La jóven Beatriz Mejía se inspiró y le escribió una carta a Fidel en nombre de ella y de su padre. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 21/09/2017 | 06:43 pm
Este lunes, entre la una y casi las cuatro de la tarde, era un enjambre humano lo que se divisaba desde el Memorial José Martí, en la Plaza de la Revolución, y hasta en las calles por donde, en filas, avanzaba un pueblo para despedir a su Comandante en Jefe: al inmortal, como casi todos exclamaran, al preguntarles con qué adjetivo nombrarían a Fidel.
Algunos se cubrían del sol en las largas colas que debían hacer, previo a la entrada al Memorial. Muchos dejaban que el astro rey los salvase de la humedad que desde el 25 de noviembre, cuando se supo del fallecimiento de Fidel, les cubría el alma.
La foto principal escogida para el homenaje póstumo no pudo estar mejor pensada. Fidel, con su mochila de guerrillero, podrá llevarse los sueños y el dolor de este mundo. Los primeros para hacerlos realidad, los segundos para que desaparezcan, nos dijo la jovencita Brigitte Fernández, quien estudia en la Facultad de Química de la Universidad de La Habana.
Tomados de la mano, como para darse fuerza, los pioneros Rocío de la Caridad Quesada y Kevin Power se mostraban solemnes. Son criaturas precoces, convertidos en adultos ante una realidad que duele. «Es el último adiós a Fidel», dijo ella. Y él, al preguntarle qué echaría en la mochila al guerrillero que la gigantografía muestra en uno de los edificios aledaños a la Plaza de la Revolución, la misma que enaltece el Memorial, expresó: «La llenaría de besos, porque Fidel fue un hombre bueno».
Con los ojos humedecidos y la voz entrecortada, con una poesía a medio terminar, Rosmery Pérez salió del sitio del homenaje. Los versos que llevaba entre sus manos los compuso cuando estaba en sexto grado, hace algún tiempo. Desde entonces los guarda en la memoria, y esta es la primera vez que decidió llevarlos al papel, para dejárselos al Comandante entre las rosas que allí se le dedican.
A Fidel, aseguró Rosmery deberle la inspiración para hacerse bióloga y dedicarse al estudio de las plantas medicinales, porque él creyó que el mundo vegetal esconde secretos para curarnos, que podemos develar mediante la investigación.
Junto con esta jovencita, Beatriz Mejía también se inspiró y le escribió a Fidel en nombre de ella y de su padre. «Por motivos de trabajo mi papá está lejos de aquí, haciendo cosas por la Patria, y yo no puedo dejar de disculparlo. Ellos han compartido historias y han estado en trincheras que los hermanaron para toda la vida. Fidel debe saber que lo amamos por siempre. Aquí, de mi puño y letra, le envío esta carta».
Entre la multitud hay rostros conocidos como el actor René de la Cruz y el músico Alexander Abreu. Para ambos Fidel es y será eternamente fuente de inspiración para que la cultura cubana defienda sus raíces y sea abrevadero donde los cubanos enriquezcan su espíritu.
Estoy aquí, dijo René, también en nombre de mi padre, quien me enseñó junto a mi madre a querer y respetar al líder histórico de la Revolución. Estoy aquí con mis hijos, aguantando, cuando en realidad lo que siento es demasiado doloroso.
«Tuve la suerte de conocerlo cuando hicimos Memoria de un abuelo. En esa ocasión hablamos del pie plano que teníamos los dos. Entonces le dije que yo hubiera sido un estorbo para él en la guerrilla, porque a mí la loma que me gustaba era la de L y M.
«Me respondió que el problema era que yo no estaba siendo perseguido, y me hizo toda una explicación de cómo se caminaba en la Sierra Maestra y por qué la batalla de Alegría de Pío se perdió debido a que, entre otras adversidades, había muchos con pies planos como nosotros.
«Ese día me dijo que para la próxima vez que fuéramos a representarlo contáramos con él, pues también le gustaba la actuación», contó René de la Cruz, y al concluir algo transparente por su rostro rodó.