Acuse de recibo
El pasado 1ro. de junio, Roberto Mora Benimelis, en nombre de los valvulistas de la unidad empresarial de base (UEB) Acueducto de Banes, Holguín, denunció que la empresa llevaba siete meses penalizada, sin que ellos tuvieran culpa. «Trabajamos sábado y domingo y no se nos paga, decía. Trabajamos a cualquier hora de la noche y no se paga nocturnidad. No se nos dan medios de trabajo como, por ejemplo, linternas. No nos garantizan medios de transporte para realizar los cambios de válvulas en horas de la madrugada».
Acotaba que se había dirigido al jefe de Operaciones, al director de la Empresa y a Recursos Humanos, y no respondían. Exigía un esclarecimiento, «porque están abusando con el sacrificio de los trabajadores».
Responde Luis Julio Pérez Avilés, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Guardalavaca, que una comisión se entrevistó con Mora para esclarecer lo planteado, y afirma que dicha UEB «en los últimos siete meses solo ha estado penalizada en tres ocasiones, y se debió al incumplimiento de indicadores de gestión establecidos».
Se verificó que «el horario establecido para el cargo que ocupa el trabajador no se corresponde con la naturaleza de la actividad que él desarrolla, a lo que se une el deficiente control del tiempo real laborado del mismo por parte del jefe inmediato superior, lo que condicionó el hecho de que no se le pagaran los sábados y domingos laborados, así como la nocturnidad».
Se orientaron cambios organizativos, dice, para establecer de manera adecuada el régimen de trabajo de quienes laboran en dicha actividad. Se comprobó que no se le había entregado al trabajador una linterna para sus funciones, y aclara que el compañero cuenta con los restantes medios de protección.
Reconoce que «no estaba coordinado el transporte para el traslado de los trabajadores que lo requieren y laboran en esa actividad, por lo que se orientó incluir dentro de las medidas organizativas de la UEB». E informa que se tomaron «medidas disciplinarias correspondientes y organizativas» por parte de la Empresa.
Agradezco la respuesta, pero aún así la misma adolece de un análisis concienzudo y autocrítico acerca de las razones que originaron la denuncia:
¿Por qué se permitió el descontrol, al punto de que no pagaran sábados y domingos y nocturnidad? ¿Por qué no se entregó linterna para el trabajo de noche y madrugada? ¿Por qué no se garantizaba el transporte de esos trabajadores? ¿Por qué no se esclarece la denuncia de Mora, quien se había dirigido al jefe de Operaciones, al director de la Empresa y a Recursos Humanos, y no respondían? ¿Qué medidas disciplinarias se adoptaron? ¿No hay responsabilidad de las direcciones de la UEB y de la empresa?
Anabel Silva Medina (avenida 29, no. 2405, entre 24 y 26, Santa María del Rosario, Cotorro, La Habana) cuenta que el 11 de septiembre su papá, Ángel Silva Vega, fue ingresado con una parálisis facial en el hospital Luis Díaz Soto (Naval). Y subraya la dedicación con que lo recibieron y le hicieron los exámenes correspondientes: un TAC, análisis complementarios y todo cuanto se necesitó para determinar su diagnóstico.
«Fatalmente, dice, no había mucho que hacer. Los resultados arrojaron daños cerebrales con afectaciones múltiples, por neoplasia generalizada. La medicina tiene limitaciones para esos casos, pero el personal de ese hospital brindó un tratamiento especial a mi familia y a mi padre, que no consiste en medicinas.
«Es un tratamiento que llega al alma por la manera tan afectuosa y especial con que nos trataron médicos, enfermeras, estudiantes de Medicina (especialmente Karla), jóvenes que pasan el servicio militar y apoyan en el hospital, auxiliares de limpieza...
«Fue impresionante cómo ayudaron con el mismo amor a pacientes que contaban con el apoyo familiar y quienes no corrían la misma suerte. En ese proceso aprendí que, a pesar de la inconsciencia y falta de valores de la sociedad contemporánea, todavía queda un pueblo que sabe levantar en alto el compromiso de que “Patria es Humanidad”».