Acuse de recibo
Marta Chaviano Molina (Goicuría 248-250, entre Milagros y Libertad, Santos Suárez, Diez de Octubre, La Habana) escribe en nombre de los residentes de ese edificio, en su gran mayoría de la tercera edad, vulnerables y sin mayores recursos.
Cuenta que a consecuencia de las afectaciones causadas por el tornado que azotó la capital en enero de 2019, han estado batallando ante las autoridades del municipio, por unos tanques de agua para ese inmueble. Y queja tras queja, reclamo tras reclamo, al fin les aprobaron los susodichos en junio de 2021, con la condición de que la transportación e instalación de los mismos corriera a cargo de los vecinos, en plena pandemia y ordenamiento monetario del país.
Después de tantas gestiones, peloteo y correos en solicitud de ayuda, dice, aún no han podido tener una solución concreta a esa situación. El 5 de mayo de 2022 los visitó una inspectora de Aguas de La Habana en Diez de Octubre, con carta de notificación firmada por el jefe territorial Dioner Alcolea Chávez, en la que les orienta dirigirse a la Direccion Municipal de la Vivienda, entidad encargada de planificar con la ECAL la ejecución de dicha instalacion hidráulica.
También los visitó una inspectora de la sede de Aguas de La Habana en Palatino, que verificó la queja. La propia dirección de Aguas tiene conocimiento del reclamo desde julio de 2021, pues allí acudieron, por ser la entidad que se encargó de la instalación de tanques a edificios afectados por el tornado en ese municipio.
«Los tanques viejos y dañados se botan como una cascada. La llave de paso de entrada del agua de la calle está rota, y también es un derroche de agua. La cisterna del edificio, no hay flotante adquirido en el mercado o por la calle que aguanten la fuerza de la entrada de agua.
«¿Dónde está la ayuda que esperamos y creemos deberíamos tener como ciudadanos cubanos afectados por el tornado de enero de 2019?, cuestiona. ¿Qué más tendremos que esperar? ¿Cuando acaben de colapsar los tanques en muy mal estado y sin tapas en un edificio de siete apartamentos, una bodega y carnicería, donde el agua que nos servimos está altamente contaminada, con fetidez, pues hasta plantas en crecimiento hemos sacado de su interior? ¿Qué salud y calidad de vida tenemos?».
Me disculpo
El pasado domingo 21 de agosto, en esta columna publiqué, con el título Ideal para revendedores, la historia enviada por Jorge Castellanos Milán, acerca de la obligación impuesta al cliente en la tienda en MLC de alimentos del Centro Comercial Galerías de Paseo, en la capital, de comprar de una sola vez ocho cajas de 25 bolsitas de té de manzanilla cada una, al precio de 11, 15 MLC; y ni tan siquiera el derecho a adquirir una sola caja de esas, como él solicitaba.
Al momento de estampar la dirección particular del remitente, como es requisito imprescindible en esta columna, cometí un error mecánico. La de Jorge Castellanos es verdaderamente Calle D, no. 509, apto. 22, entre 21 y 23, Vedado, La Habana. Me disculpo públicamente con Jorge y el resto de los lectores por la inexactitud.
Y sobre todo rectifico los datos de la dirección de Jorge, para que quienes deben darle una respuesta a su justo reclamo puedan entrevistarse con él y confirmar todo lo que se relató aquí. Para que el lamentable desliz de este redactor no justifique la desatención del caso, a manera de excusa. Y para que no sigamos facilitándole el camino y estimulando el acaparamiento y la reventa, en medio de una oferta tan contraída ante una demanda tan insatisfecha, incluso en MLC.