Toda una jornada de debate sobre el presente y futuro del Consejo de Jóvenes Plaza Martiana. Autor: Cortesía del autor Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
La esencia es lo único que nunca debe perderse. Eso lo saben muchachas y muchachos del Consejo de Jóvenes Plaza Martiana. Y porque un salón no es lo que otorga seriedad a las reuniones, sino lo que en estas se debate, y porque la juventud debe ser como la soñó Guevara, alegre y profunda, la reunión nacional de este Consejo de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM) fue a tomar como escenario la Isla de la Juventud, con todos sus parajes naturales y tocados por la huella de la historia.
Quizá por aquella metáfora de que ver la Isla desde lejos proporcionaría una visión íntegra del quehacer cotidiano de estos incansables guerrilleros al estilo de los tiempos que corren, o también porque estos martianos y martianas de nueva generación no quieren perderse el intercambio de experiencias con ningún rincón de Cuba, pusieron su destino en barco o avión con «miles» de horas de retraso para tocar tierra pinera.
Algunos rostros fueron primerizos (como el de Yusnier, el avileño dicharachero protector de muchachas despistadas), pero llegaron con el ímpetu de los más añejos (en eso de ser longevo nadie se atreve a discutirle al Dani, también de la tierra de la piña, y en cada debate dueño de argumentos incomparables, que quiebran el aire aunque la dulzura de los ojos no se pierda). Dentro del club de la popularidad siguieron con su lugar cimero el intranquilo Rodolfo y el conversador santiaguero Yasmani. Se sumaron las muchachas de Las Tunas.
También estuvieron las manos (y hasta los pies) de las anfitrionas, las isleñas Ileana y María, batalladoras sin descanso para garantizar las mejores condiciones, aunque se sabe que en el arte de los recursos los martianos ya están consagrados en eso de adecuarse a las situaciones difíciles.
No quedó fecha por celebrar durante la reunión-excursión. Desde el 12 de agosto comenzó todo con los festejos por el Día Internacional de la Juventud. El 13, ya se sabe, toda Cuba anduvo de jolgorio. Y la Isla nunca se ha quedado atrás. Los de Plaza Martiana se adueñaron del hermoso bulevar temático (con cada cuadra dedicada a distinguir una característica de su municipio especial) para cantar junto a los de la galería Martha Machado las felicidades que más alto se han registrado en los cumpleaños de nuestro Fidel. Y recordaron al gigante René González, por supuesto.
El 14 la fiesta fue por otro año más de juventud eterna para Amaury Hechevarría, vicepresidente de la Sociedad que guía a los del Consejo con un entusiasmo contagioso del que casi nadie logra salvarse.
«El que sabe y el que sube»
Como cada año trae su propio sabor (aunque las discusiones candentes para construir en colectivo sean punto fijo en toda agenda) esta vez se «puso en la tarima» el encuentro de criterios sobre la esencia misma de Plaza Martiana. Porque quienes conocen el Consejo a fondo saben que lo importante, lo distintivo, lo trascendente, es esa manía imparable de crecer y llevar el Apóstol a todas y todos.
Con el sello propio, con las palabras que rompen barreras en vez de crearlas, con las caminatas, escaladas, recorridos de llamas martianas por Cuba; con Martí brotando lo mismo de una obra de artes plásticas, de una investigación, que del sentir de un obrero metalúrgico como los que a cada rato llegan a los encuentros de Plaza Martiana para aprender y enseñar, los tres años de existencia del Consejo han marcado una diferencia en el hacer de las nuevas generaciones.
Y porque de eso se trata, de crecer y fundar, se apuesta porque en las actividades participen quienes sean capaces de dejarse contagiar por el amor al más grande de los cubanos y crear un compromiso inextinguible con su ética. «El que sabe y el que sube», bromean algunos en alusión a la combinación imprescindible entre pensar, sentir y hacer.
Se vuelve entonces a esa verdad que nos enseñara Cintio Vitier al dibujar al Apóstol como una tabla de salvación para Cuba. Y eso es lo que persiguen los de Plaza Martiana: «enredar» cada vez más a la juventud que quiere sentir y hacer, siempre con la guía de Martí, aunque a veces ni lo sepan. Para ello está la profundidad detrás de la alegría que el Che quiso para la juventud.
Más allá de la isla
Pero el intercambio fue recíproco. Además de los incontables buenos recuerdos que de la Isla de la Juventud se llevan los jóvenes amantes del Apóstol, su huella quedó en varios sitios.
Plaza Martiana rememoró las jornadas de estudio de los moncadistas en la academia Abel Santamaría, del entonces llamado Presidio Modelo.
La escuela que sirvió de alojamiento (pidiendo permiso por una vez a la tradición del Consejo de establecerse en casas de vecinos) se ganó en su entrada al Che y Martí en perfecta fusión que distingue a Plaza Martiana. Esta vez el dibujo corrió a cargo de Yuri y Abel, responsables de varias paredes marcadas eternamente por el paso de los más nuevos de la sociedad.
Y en la estación meteorológica de Punta del Este, Rosa Alicia y Rubén (ceramistas y padres de la inquieta y amistosa Lucía, pequeña con récord en caminatas martianas) obsequiaron una reproducción cerámica de las pinturas aborígenes únicas que se encuentran en el monumento arqueológico que es la cueva número 1, junto al resto de las que se hallan en esa zona de la geografía pinera. La recibieron y explicaron sobre la labor del centro, Damaris Enamorado y Andrés Mendoza, en representación de los trabajadores de esa estación que tanto ha significado en tiempos de huracán.
En el Museo Presidio Modelo la conversación fue extensa. Porque se sabe que no hay ser con Martí entre las venas que quede sin preguntar. Y ante la preocupación general que transmitió el presidente guantanamero Daniel, Isabel Venero López, directora de la institución, no dudó en poner al tanto sobre las posibilidades de resguardar ese patrimonio histórico que tanto ha sufrido el paso del tiempo y los desastres climáticos, y que requiere una inversión millonaria para continuar recibiendo visitas. Adelantó también que se prevé la apertura de una nueva sala para 2015, conmemorando la excarcelación de los moncadistas en el aniversario 60.
La finca El Abra, como suele ocurrir, trajo la gracia de contemplar la cama en la que descansara nuestro Pepe cuando iba a ser desterrado de su Patria. Allí conmueve por la ternura la foto que él dedicara a la señorita Adelaida. Y, por supuesto, dialogar con algunos de los familiares de quien diera albergue al Apóstol.
Y ahora qué
La historia de Plaza Martiana sigue. Después de la reunión de presidentes, ya está el plan de actividades para lo que queda de este año y el venidero.
Toda una jornada de debate sobre el presente y futuro del Consejo de Jóvenes Plaza Martiana.
Parecerá una paradoja, pero el plan comienza sin plan, pues el próximo 10 de octubre cumplirá años el Consejo y ha quedado para la ocurrencia de cada cual lo que pasará ese día. En marzo, para recordar al eterno comandante Chávez, Plaza Martiana tendrá su Cuarto Encuentro Nacional, que como ya es costumbre reunirá a alrededor de 160 jóvenes de todo el país.
Abril se llenará de acampadas martianas y mayo se moverá con los encuentros provinciales. Junio llegará premiado de alturas y cumpleaños de Che y Maceo, una tradición ya enraizada entre los martianos y martianas. Y este año, para no dejar caer el espíritu caminante, la Isla se volverá a poner en vilo por la tercera expedición Ruta de Cuba por el Camino de las Cien Ceibas. Y eso es todo. Por ahora.