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Afincados al suelo

El 2015 ha sido declarado por Naciones Unidas como Año Mundial del Suelo. JR dialogó con el Doctor Olegario Muñiz Ugarte, quien considera impostergable velar por la calidad de este recurso

Autor:

Marianela Martín González

«Una de las principales prioridades del país consiste en la seguridad alimentaria, y es imposible lograr este objetivo si no cuidamos el suelo». Así nos comenta el Doctor Olegario Muñiz Ugarte, investigador del Instituto de Suelos, quien recientemente recibió en el Cuzco, Perú, un premio entregado, por vez primera, a tres destacados investigadores de la región por la obra de toda la vida.

Para este habanero nacido en 1944, licenciado en Química y Doctor en Ciencias Agrícolas, que preside la Sociedad Cubana de la Ciencia del Suelo y es miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba, fue un desafío conocer que la Estrategia Ambiental Nacional, en 1997, declaró la degradación de los suelos como el principal problema ambiental existente en el país.

Por eso estima que es impostergable seguir velando por la calidad de este recurso, para tratar de detener y revertir el proceso de degradación al que ha sido sometido.

—¿Cuál es la situación de los suelos cubanos?

—Los problemas no son privativos de Cuba. Nosotros poseemos un marco regulatorio para protegerlos. No obstante, estamos conscientes de que las condiciones tropicales propician la degradación. En Cuba tenemos una época de lluvia, durante la cual cae con frecuencia el 80 por ciento de las precipitaciones anuales.

«Si durante seis horas caen cien milímetros y el suelo no está protegido, ni cubierto, toneladas de esa materia son arrastradas a los ríos y al mar. Por eso debemos prepararlos para las siembras de forma tal que esto no ocurra.

«Tenemos que apostar por la agricultura de conservación, que se basa en tener todo el tiempo el suelo protegido, cubierto, para que cuando ocurran lluvias intensas no se pierda y para que cuando haya sequía, la humedad se mantenga dentro, porque ese arrope vegetal le ofrece protección».

—¿Por eso hay quienes defienden la existencia de marabú en algunas tierras ociosas?

—Es preferible tenerlas con marabú antes que descubiertas.

—¿Cuáles son los mejores suelos cubanos?

—Poseemos una gran variedad, pero es cierto que los ferralíticos rojos, en la llanura Habana-Matanzas y en Ciego de Ávila, históricamente se han considerado fértiles y productivos.

«Son suelos muy profundos y de buen drenaje. En 1928 Bennet y Allison, dos científicos norteamericanos considerados referentes entre nosotros por su libro titulado Los suelos de Cuba describieron a los (actuales) suelos ferralíticos rojos con contenido de hasta siete y ocho por ciento de materia orgánica.

«En estos momentos, pocos de estos tienen más de dos o 2,5 por ciento de materia orgánica, pues fueron explotados de forma intensiva y se preparaban con muchos pases de hierro. Todo eso contribuyó a degradar su estructura.

«Tan importante como las propiedades químicas son las físicas. Las malas prácticas compactan, los degradan. El abuso de productos químicos, como los fertilizantes nitrogenados, también afecta las propiedades de este sustrato natural.

«No soy enemigo de los fertilizantes. Considero que es imposible mantener una agricultura solo mediante el uso de abonos orgánicos. En primer lugar porque no hay suficientes; y en segundo porque cuando se cosecha un cultivo, debe velarse porque haya un balance positivo de los nutrientes. Los nutrientes que salen del campo con los productos cosechados, deben ser menores que los que se aplicaron. Si no ocurre así, estamos empobreciendo al suelo.

«En muchas ocasiones se obtienen buenos rendimientos con el empleo de abonos orgánicos, pero no se dan cuenta de que, en ocasiones, eso es a costa del contenido de los nutrientes que ya existían. A mediano y hasta a corto plazo así se contribuirá a la degradación del suelo. Esto, debo aclarar, no niega el exitoso movimiento de la Agricultura Urbana, con características muy particulares.

«El Instituto de Suelos promueve el manejo integrado de la nutrición, el cual se basa en la rotación y diversificación de los cultivos. Debemos apostar por el empleo de todas las fuentes de nutrientes, incluyendo los llamados fertilizantes químicos (fertilizantes minerales), cuando se emplean adecuadamente, y los biofertilizantes.

«Otro elemento que se debe considerar es el reciclaje de los residuos de cosecha. Para que se tenga una idea de lo que esto significa, es bueno saber que el 70 por ciento del potasio de la planta de arroz queda en la paja del mismo. Si este residuo de cosecha lo sacamos del campo, se lo damos a los animales —como hay que hacer en ocasiones— y no lo reincorporamos a la tierra, estamos perdiendo ese nutriente básico del suelo e importantísimo para ese cultivo.

«Cuba ha desarrollado una gama de biofertilizantes muy variada que permiten, de forma conjunta con las restantes fuentes de nutrientes, lograr rendimientos sostenibles y proteger el suelo. De ahí la importancia del manejo integrado de la nutrición. La sabiduría campesina es muy importante y por eso debemos trabajar con los productores sin imponerles criterios, sino intercambiando experiencias con ellos.

«Regresando a los suelos ferralíticos rojos, estos no son los más abundantes en Cuba. Son los pardos, pero existe también otra amplia gama de suelos. De lo que se trata es de explotarlos de forma adecuada, mediante, por ejemplo, el empleo de la clasificación agroproductiva de los mismos.

«No obstante, todos pueden producir: unos más, otros menos. Hay situaciones extremas, pero no son mayoría. Un ejemplo son los suelos pinareños ferralíticos cuarcíticos (alíticos), de textura arenosa, que sustentan la producción del mejor tabaco del mundo».

—Se asegura que el 50 por ciento de los rendimientos productivos se deben a la calidad de la semilla. ¿Qué porciento de este indicador se le atribuye a la calidad del suelo?

—Es cierto, pero eso se logra en condiciones óptimas de los otros factores, porque el rendimiento depende de muchos factores, y por tanto de cómo se encuentren los suelos, del riego; de la fertilización y de que no se nos enyerben los cultivos, entre otras razones para tener en cuenta, como las labores de poscosecha.

En el XX Congreso Latinoamericano de la Ciencia del Suelo, donde Muñiz Ugarte recibió el Premio a la obra de toda la vida, junto a dos colegas de la región, participaron 1 100 delegados y se abordaron novedades relativas a la temática de los suelos como la Cartografía Digital y el efecto del Cambio Climático. Incluso se presentó el Nuevo Atlas de Suelos de América Latina y el Caribe, en cuya elaboración participaron especialistas cubanos.

«Cuando agradecí el premio, aclaré que era un reconocimiento a la ciencia cubana  del suelo y al trabajo de muchos científicos. Cuba durante muchos años ha tenido grandes logros en ese campo.

«Es el único país del mundo que tiene un mapa de suelos a escala 1:25 000, concluido en 1990. Para realizarlo hubo que tomar muestras, analizarlas y describir más de 70 000 perfiles de suelo a lo largo del país.

«Otro fruto de la ciencia que exhibe Cuba es la anteriormente mencionada Clasificación Agroproductiva de los suelos, la cual posibilita conocer la aptitud de estos para los principales cultivos del país.

«En el año 2000 se inició en la Isla el Programa Nacional para el Mejoramiento y Conservación de los suelos (Pnmcs). Somos de los pocos países en el mundo que cuentan con esta plataforma, mediante la cual el Estado financia a los productores el empleo de medidas para su protección, como es el uso de los abonos verdes.

«La introducción más reciente es la de los Polígonos de suelo, que consiste en establecer áreas demostrativas basadas en la práctica del Manejo Sostenible de la Tierra (MST)».

Los 17 polígonos que existen a lo largo del país están conformados por fincas de productores en los que las instituciones científicas, bajo la rectoría del Instituto de Suelos, introducen sus experiencias en el mejoramiento y la conservación de ese recurso y también de los hídricos, de forma integral, con el fin de que sirvan de ejemplo a los restantes productores.

—¿Otros esfuerzos que se realizan en aras de la salud del suelo?

—Existe una iniciativa de la FAO que se llama Alianza Mundial por el Suelo, que se inició hace aproximadamente dos años. Esa iniciativa nos ha hecho ver que Cuba puede ayudar con su experiencia a la región, y a la vez nutrirnos de nuevas experiencias.

«Como parte de la anterior, surgió la Alianza para la subregión de Centroamérica, México y el Caribe, cuyo lanzamiento se hizo en La Habana en octubre de 2013. Asistieron 15 países y se realizó un diagnóstico del estado de sus suelos, así como una propuesta de acciones para mejorar la calidad de los mismos.

«También se eligió un comité directivo para esa subregión, que lo preside Cuba, y se trabaja en un plan de implementación para lograr concientizar a productores y decisores de la importancia del manejo sostenible del suelo.

«Es bueno estar consciente de que si importantes son los bosques como sumideros que secuestran el CO2 del aire para mitigar al cambio climático, más importantes son los suelos con ese fin. Si se logra progresivamente rehabilitar nuestros suelos degradados, estaremos haciendo un significativo aporte a la lucha contra el cambio climático. Por eso la FAO plantea la necesidad de lograr suelos saludables».

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