En sus intervenciones, los delegados se pronunciaron por lograr que el corazón de cada joven vibre cuando participa en alguna actividad Autor: Otoniel Márquez Publicado: 20/01/2020 | 07:22 pm
A esta altura, el tema pudiera resultar trillado, pero cuando se escucha a Leodal Peral Valdés, delegado directo al 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), uno siente que aunque pasen los años y se logren resultados es un asunto de vida o muerte. «Si no incorporamos jóvenes a la UJC no vamos a tener organización».
Así de tajante lo expresó en la asamblea de balance de la provincia de Artemisa, la primera realizada en el país como parte del proceso orgánico de la cita de abril próximo. Y no es que descubriera ahora esa certeza, pero sí pudiera resultar un criterio en el que pocos hayan pensado. Si ello sucede perderíamos a una organización que ha tenido un papel transformador en nuestra sociedad.
«El crecimiento puede ser una tarea complicada, pero hay que consolidarlo y buscar formas novedosas para estimular a nuestro universo juvenil», continuaba el secretario general del Comité UJC de la Empresa Construcciones Mariel, y en los profundos análisis realizados por los delegados el tema volvió más de una vez y de diversas maneras.
Nuestra iniciativa y creatividad pueden seguir cambiando el estereotipo de que la organización es solo acta, cotización, reunión…, señaló Adrián Torres Rodríguez, secretario general del comité de base de la emisora Radio Ariguanabo. «¿Han visto una organización más participativa, más dinámica, más parecida a su tiempo y a los jóvenes que esta?», se preguntaba.
Y Reydi Cardona Blanco, con igual responsabilidad, pero en la Escuela Nacional de Remo y Canotaje, contaba cómo en ese centro poco a poco, con argumentos, con el diálogo tú a tú, han comenzado a crecer «y con calidad, con los mejores, porque estos tiempos urgen de jóvenes con ideas claras».
Pero si el crecimiento a las filas de la UJC resulta necesario también lo es el pase al Partido, la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado. «Con el perdón de los “profes”, pero ¿ustedes no ven que ellos ya peinan canas? A nosotros nos toca renovarlos, ser su continuidad para que la organización también exista», aludía uno de los delegados.
Ya lo decía Susely Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, al intervenir en el debate: «Todavía dicen que es masivo o que no tenemos jóvenes en los lugares, pero la realidad demuestra lo contrario. ¿Cómo es posible eso si cuando visitamos una universidad, una fábrica, intercambiamos experiencias en el surco… y preguntamos al joven si es militante o por qué no ha ingresado a nuestras filas, muchos nos dicen que nadie le ha comentado sobre el tema?
«Eso tenemos que resolverlo, porque el crecimiento no es una meta, un número, una imposición… es una prioridad. Ninguna organización existe sin membresía. No puede ser vertical, tiene que ser de abajo, una necesidad, que se comprenda que para existir tenemos que tener militantes; eso sí, buenos, ejemplares, vanguardia… algo que no puede quedarse en la selección», aseguró.
También se desprendió del análisis que a veces tenemos compañeros que llevan diez años de militancia en la UJC y nunca les han dado una tarea en el comité de base. La militancia se forma y no puede hacerse solo el día en que el joven recibe el carné como miembro de la organización. Tiene que ser cotidiano, porque ello también influye a la hora de decidir incorporarse o no a las filas del Partido.
Al abordar este último asunto, Susely reconocía que no pocos jóvenes aluden a que no es su momento, quieren hacer un doctorado o visitar un familiar en otro país, «como si el Partido fuera algo que te obstaculizara tu proyecto de vida. Es lo contrario, es un reconocimiento, una manera de participar, de contar, asistir, de ser parte de lo que hoy rectorea nuestra sociedad».
Quizá por eso fue enfática al decir que en todo ello queda a los secretarios generales un combate fuerte para «romper tabúes, estigmas, para eliminar las justificaciones banales de algunos militantes. Hay que discutirlo con la agudeza que requieren estos tiempos, porque si responsables nos sentimos con el crecimiento de nuestra organización también lo somos con quienes somos su cantera.
«Tenemos la ardua responsabilidad de aglutinar, de sumar, escuchar, de trabajar y de preparar a ese universo juvenil. A lo mejor todos no son militantes de la UJC o del Partido, pero los sumamos a la fila de los revolucionarios, de los que siguen soñando con construir este país desde aquí y ven en él su proyecto de vida, jóvenes agradecidos que como nosotros queremos prosperidad, sostenibilidad y mejores resultados económicos para todos».
¿Dormidos en la silla?
Que los jóvenes no se queden sentados cuando de aporte al desarrollo económico y social del país, en especial en un territorio agrícola como Artemisa, que mucho puede hacer por la producción de alimentos. Esta necesidad se evidenció desde que Meyvis Estévez Echeverría, quien fue ratificada como primera secretaria del Comité Provincial de la UJC en el territorio, presentó el informe central de la cita.
Entonces habló de cómo existen muchachos que se han ido al surco a recoger papa, a sembrar frijol, a implicarse en la recuperación cañera, u otros cuya huella la han dejado en importantes inversiones que se han realizado en la provincia, como en el hospital Ciro Redondo, las casas u hogares de abuelo, la universidad, la escuela pedagógica…
Fe de ello dio Héctor Leal Ortega, secretario general del Comité UJC en la UBPC Felipe Herrera, quien contó cómo allí van jóvenes de otros lugares a participar de las labores que realiza la entidad. Y es como refería Tian Alberto Téllez Hernández, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria en la Facultad de Ciencias Médicas: «Nosotros no pocas veces nos quitamos la bata y el esteto y nos vamos para el surco a producir».
Aunque Yusdany Aguilar Anaya, joven de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, aludía que como generación «no se van a quedar dormidos en la silla», otros delegados alertaban sobre la necesidad de darles mayor intencionalidad a las acciones y que los comité de base entiendan que deben estar pegados a la gente, porque esa es su misión.
Bien lo ratificó Maylen Esperanza Martínez Abreu, primera secretaria del Comité Municipal de la UJC en Mariel, quien se refirió a que «tenemos que asumir nuestra tarea con amor, preparación y confianza». Y Meyvis Estévez Echeverría llamó a reconocer el trabajo individual de cada militante y a no enclaustrar al joven y darle la relevancia social por su esfuerzo.
Las nuevas generaciones no pueden perder espacio, alegó Andry González Pacheco, secretario general del Comité UJC en la escuela pedagógica Rubén Martínez Villena. Y en el argot popular apuntó que hay que darle el pecho a la situación, porque todo parte del ejemplo. «Tenemos que lograr que el corazón de cada joven vibre cuando participa en alguna actividad».
Uno se siente motivado porque esta generación que ha formado la Revolución está mucho mejor preparada y más consciente de las tareas que tienen hacia el futuro, les dijo Abelardo Álvarez Gil, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, a los delegados, y añadió que para defender a nuestro proceso revolucionario hay que tener un basamento político e ideológico y conocer la historia.
Tanto él como Gladys Martínez Verdecia, primera secretaria del Comité Provincial del Partido en Artemisa, significaron que, en lo que hagamos, las nuevas generaciones tienen un papel cardinal. «Al escucharlos y saber todo lo que hacen, uno se siente confiado en que la Revolución está en manos seguras por los jóvenes que tenemos, sobre todo en la base, dispuestos a defenderla».
Como aseguró la Primera Secretaria del Comité Nacional de la UJC, todo lo que rompa «con los dogmas, los esquemas, el burocratismo, con la falta de movilidad, de entusiasmo, es bienvenido en la organización, porque esta tiene que parecerse a su tiempo, tiene que conectar su misión con el momento en que estamos viviendo. Si no ocurre así nos desfasamos y los jóvenes se desconectan de nosotros».