Acuse de recibo
Luis Orlando Reyes Batista (Edificio 8, apartamento 29, Micro Norte, Morón, Ciego de Ávila), cuenta que allí los medicamentos se distribuyen en las farmacias en semanas alternas. Y por indicaciones de la empresa provincial se prohíbe la divulgación previa de estos el día anterior. Es después de recibidos, que se sabe lo que llegó, y ello ocasiona muchos problemas.
Por lo regular, dice, un gran porciento de las personas que acuden al lugar son de avanzada edad, que padecen enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, cardiopatías, trastornos gástricos, nervios y otras afecciones propias de la edad. Sin embargo, desde la madrugada hacen la cola «a ciegas», sin conocer si el medicamento que necesitan está en existencia.
Pocos minutos antes de que abra la farmacia es que se dan a conocer los medicamentos recibidos. Y en ese momento se agudizan las problemáticas. Los que no necesitan de los productos que entraron tienen que marcharse y lo hacen angustiados, deprimidos, molestos y de mal humor.
Y quienes deben seguir en la cola tienen que salir a diferentes lugares con el objetivo de conseguir una receta y tratar de que no se les pase el turno. Todo ese proceso es una odisea que hay que vivir.
Ello, añade, ha sido objeto de planteamientos y quejas, pero no ha habido respuesta. Y se desconoce el porqué de ese «secretismo» que hace mucho daño físico y síquico a las personas que debían ser protegidas según se orienta por la máxima autoridad del país.
«¿Cuál es el objetivo de ocultar la existencia de los medicamentos?, cuestiona. ¿Qué se persigue con esto? Estoy plenamente convencido de que cualquiera que sea el motivo, nunca va a ser más importante que cuidar y proteger a esas personas.
«El listado con los medicamentos que entraron debe publicarse después de haber sido recibido por la unidad, incluso con las cantidades que se recepcionaron. Es transparencia para evitar los maltratos y vejaciones que se ocasionan por gusto.
«La derogación de esta medida diabólica ayudaría al bienestar de muchas personas, ya que ocasiona daños irreparables e irreversibles. Que las farmacias funcionen acorde con las necesidades de la población es una prioridad», termina.
Yaile Bordón González (Calle 16, No.57, El Canal, Jesús Menéndez, Las Tunas) cuenta que el 1ro. de septiembre de 2022 compró un televisor por valor de 406 MLC en una tienda de su municipio. Y al año y tres meses y medio el equipo se rompió. Lo llevó por la garantía al taller correspondiente, y le explicaron que no tiene arreglo, que le van a devolver el dinero.
«Me hicieron todos los papeles para la devolución, afirma. Y cuando llego a mi municipio y voy a la tienda donde lo compré, me piden mi tarjeta y me dicen que no me lo pueden depositar ahí porque no es la tarjeta de la compra. Que tengo que ver a la económica de la entidad para que me haga una serie de trámites y mandar los papeles para La Habana.
«Eso fue el 23 de diciembre de 2023. La tarjeta con la que yo hice la compra se me rompió y yo tengo otra tarjeta. A principios de año fui a la tienda y la muchacha que estaba me dijo que ya los papeles los habían mandado para la provincia.
«A mediados de enero fui a la tienda de nuevo y me explicaron que a los papeles hay que hacerles copia. Yo les hice copia a todos los papeles, los entregué. Como dos días después me localizaron y me dijeron que tenía que ir al Banco a pedir un respaldo de mi cuenta bancaria. Fui y solicité el respaldo. Me lo dieron y lo entregué. Me dijeron que todos los papeles estaban listos para mandar a provincia. Llamé a provincia el 22 de febrero y me dijeron que sí, que mis papeles ya los habían mandado para La Habana.
«El 22 de abril me llaman de la tienda y me dicen que de La Habana habían mandado los papeles para atrás porque el número de cuenta estaba mal, que tenía que ir al Banco de nuevo a solicitar un respaldo de la cuenta. Fui al Banco, lo pedía, lo entregué y me dijeron que como ya los habían aprobado en La Habana apenas llegara el papel del respaldo me devolvían el dinero.
«Llamé a la tienda días después, y me dijeron que sí, que los habían mandado para provincia. El 15 de julio, casi tres meses después, llamé a la tienda para preguntarle a la económica por mi dinero y me dice que recibió un correo de La Habana que tengo que ir al Banco de nuevo a pedir otro respaldo de mi cuenta.
«¿De quién es la culpa del mal trabajo? ¿Por qué tengo que dar tantas carreras por algo que pagué al contado? ¿Por qué no me lo devuelven?», concluye.