Acuse de recibo
El 28 de agosto de 2019, desde Jiguaní, Granma, Rolando Rondón Rivero denunció que su vecino tenía un corral de cerdos sobre una letrina llena de estiércol en el patio, a solo tres metros de su ventana. El 24 de julio de ese año Higiene municipal había prohibido la crianza, con plazo de 72 horas para eliminarla. Pero no se cumplía. Rolando se quejó ante Fiscalía, la Dirección Integral de Supervisión (DIS) y la Policía. Volvió a hacerlo con Higiene. Y no recibía la respuesta esperada.
El 17 de octubre de 2019, el doctor Ciro Braulio Estrada García, director de Salud en Granma, respondía aquí que una comisión se entrevistó con Rolando, con directivos de Salud en Jiguaní y del policlínico. Y se evidenció que él formuló su queja el 22 de julio en el policlínico. La inspectora asignada se presentó en el lugar el 27, constató los hechos y dispuso retirar los cerdos en un plazo de 72 horas.
Transcurrido el lapso, la especialista comprobó que la violación persistía. Impuso al vecino una multa de cien pesos por desobediencia. Pero no se le dio seguimiento ni se solicitó intervención de otras entidades u autoridades.
A raíz de lo publicado, decía Ciro, se visitó al infractor: Ya no había cerdos en el corral, fueron retirados el 29 de agosto. Los inspectores de Higiene prohibieron la crianza allí, con documento oficial el 3 de septiembre. Se le informó al infractor que de violar la prohibición lo remitirían a Tribunales.
Se dictaminó la clausura definitiva de la letrina, la cual debía rellenarse, y compactar el foso con una capa de tierra no menor de 30 centímetros; lo que se controlaría por el Gobierno municipal y Planificación Física. Se le aplicó una amonestación pública ante su colectivo laboral a la jefa inmediata superior del policlínico por falta de control, y no fiscalizar la actividad. Salud Pública dictó las medidas definitivas higiénico-sanitarias para las que está facultada. Las restantes, como demoler la letrina en desuso empleada como corral, se trasladaron para su solución al Gobierno municipal.
Y el pasado 3 de noviembre denunció de nuevo aquí Rolando que el vecino había vuelto a la crianza de cerdos en las mismas circunstancias; lo que calificaba de «una flagrante y cínica violación». Indicó que había denunciado el hecho en el Centro de Higiene Municipal los días 2 y 24 de agosto de 2022; y en la Fiscalía municipal el 25 de agosto. Esta última envió carta al Centro de Higiene municipal y a la Dirección Municipal de Planificación Física sobre la infracción. Rolando escribió a Planificación Física el 29 de agosto, y a la Dirección Provincial de Salud Pública el 31. Esta última calificó al criador como infractor reiterado. Y Rolando lo denunció en la Policía.
«Hasta la fecha, afirmaba, no se ha recibido una respuesta positiva… Los animales continúan orinando y defecando dentro del tarantín de letrina, y hay una oposición férrea para su demolición… Al criador de cerdos se le está brindando un tratamiento acomodaticio a través de un proceso moroso de visitas reiteradas por los funcionarios de Higiene para convencerlo del porqué se le va a aplicar el Decreto-Ley. Y a nosotros nos han dejado solos durante más de dos meses en una espera colmada de abandono y desatención. En todo este tiempo jamás han vuelto a visitarnos las inspectoras de Higiene municipal», concluía.
Responde la doctora Yelenis Elías Montes, directora provincial de Salud, que, según la investigación hecha por una comisión provincial, en septiembre de 2022 hubo una prohibición de la crianza de cerdos al criador, y se le entregó un acta de apercibimiento. Y aclara que en todas las visitas realizadas siempre se encontraba limpio el corral.
«Constatado que en visita en noviembre de 2022, el ciudadano tenía un cerdo que iba a sacrificar al día siguiente, se le aplicó de nuevo un decreto, verificándose que realmente se sacrificó el animal, volviendo a recalcar la prohibición de la crianza de cerdos.
«La queja se calificó con razón, se aplicaron las medidas organizativas y de control correspondiente, significando que no es competencia de nuestra entidad la demolición del corral, esto corresponde a Planificación Física», concluye.
Lo curioso de esta larga historia es el contraste entre la condescendencia y pasividad con que ha sido tratada una reiterada violación de normas higiénico-sanitarias, y la desatención al reclamante, que se ha desgastado en denuncias. Eso se llama impunidad. ¿Volverá la cría de cerdos a complicarle la vida a Rolando?