La tecla del duende
«Estoy como Garrik», me dijo el buen hombre, y al notar que no sabía el poema de Juan de Dios Peza, comenzó a recitármelo con voz adolorida:
Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—/ el pueblo al aplaudirle le decía:/ «Eres el más gracioso de la tierra/ y el más feliz…» Y el cómico reía.// Víctimas del spleen, los altos lores,/ en sus noches más negras y pesadas,/ iban a ver al rey de los actores/ y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,/ llegóse un hombre de mirar sombrío:/ «Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso/ como esta palidez del rostro mío.// Nada me causa encanto ni atractivo;/ no me importan mi nombre ni mi suerte/ en un eterno spleen muriendo vivo,/ y es mi única ilusión, la de la muerte».
—Viajad y os distraeréis./ —¡Tanto he viajado!/ —Las lecturas buscad./ —¡Tanto he leído!/ —Que os ame una mujer./ —¡Si soy amado!/ —¡Un título adquirid!/ —¡Noble he nacido!// (…) —Me deja —agrega el médico— perplejo/ vuestro mal y no debo acobardaros;/ Tomad hoy por receta este consejo:/ sólo viendo a Garrik, podréis curaros./
—¿A Garrik?/ —Sí, a Garrik… La más remisa/ y austera sociedad le busca ansiosa;/ todo aquel que lo ve, muere de risa:/ tiene una gracia artística asombrosa.// —¿Y a mí, me hará reír?/ —¡Ah!, sí, os lo juro,/ él sí y nadie más que él; mas… ¿qué os inquieta?/ —Así —dijo el enfermo— no me curo;/ ¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta./ (…).
No pude romper el silencio. Es amarga la circunstancia de quien reparte vida, y siente amenazada la suya. Pero sucede que el entusiasmo, cuando mucho se ejerce, vuelve siempre a las manos generosas. Y al llamarlo nuevamente, lo noté, otra vez, con su bondad risueña. Entonces recordé para él, aunque no le dije, a Benedetti, al gran Mario que hace poco cumplió un año de eternidad…
Defender la alegría como una trinchera/ defenderla del escándalo y la rutina/ de la miseria y los miserables/ de las ausencias transitorias/ y las definitivas// Defender la alegría como un principio/ defenderla del pasmo y las pesadillas/ de los neutrales y de los neutrones/ de las dulces infamias/ y los graves diagnósticos// Defender la alegría como una bandera/ defenderla del rayo y la melancolía/ de los ingenuos y de los canallas/ de la retórica y los paros cardiacos/ de las endemias y las academias// Defender la alegría como un destino/ defenderla del fuego y de los bomberos/ de los suicidas y los homicidas/ de las vacaciones y del agobio/ de la obligación de estar alegres/ (…).
Este sábado, en el Café Literario del Centro Cultural Guajiro Natural, a las 3:00 p.m., se encontrarán los tecleros de Bayamo. Tema: Mi libro preferido.
Debo confesar que nací a una edad muy temprana. Groucho Marx