deberían darnos una mejor preparación, y no hay buenas condiciones para ello.

«Sería mejor que se nos oriente desde primer año como una asignatura obligatoria y con total exigencia. También creo que el centro no tiene la calidad requerida, pues los audios no se escuchan a la perfección, y sobre todo es difícil para quien ni siquiera tuvo una buena base de ese idioma desde la educación media».

En ese mismo sentido, otro estudiante apunta: «Me voy a graduar de Ingeniería Forestal, no de Lenguas Extranjeras, y no es justo que si durante todos los años de la carrera no se exige el dominio del inglés lo impongan severamente para podernos graduar».

Otro joven abundó: «Creo que una variante viable es que sea opcional. Si un estudiante quiere presentarse y obtener su nivel, que lo haga, pero que esa condición no afecte ni influya de alguna manera en la graduación de los demás».

No sin dificultades, se avanza

Con más de 25 años de experiencia en la Educación Superior, la vicerrectora de la universidad de Camagüey, Doctora Alicia Rodríguez Gregorich, enfatizó en que a pesar de las dificultades el centro agramontino logró graduar el pasado curso escolar a sus 792 estudiantes del curso diurno con el requisito del inglés vencido.

Agregó que la estrategia aplicada se sustentó en la preparación diferenciada para estudiantes de los últimos años de todas las carreras que aún no habían logrado su certificación en el idioma. «Todo ello requirió de esfuerzo, consagración y exigencia de los profesores que imparten esa lengua a cada alumno que estaba en esta lamentable situación».

Igualmente subrayó que para el curso 2022 se prevé la graduación de 704 estudiantes de curso diurno, y 147 de ellos aún están en preparación para vencer el requisito del idioma, lo que implica un esfuerzo constante.

Los estudiantes Enmanuel León Guerra, Damián Manzo Martínez, Elizabeth Cruz Portal y Lorena Pena Hernández, todos de la Facultad de Construcciones, especialidad de Ingeniería Civil, afirman que su universidad se preocupó por esta situación hasta en los peores momentos de la COVID-19, en especial con quienes estaban distantes.

«Las tecnologías lograron acercarnos a la enseñanza del inglés. Hasta se imprimieron y repartieron clases preparatorias para avanzar… pero aún no es suficiente», aseguró León Guerra.

Este estudiante ahondó también en otra arista: «Aprobar la asignatura con todos esos requisitos resulta un tema angustioso para no pocos compañeros. Yo considero que algo está fallando, y creo además que yo tuve la suerte, el lujo, de tener una familia y unos profesores que desde pequeño me prepararon e inculcaron el estudio del inglés. Lamentablemente, muchos jóvenes llegan a la universidad con muy poca base», subrayó preocupado.

 

En tal sentido, la joven Pena Hernández, quien ya cursa el cuarto año, valoró: «Es muy duro no tener aprobado el inglés siendo un estudiante de cuarto y hasta de quinto año de la carrera. Todo ello trae un malestar generalizado en la brigada, el joven y su familia, la cual muchas veces desembolsa miles de pesos en repasos particulares.

«Hay que reforzar el aprendizaje de quienes más lo necesiten con un seguimiento riguroso sobre el estudiante desde que ingresa en la universidad. Asumir la preparación diferenciada de cada joven y exigirles como si fuera una asignatura curricular», comenta.

Cruz Portal distingue entre sus compañeros por el dominio de esa lengua extranjera. Mas esto no la limita para reconocer que es necesario transformar la educación toda, porque la universidad no es la única responsable de lo que ocurre a varios de sus compañeros.

«El problema es mucho más profundo e inicia en enseñanzas precedentes. Cuando un estudiante llega aquí se enfrenta a un idioma desconocido, a una barrera difícil de vencer. Incluso hay quien prefiere abandonar su carrera y asume la derrota desde el primer día de clase», lamenta.

Esta joven, como su compañero Manzo Martínez, apuesta por un examen de suficiencia o diagnóstico que identifique desde el principio quiénes pueden avanzar y quiénes necesitan de una atención diferenciada, «la cual tiene que ser una prioridad para los estudiantes, la universidad y la familia: hay que sumar a todos en la solución de esta problemática, que les roba el sueño a muchos por el nivel de los exámenes».

Las carreras del 2023 comienzan con nivel B1

«Con el dominio de las lenguas extranjeras, la educación superior sigue apostando por profundizar en la formación integral de nuestros profesionales, de modo que tengan no solo una formación humanística y científico-técnica, sino también en idiomas, lo que les permitirá insertarse en las proyecciones económicas y culturales del país».

Así expresó el Doctor Santiago Jorge Rivera Pérez, profesor Titular y asesor nacional de Lenguas Extranjeras del Ministerio de Educación Superior (MES), quien afirmó que «todos los estudiantes, desde que ingresan a la universidad, en dependencia de las experiencias anteriores en el estudio del inglés y las que vayan adquiriendo a través de los canales oficiales del MES y otros que ellos sean capaces de gestionar de manera particular para su formación, pueden demostrar el dominio que tienen del idioma, exigencia fundamental de su proceso de formación».

—¿Cómo valora el MES los resultados hasta el momento de la implementación de esa estrategia?

—Un 95 por ciento de los estudiantes han logrado certificar el nivel, incluso en años anteriores a los terminales. Pero hay también una cantidad de alumnos que no han aprobado y por tanto no han podido graduarse.

«Esos 300 están en ese proceso a través de cursos intensivos que ofrece la universidad para presentarse a las diversas convocatorias, y cuando lo hagan transitarán a los ejercicios de culminación de estudios».

—¿Qué beneficio puede tener para un futuro profesional conocer el idioma inglés?

—El inglés es una lengua viva para la comunicación interpersonal e internacional, y como lengua franca, permite el proceso de gestión de conocimiento en las distintas disciplinas que integran el currículo.

«Además, para nuestros estudiantes es un instrumento de acceso a la cultura general e integral. También parte de la formación de valores y de reforzar la identidad, para que puedan expresar la realidad cubana en su relación con personas e instituciones de otros lugares del mundo».

—¿Cómo valora el trabajo de los centros de idiomas?

—La creación de los centros de idiomas ha sido uno de los pilares del perfeccionamiento del inglés, porque se han constituido en estructuras para gestionar el proceso de formación, tanto en pregrado como en posgrado.

«De manera inicial se creó una serie de recursos necesarios que no solo gestionan la enseñanza del inglés, sino de otras lenguas, según las provincias. También han logrado avanzar en el completamiento de sus claustros, y las condiciones organizativas y técnico-materiales, aunque todavía están lejos de ser óptimas, han sido las necesarias y suficientes para implementar la política, y sobre todo para transitar de nivel A2 a nivel B1, que siempre fue la aspiración mayor de la educación superior.

«Las carreras que inician en el curso académico 2023 comenzarán con la implementación de la política en un nivel B1. Las condiciones que se han ido creando en los centros de idiomas van a permitir dar ese gran salto en la calidad de la formación de nuestros profesionales».

 

 

¿Qué es el Marco Común de Referencia para las lenguas?

El Marco Común de Referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza y evaluación es un estándar europeo, utilizado también en otras regiones, que sirve para medir el nivel de comprensión en una determinada lengua. Al tratarse de un marco estándar, este resulta independiente del mecanismo de prueba empleado para realizar esa medición.

Establece una escala de seis niveles comunes de referencia para la organización del aprendizaje de lenguas y homologación de los distintos títulos emitidos por las entidades certificadas. La división se agrupa en tres bloques que responden a una división más clásica de nivel básico, intermedio y avanzado, aunque no se corresponden exactamente con los niveles clásicos por estar situados por encima o por debajo de ellos.

A1: Es capaz de comprender y utilizar expresiones cotidianas de uso muy frecuente así como frases sencillas destinadas a satisfacer necesidades de tipo inmediato. Puede presentarse a sí mismo y a otros, pedir y dar información personal básica sobre su domicilio, sus pertenencias y las personas que conoce. Puede relacionarse de forma elemental siempre que su interlocutor hable despacio y con claridad y esté dispuesto a cooperar.

A2: Es capaz de comprender frases y expresiones de uso frecuente relacionadas con áreas de experiencia que le son especialmente relevantes (información básica sobre sí mismo y su familia, compras, lugares de interés, ocupaciones, etc). Sabe comunicarse a la hora de llevar a cabo tareas simples y cotidianas que no requieran más que intercambios sencillos y directos de información sobre cuestiones que le son conocidas o habituales. Sabe describir en términos sencillos aspectos de su pasado y su entorno así como cuestiones relacionadas con sus necesidades inmediatas.

B1: Es capaz de comprender los puntos principales de textos claros y en lengua estándar si tratan sobre cuestiones que le son conocidas, ya sea en situaciones de trabajo, de estudio o de ocio. Sabe desenvolverse en la mayor parte de las situaciones que pueden surgir durante un viaje por zonas donde se utiliza la lengua. Es capaz de producir textos sencillos y coherentes sobre temas que le son familiares o en los que tiene un interés personal. Puede describir experiencias, acontecimientos, deseos y aspiraciones, así como justificar brevemente sus opiniones o explicar sus planes.

B2: Es capaz de entender las ideas principales de textos complejos que traten de temas tanto concretos como abstractos, incluso si son de carácter técnico siempre que estén dentro de su campo de especialización. Puede relacionarse con hablantes nativos con un grado suficiente de fluidez y naturalidad de modo que la comunicación se realice sin esfuerzo por parte de ninguno de los interlocutores. Puede producir textos claros y detallados sobre temas diversos así como defender un punto de vista sobre temas generales indicando los pros y los contras de las distintas opciones.

C1: Es capaz de comprender una amplia variedad de textos extensos y con cierto nivel de exigencia, así como reconocer en ellos sentidos implícitos. Sabe expresarse de forma fluida y espontánea sin muestras muy evidentes de esfuerzo para encontrar la expresión adecuada. Puede hacer un uso flexible y efectivo del idioma para fines sociales, académicos y profesionales. Puede producir textos claros, bien estructurados y detallados sobre temas de cierta complejidad, mostrando un uso correcto de los mecanismos de organización, articulación y cohesión del texto.

C2: Es capaz de comprender con facilidad prácticamente todo lo que oye o lee. Sabe reconstruir la información y los argumentos procedentes de diversas fuentes, ya sean en lengua hablada o escrita, y presentarlos de manera coherente y resumida. Puede expresarse espontáneamente, con gran fluidez y con un grado de precisión que le permite diferenciar pequeños matices de significado incluso en situaciones de mayor complejidad.

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