Almeida abrazado por su música

Almeida, el músico, no es menos importante que Almeida, el revolucionario. Su pueblo lo admira y respeta como patriota cabal y lo disfruta como artista, creador y compositor. Así lo constatamos la noche de este miércoles durante la Gala homenaje que se le tributó en ocasión del aniversario 95 de su natalicio, un día como hoy.

Abrazado por su música, la Sala Universal de las FAR vibró en la voz de quienes hicieron suyas las canciones del Comandante de la Revolución, un hombre extraordinario, que nunca olvidó sus raíces. Del pueblo vino y al pueblo se consagró.

Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, encabezó el hermoso tributo a Almeida. Y le acompañaron, además, el Primer Ministro Manuel Marrero Cruz, otros miembros del Buró Político del Partido, dirigentes del Estado y el Gobierno, junto a familiares, compañeros de luchas y una representación del pueblo.

Quienes subieron al escenario, como la Banda Nacional de Concierto, la compañía infantil La Colmenita, el ballet Revolution, y las cantantes Beatriz Márquez y Geydi Chapman interpretaron varias de las más de 300 piezas musicales de Almeida, desde la lírica de profundos mensajes de La Lupe, Mejor concluir, A Santiago, hasta la épica de El gran día de enero.

En voz de Fidel, líder histórico de la Revolución Cubana, se escuchó el reconocimiento a la obra por la cual se entregó Almeida y de este último la anécdota que rememoraría aquel combate de Alegría de Pío y su célebre frase: ¡Aquí no se rinde nadie, c…!, que nació de la emoción y el coraje en uno de los momentos más difíciles del inicio de la etapa final de la gesta libertaria y desde entonces ha sido parte del alma de nación.

Y más que emotivo resultó el momento en que su hijo Juan Guillermo Almeida González, más conocido como JG, junto a su orquesta, interpretó Dame un traguito, de su progenitor, y Mi querido viejo, de su autoría, porque a él y a todos el Comandante–Héroe nos enseñó «a tener el coraje de aquellos que nunca se rinden» y «la grandeza de ser humilde».