Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un S.O.S. por Ania y Samuel

La triste historia de Ania Ávalo y su hijo Samuel Pérez Ávalo, mucho más que vulnerables y muy desatendidos, se le ha escapado por mucho tiempo a las instituciones. Y duele sobremanera a los residentes de Figueroa 563, interior, entre O´Farrill y Avenida de Acosta, en el municipio capitalino de Diez de Octubre.

Encabezados por María Jiménez López, 18 vecinos cuentan en su carta que hace 26 años llegaron a La Habana, procedentes de la región oriental del país, Ania y Samuel, este con apenas dos años y retraso mental moderado, epilepsia e hiperlipoproleinemia.

Y como no tenían un hogar, Ania comenzó a trabajar en el asilo de Paula como cuidadora de las ancianitas; lo que le facilitaba allí techo y alimento para ella y su bebé; hasta que se les asignó el usufructo gratuito donde viven aún: la habitación 7 de ese pasillo, que carece de instalaciones eléctricas,
hidráulicas y sanitarias, con paredes y techos en mal estado y humedad. Aún hoy no tienen  refrigerador ni condiciones de habitabilidad. Duermen sobre cartones, en el piso.

En sus primeros años, Samuel estuvo en el círculo infantil Rayito de Sol, en un salón especial para niños con problemas similares. Pasó la primaria en la escuela especial Máximo Gorki y posteriormente estuvo en la escuela especial Aracelio Iglesias becado de lunes a viernes, pues su mamá permanecía frecuentemente ingresada por trastornos mentales, aparte de su retraso mental moderado, y sus impedimentos físicos.

«Son personas nobles, nada agresivas, dicen los vecinos. Hablan muy bajito, nunca se les ha oído una mala palabra. Son personas decentes y muy trabajadoras, y Samuel es el mejor donante de sangre del policlínico Turcios Lima».

«Como carecen de refrigerador, los alimentos que los vecinos les regalan frecuentemente se les echan a perder. En ocasiones botan las heces fecales y la orina en los tragantes de aguas pluviales; y cuando disponen de bolsas de nailon los botan en los contenedores de basura.

«Cuando es día de agua, mantienen por un período de dos o más horas la llave abierta, para que los desechos acumulados en la tubería tengan otro destino. Y mientras la pila está abierta, no llega el agua a los tanques que están en lo alto. Se bañan vestidos en la puerta de la habitación: ella sentada en un silloncito por su discapacidad para sostenerse, y él sentado en el piso.

«En reiteradas ocasiones han sido higienizados por el policlínico por presencia de vectores y roedores, que se reproducen por las pésimas condiciones higiénicas y ambientales que tienen.

«Por supuesto, todo esto no es algo que ellos deseen, sino que se ven obligados a realizar. Por más de 26 años esta situación se ha mantenido, y hemos escrito a varias instancias sin resultados. Esas personas no cuentan con disponibilidad para su mejora, ni la capacidad de comprender su situación.

«Nos duele que nadie, a ninguna instancia, haya podido dar una respuesta favorable para resolver este caso. Contamos con los certificados médicos y respuestas formuladas a través de los años, que han sido muchas más, y no están ahora todas, porque un vecino se ha mudado».

Las cartas han sido dirigidas al Gobierno y el Partido desde el municipio, hasta el nivel central, así como al Instituto Nacional de la Vivienda.

«Es difícil entender cómo han vivido por tantos años en estas condiciones una madre soltera y un joven que desde niño han tenido que enfrentar esta cruda realidad; cuando sabemos que debieron haberlos atendido como caso social», concluyen.

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.