Acuse de recibo
En un país con tantos problemas y déficits acumulados en materia de vivienda, es vergonzoso que los insuficientes esfuerzos y gastos estatales en tal sentido se dilapiden en chapucerías sin control ni exigencia, como las que se cuentan hoy.
Lázaro Soriz Boggiano, quien reside en la localidad Manaca-Iznaga, del municipio espirituano de Trinidad, cuenta que por sus necesidades habitacionales, recibió un módulo de casa de parte del Estado, que fue ejecutada por la UBPC Fidel Claro, de Caracusey.
Pero a la vivienda le faltó construirle el servicio sanitario, la meseta de la cocina, el clóset y la limitación del patio, entre otros objetivos.
Señala Lázaro que fue a la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV) a plantear el problema, y no le han dado respuesta. Pero sí lo visitó un representante de la DMV para que él firmara, y así conferirle la propiedad de aquello trunco. Y él se negó a estampar su firma, por no estar de acuerdo. ¿Qué dice al respecto la DMV de Trinidad?
Algo similar le sucedió a Luis Amate Pomariega, agradecido porque se le asignó una vivienda, construida por la ECOA 3, en Ayestarán 217, apto. 8, entre Perfecto Lacoste y Néstor Sardiñas, en La Habana.
Pero a la vez Luis está bastante molesto, porque la ECOA 3 dio por terminada su vivienda, a pesar de un sin número de malos acabados y chapucerías.
Sí, afirma que no hay un objeto de obra donde no se perciba chapucería desde el techo, entre pisos, baño, puertas, ventanas, rodapiés…
«Han pasado cuatro años, y todos los malos trabajos están saliendo a flote, afirma. Todo ha quedado en total silencio y olvido. Nada se resuelve, y he tenido que reparar por mi cuenta todas las chapucerías cometidas.
«Cuánta fue la felicidad por las viviendas para nueve familias, y cuán notorio ha sido después. Nos encontramos con la no legalización de las propiedades. Y para tener la propiedad de la vivienda, e instalado el gas, hay que irse por encima de la Ley», concluye.
Fernando Acedo Guethon escribe desde el Consejo Popular de Tacajó, en el municipio holguinero de Báguanos, para revelar las insatisfacciones de los residentes en esa localidad con los problemas de conexión allí.
«Gastamos mucho dinero tratando de enviar un mensaje, manifiesta. Bajar un video y hasta una simple imagen es imposible. Por otra parte, la wifi no funciona. Nadie puede conectarse porque, según dicen, hay muchas casas conectadas, y se excede su capacidad.
«Esto, asegura, lo sabe el municipio. Todos llamamos y nadie soluciona el problema», concluye.
Delvis Disotura Hinojosa, quien reside en Calle A no. 18, en el barrio de Los Pinos del municipio guantanamero de Imías, refiere que como asmática que es, le asignaron el servicio de gas licuado por dos ocasiones al año.
Y en este 2024 se hizo la primera distribución en febrero y no lo recibió. Lo más preocupante es que, con todo su derecho como consumidora legal de ese servicio, ha llamado varias veces a la empresa del Gas de Guantánamo, y no ha tenido respuestas convincentes del porqué de la exclusión.