Polémica de abril sobre el mañana Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:53 pm
Hace algunos meses, mientras esperaban en una parada de guaguas, dos jóvenes discutían, «a lo cubano», con gesticulación incluida, sobre varios temas actuales.
Hablaron de pelota, de la novela de turno, de los últimos celulares del mercado, de la lucha diaria y de otras cuestiones inherentes a la gente de este país.
Casi al final, como por carambola, cayeron en la juventud del presente y su organización de vanguardia, un asunto en el que no se pusieron de acuerdo.
Mientras el de más edad —frisaba los 30— habló de luces, aciertos, éxitos y actividades, el menor —de unos 22 o 23 años— se refirió a lunares, descuidos, «reunionismos», yerros...
La conversación, al final, reveló que, por encima de opiniones dispares, todavía existen en Cuba debates sobre un tópico que sobrepasa lo político y hasta lo social.
¿Cuántos en el país piensan como uno y cuántos como el otro? ¿Alguno posee la verdad absoluta? ¿Qué UJC tienen hoy los jóvenes y cuál quisieran tener? Con estas preguntas y con el diálogo inicial como acicates, JR fue al encuentro de muchachos de tres provincias (Guantánamo, Granma y Sancti Spíritus) para pulsar criterios que hacen falta más allá del próximo cumpleaños 55 de la Juventud. Sus respuestas probablemente encajen en cualquier territorio.
Que sean todos
Si hace unos años la UJC era mirada solamente para y por la militancia, ahora hay consenso en que la organización se ocupe y preocupe por todos los jóvenes.
Acaso por eso, en el diálogo con este diario la mayoría de los muchachos expuso que desean una Unión... más atractiva, con mayor nivel de convocatoria, más entusiasmo, capaz de trabajar con las nuevas tecnologías y de convertirse en un paradigma para longevos y lozanos.
Casi todos ponderaron los cambios experimentados en la organización en el último lustro, las conexiones entre militantes y no militantes, la respuesta en momentos cruciales, como la pérdida física del Comandante en Jefe, el protagonismo en la defensa del país. Claro, también manifestaron insatisfacciones.
Daniel Fernández Urgellés, por ejemplo, advirtió que la UJC necesita llegar más a aquella parte juvenil que está consumida por la vulgaridad, la banalidad y la superficialidad.
Para este profesor guantanamero de 24 años de edad, «hay debilidades que no podemos ocultar. Por eso el trabajo político tiene que desarrollarse de manera intencionada, sin recetas prestablecidas. Debemos aspirar entonces a que nuestros cuadros tengan mayor cultura general e integral».
Otro profesor de tierras del Guaso, Xavier Arrúe Pinto, de 27 años, dijo que «contamos con una organización fortalecida, comprometida, participativa, aunque creo que todavía necesita lograr que las nuevas generaciones tengan presente la historia de la nación, no solo en el discurso político, sino en su actuación, en su conducta».
Mientras la espirituana Ariadna López Cudello, cuentapropista de 26 años, expresó que se sentiría «motivada a formar parte de la Juventud si lograra acercarse a la pluralidad de personas. Reconozco que se han dado pasos de avance; por ejemplo, nosotros, los del sector no estatal, somos de su interés. Pero creo que se necesita de más originalidad a la hora de hacer actividades y que todavía hay formalismo».
Otro que ejerce esa actividad en el territorio más oriental del país, Rafael Herminio Antúnez Prado, de 23 años, consideró que la UJC reúne a los mejores, a muchachos serios, trabajadores y entusiastas. «Los hay que militan sin convicción, pero no son la mayoría».
Algo nuevo cada día
¿Por qué hay que reunirse siempre entre cuatro paredes? La interrogante la formuló el bayamés Yovanis Ariel Guerrero Solano, de 21 años, quien es técnico de nivel medio en Contabilidad.
Según él, de vez en cuando la asamblea mensual del comité de base puede celebrarse en un parque o, mejor aún, en un lugar histórico.
«Los estudiantes de la FEEM han pedido varias veces que la reunión de grupo no sea siempre en las aulas. Esa misma filosofía puede aplicarse a la UJC; incluso hasta para el desarrollo de los plenos municipales y provinciales; los jóvenes necesitamos romper esquemas».
Esa última oración de Yovanis encontró eco, de alguna u otra forma, en varios encuestados, como Geidis Arias Peña, periodista granmense recién graduada. Ella considera que no hemos de conformarnos con las conexiones necesarias, con lograr espacios para la recreación ni con algunas prácticas nuevas que se han realizado en los últimos tiempos.
«El protagonismo no puede convertirse en una palabra vacía, como a veces sucede; tiene que estar presente en cada lugar. Hay que soñar con hacer algo nuevo cada día en nuestras organizaciones de base y tal vez retomar algunas de las acciones que se hicieron en otra época, la de nuestros padres. Aquello marcó; ¿por qué no hacerlo ahora?», alegó.
Por su parte, Claudia Morgado Rodríguez, estudiante espirituana, recalcó que la UJC no necesita cambios estructurales porque su cometido sigue siendo el mismo que el de sus años fundacionales, pero algunas personas que encauzan su trabajo sí requieren cambiar y pensar como jóvenes.
Algo similar comentaron Liuber Martínez Torres, de 33 años, técnico en Agronomía en la tierra del Yayabo, el ingeniero en Informática Omar Moreno (30), de la Ciudad Monumento, y la comunicadora social Susana Rosales, bayamesa de 28 abriles.
Un reclamo encontrado en el sondeo fue el de incorporar más herramientas vinculadas a las nuevas tecnologías para cautivar a los bisoños, en lo cual se ha trabajado, pero falta. Algunos sueñan con páginas web más atrayentes, publicaciones digitales que sean frescas, atrevidas y rebeldes, aplicaciones para los teléfonos móviles, incluso hasta con videojuegos que exploten aristas juveniles.
¿Son imposibles? Parece que no, y la vida nos lo dirá.
Para todos los tiempos
Ivette Sorí Castro, una abogada espirituana de 29 años, fue una de las que tocó esencias cuando dijo que «estamos obligados a ser más espontáneos y revolucionarios a la hora de expresarnos como organización, para que sigan confiando en nosotros como verdadera vanguardia».
Ese criterio es clave, aunque todos los juicios han de aprovecharse mejor para que la Unión de Jóvenes Comunistas siga cabalgando hacia el porvenir no solo de 55, sino de 550 años más.
En esa aparente disparidad de conceptos muchas veces se encuentran soluciones, caminos para revolucionarse a diario.
Al final cada organización de base construye su propia UJC.
Y es clave que en instancias superiores sepamos pegar los oídos y las manos a la tierra; que cada polémica, por simple que parezca, como la de los jóvenes de la parada, ayude a repensar una Unión mejor, para cada abril y para todos los tiempos.