«Hemos escrito una versión de la historia de los aborígenes de Cuba, organizada de acuerdo con una nueva clasificación. Abarca los 6 000 años iniciales de presencia humana en la Isla y explica cómo era la vida de los aborígenes en la Sociedad de apropiadores pretribales y tribales», subraya el doctor Enrique Alonso Alonso. La historia de Cuba comenzó hace al menos seis milenios —o antes— cuando navegantes de embarcaciones movidas por remos arribaron a la Isla, procedentes del norte o del sur del continente americano.
La Mayor de las Antillas recibía probablemente por aquella época a los primeros seres humanos que pisarían sus tierras. La exploración de nuevos territorios en busca de otras fuentes de recursos naturales promovía la migración, igual que ocurrió en toda la historia de la evolución humana.
Como testimonio de aquellas estadías originarias, llegan hasta nuestros días algunas pruebas materiales, entre esas restos humanos, de animales y herramientas. Interpretarlas, para acercarse al conocimiento de nuestra más larga etapa histórica (alrededor de 6 000 años antes del presente), conforma el quehacer de la arqueología aborigen.
Esta ciencia no solo centra su mirada en el objeto tangible, concentrado en un resto óseo o lítico, sino también encamina sus perfiles al ente biológico y social al que perteneció esa materia, y mucho más: indaga sobre el proceso de formación y desarrollo de aquellas primeras comunidades.
El resultado de esas investigaciones debe llegar pronto a la sociedad, destinataria fundamental de cualquier avance científico, pero, en ocasiones, diversas circunstancias conspiran contra este fin, entre ellas la complejidad del lenguaje especializado, capaz de hacer ilegible el mensaje al más perspicaz de los receptores no expertos.
Tal es el caso de las denominaciones utilizadas hasta ahora para clasificar a los primeros habitantes de la Isla. La diversidad de nombres, solo «traducibles» por expertos, impide la comprensión. Para solucionar esa dificultad, y asimismo transmitir los nuevos avances de esta disciplina en el país, investigadores del Instituto Cubano de Antropología, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, proponen una nueva periodización y nomenclatura para los grupos aborígenes de Cuba.
«Es importante que los científicos nos pongamos de acuerdo para facilitar la comprensión de las personas no expertas en el tema. Además, que acojamos una nueva nomenclatura también tiene un impacto positivo para el trabajo de los investigadores cubanos y de la región centroamericana y del Caribe», apunta José Jiménez Santander. «La idea es contar con una clasificación que esté basada en etapas históricas y no en actividades económicas, aspectos sociales o etnológicos», subraya Ulises González Herrera, jefe del Departamento de Arqueología de la mencionada institución y participante en la nueva propuesta.
«Hemos definido dos etapas: la Sociedad de Apropiadores pretribales y la de Productores tribales. En la primera contextualizamos al hombre temprano (más de 3 000 años antes del presente, A.P.), al medio (de entre 3 500 años A.P. hasta el siglo XVI de nuestra era) y al tardío (de alrededor de 2 000 años A.P. y hasta el siglo XVI de nuestra era). La segunda, con un solo período, abarca desde unos 1 500 años A.P. hasta los primeros siglos coloniales.
Según explica el investigador, la propuesta de nueva periodización y nomenclatura de los aborígenes cubanos se sustenta en tres factores: en el concepto filosófico de Formación Económico Social; en similitudes de los grupos humanos que vivieron en los dos períodos, y en el registro arqueológico.
«Nos basamos en la organización social, indicador que describe el desarrollo esencial de estas sociedades en un momento dado», añade.
Las relaciones de propiedad en ambos períodos son comunitarias, pero en la Sociedad productora tribal tienen establecida la propiedad sobre el territorio que habitan, aclara González Herrera. «Esto determina que las relaciones sociales de producción sean muy diferentes en una y en la otra. El período más confuso y menos estudiado es el de transculturación, en el que se funden biológica y culturalmente ambas sociedades comunitarias. Esa es la imagen que ven los cronistas cuando llegan a Cuba y a las Antillas», argumenta el investigador.
Las denominaciones generan identidadEscena aborigen. Ilustración: José Martínez El estudio de una ciencia impone clasificaciones y estas deben ser comprensibles para las personas en general, especialmente cuando se trata de conocimientos históricos, debido a su incidencia social y a que generan identidad; no son simples nombres.
«Las denominaciones que se utilizan actualmente son disímiles. El receptor no especializado desconoce qué tipo de aborígenes son clasificados como siboney, guayabo blanco o cayo redondo, protoarcaico o arcaico. El exceso de nombres provoca un rechazo al tema», refiere José Jiménez Santander, director del Museo de Historia Natural de Santiago de Cuba, otro de los participantes en el proyecto sobre las nuevas nomenclaturas.
«No se trata de criticar a los autores que establecieron esas clasificaciones; ellos hicieron lo que correspondió en su momento. Pero la ciencia avanza y los conceptos se modifican. Nuestro objetivo es tratar de lograr un consenso nacional, para que todos utilicemos la misma nomenclatura y así facilitar el nivel de comprensión sobre esta temática. Hemos transmitido esta propuesta a todas las instituciones relacionadas con la arqueología en nuestro país», aclara.
Para el doctor Enrique Alonso Alonso, investigador del Instituto Cubano de Antropología y uno de los principales impulsores del nuevo proyecto, «también es importante organizar una nueva nomenclatura porque las cartillas que recogen los datos de las excavaciones, las discusiones teóricas y la historia que se escribe, se hacen basadas en diferentes clasificaciones.
«Pienso que todos los científicos estamos preparados para aplicar una nueva nomenclatura y que la sociedad cubana está necesitada de que tenga lugar este acuerdo entre nosotros», opina el investigador.
Primera parte de la Historia de CubaExplicar cómo fue la vida de los primeros habitantes de Cuba es lo más importante. «Hay muchos errores en la comprensión de esa parte de nuestra historia», subraya el doctor Alonso.
«La propuesta de nueva periodización y nomenclatura de los aborígenes cubanos se sustenta en tres elementos: el concepto filosófico de Formación Económico Social, las similitudes de los grupos humanos que vivieron en la etapa pretribal y tribal y en el registro arqueológico», define Ulises González Herrera. «Es necesario que pueda entenderse el papel desempeñado por aquellas poblaciones, que habitaron la Isla durante miles de años antes de la conquista hispánica, en el devenir de nuestra nación. Desde que Colón llegó a Las Américas hasta la actualidad solo han transcurrido algo más de 600 años».
«Queremos promover un paso de avance en ese sentido y, además, puntualizar bien lo que no está totalmente demostrado, para que las investigaciones puedan encaminarse a resolver los problemas e incógnitas que todavía persisten.
«Hemos escrito una versión de la historia de los aborígenes de Cuba, organizada de acuerdo con la nueva clasificación. Abarca los 6 000 años iniciales de presencia humana en la Isla y explica cómo era la vida de los aborígenes que vivieron en la Sociedad de apropiadores pretribales y tribales.
«Hablamos de cómo era su economía, organización social, costumbres y relaciones con la naturaleza. Nuestra idea es que este se convierta en un manual de consulta para todos los educadores, no en un libro de texto», concluyó el científico.