Los que soñamos por la oreja
Lamentablemente continuamos sin resolver el asunto de que entre nosotros se conozca el trabajo de los artistas que residen fuera de La Habana. No soy de los que crea en el fatalismo geográfico, pero lo cierto es que para los que viven en lo que se suele decir «el interior» es muy difícil promocionarse en los principales medios de comunicación cubanos y que radican en La Habana. Por razones como esa, la obra de músicos de altísima calidad no se conoce como debiera ser.
Tal es el caso del avileño Yoan Zamora, para mí uno de los trovadores de nuestro país que en la actualidad posee una cancionística tremendamente sólida y con valores dignos de haber corrido mejor suerte que la que ha tenido hasta el presente. Formado en esa cantera de cantautores que desde hace años resulta la Universidad Central de Villa Clara Martha Abreu y que está nucleada en torno al proyecto denominado Trovuntivitis, cuando uno escucha sus composiciones de inmediato se percata de las cercanías ideoestéticas con el quehacer del nutrido grupo de cantautores villaclareños y que en el presente, en conjunto, es de lo más llamativo en el panorama de la Canción Cubana Contemporánea, de la que Yoan no es solo exponente sino también todo un activo promotor. En ese sentido, quiero reproducir unas palabras suyas, declaradas en una entrevista publicada en El Caimán Barbudo y concedida a mi buen amigo, el periodista Bladimir Zamora:
«Me he propuesto, además de dar a conocer mi obra, trabajar a favor de la salvaguardia del patrimonio sonoro de Ciego de Ávila y, paralelo a mi carrera, invierto mucha energía en aprender, investigar y sensibilizar a las instituciones sobre la importancia de preservar la memoria sonora colectiva como uno de los baluartes que conforman nuestra identidad».
Fundador del grupo Séxtasis, más tarde rebautizado como Warapo, y de peñas como las denominadas Cuerda rota y Trovándote (esta última en compañía del realizador audiovisual Jorge Luis Neyra y luego devenida Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores) pese a que Yoan Zamora lleva ya casi 20 años en las lides musicales, recién es que se ha conocido su ópera prima, un disco resultado de una grabación en vivo registrada en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, a propósito de uno de los conciertos pertenecientes al ciclo denominado A guitarra limpia.
Para la ocasión, Yoan armó una banda de respaldo, integrada por músicos de su terruño que en lo fundamental laboran en el circuito turístico de Ciego de Ávila. Justo en lo concerniente a las funcionales y hermosas orquestaciones realizadas para este puñado de melodías de Zamora, radica uno de los rasgos distintivos del fonograma. No siempre los arreglistas consiguen revestir las piezas de origen trovadoresco de un modo equilibrado y lograr que dicho trabajo sea el complemento justo para la canción, algo conseguido con creces en esta oportunidad.
Aparecen en el fonograma nueve temas de Zamora, un repertorio conocido de anterioridad por los que nos movemos en el circuito trovadoresco. Así, disfrutamos de Globalización (quizá la obra del creador que mejor suerte ha corrido en lo concerniente a la difusión), Hija de dios, No se toca (bella composición dedicada a su hija), En lo que he sido, Orfandad, Constelación, Letanía (con destacado desempeño del trompetista en el solo), Equilibrio (de las que más disfruto en cuanto a su orquestación) y Nana para Alejandro (también con un bien facturado arreglo).
Álbum que fuese nominado en la categoría de Nueva Trova durante la emisión del premio Cubadisco 2015, por sus notables valores, tanto en música como en texto, debería ser difundido por nuestros medios de comunicación, cosa que hasta ahora no ha sucedido y que tampoco creo que pase.