Compañeros de lucha y amigos acudieron a rendirle tributo a Pedro Miret este sábado. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 06:24 pm
El Segundo Secretario del Partido y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, José Ramón Machado Ventura, encabezó la última guardia de honor al destacado combatiente Pedro Miret Prieto, quien falleció este viernes en la capital cubana, y cuyas cenizas fueron expuestas ayer en el Panteón de los Veteranos del Cementerio de Colón, escoltadas de sendas ofrendas florales enviadas por Fidel y Raúl.
Acompañaron a Machado los miembros del Buró Político Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros; Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y Mercedes López Acea, vicepresidenta del Consejo de Estado y primera secretaria del Partido en la capital.
Estuvieron presentes también los miembros del Secretariado del Comité Central del Partido José Ramón Balaguer y Omar Ruiz Martín, así como el asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros José Ramón Fernández, y la general de brigada Delsa Esther «Teté» Puebla.
Un mensaje de despedida que estremeció corazones de familiares y amigos, se escuchó en voz de Valdés Menéndez, quien resumió las honras fúnebres recordando el quehacer revolucionario de Miret, el santiaguero que se inició en la lucha libertadora a raíz del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, se integró a la pléyade de los asaltantes del cuartel Moncada, y sufrió prisión en Isla de Pinos, como consecuencia del valeroso acto.
Ramiro aludió igualmente a que Miret partió a tierra azteca para participar en los preparativos de la expedición del Granma, de la que no formó parte por resultar detenido en ese territorio, y que tras su liberación regresó a la Isla para sumarse al Ejército Rebelde bajo las indicaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro, en la Sierra Maestra, en marzo de 1958, donde alcanzó el grado de Comandante en diciembre de ese año.
Sin obviar las diferentes responsabilidades de Miret en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde fungió como Viceministro Primero, ni su presencia al frente de la artillería en los combates de Playa Girón, Valdés Menéndez recalcó que fue un ferviente luchador económico, artífice del Fórum de Innovadores y Racionalizadores, que tantas soluciones ofreció en los momentos más difíciles del período especial.
En el adiós Ramiro subrayó que Miret integró el Comité Central del Partido, y fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Dijo además que había sido miembro del Buró Político a partir del Primer Congreso del Partido, en 1975, hasta su Cuarto Congreso. Finalmente anunció que las cenizas del incansable combatiente serán trasladadas al Retablo de los Héroes del Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, donde descansan los restos de asaltantes al Moncada.
Su ayudante y hermanos de lucha
El teniente coronel retirado Miguel Rodríguez Labrada perdió su nombre para convertirse en «Miguelito, el de Miret» luego de ser su ayudante personal durante la guerra, cuando apenas contaba 12 años y Miret tenía 32.
«Me cuidaba y yo lo cuidaba a él cuando integrábamos la Columna Uno. Al triunfar la Revolución, en 1959, alcancé el quinto grado porque él me lo exigió. Años más tarde me hice ingeniero en Armamento en la extinta URSS, adonde me enviaba cartas para recordarme mis obligaciones; y a la vez mostraba su preocupación por mi salud y me recalcaba que me alimentara y estudiara. Viví en su casa hasta que me casé tras cumplir los 27 años.
«Cuando enfermó sentí mucho dolor. Las relaciones que se hacen en la guerra son tan sólidas que pueden ser más fuertes que las relaciones de familia».
Como un recuerdo indeleble, el general de brigada José Morfa González conserva la imagen de Miret dirigiendo la artillería durante la invasión mercenaria a Playa Girón, mientras Arquímedes Fonseca, un integrante de la Columna dirigida por el Che en la Sierra Maestra, lo recuerda por su osadía, hablar pausado y comportamiento respetuoso.
Recuerdos inolvidables guardan también con absoluta nitidez René Oguis, integrante de la columna Uno, y el comandante Manuel Díaz —alias «el Galleguito»—, este último alcanzado por un mortero que le destrozó un pulmón, a quien el médico guerrillero Oscar Fernández Mell le salvó la vida al operarlo a sangre fría, en plena Sierra Maestra.
«Miret fue mi jefe cuando junto al general de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintras Frías, actual ministro de las FAR, y el Comandante Fernando Vecino Alegret, dirigíamos varias unidades artilleras en el país. Su capacidad y sencillez eran sus fortalezas para mandar y dar lecciones a sus subordinados», recordó Díaz. Como el hombre que encendió su vocación por la mecánica lo perpetuará Fulgencio Moisés Mola, quien realizó esa labor en la dirección central de la artillería que condujo Miret durante años. «Estimuló mi amor por el trabajo y la innovación, porque para este gran hombre no había obra pequeña, todo lo que resolviera un problema era para Miret digno de reconocer y respetar», acotó.