Acuse de recibo
El pasado 12 de febrero, Alan Rivera Yero (Goicuría 638, apto. 3, entre Acosta y Aranguren, 10 de Octubre, La Habana) retomó aquí la causa que había abandonado por cansancio, porque cree que «aún quedan oídos receptivos y personas dispuestas a plantear y resolver los problemas del pueblo».
El tema, el aún salvable —algún día irreparable— edificio donde reside, en el que la mayoría son personas de la tercera edad, sin bríos para reemprender el difícil camino de una vivienda. A Alan le queda la esperanza de que el 638 se pueda salvar a tiempo.
El inmueble, decía, data del año 40 del pasado siglo. Tiene un sótano con dos garajes muy por debajo del nivel de la calle y de la conductora maestra de Goicuría. Garajes ya inservibles, sin puertas y abandonados a su suerte: lodo, aguas sucias y yerba. Cuando llueve, se inundan y acumulan suciedades y agua estancada.
Lo delicado, según él, es que el edificio se hunde. Columnas y arquitrabes se agrietan y rajan. De no atenderse a tiempo —aún lo está— corren el peligro de una desgracia, o de engrosar la larga lista de albergados.
El problema, refería, lo conocen instancias locales y provinciales. Y cuanta persona y delegado ha pasado por allí en más de 15 años. Fue motivo de un reportaje en la revista Bohemia. Pero todo sigue igual. O peor.
«No le hablo de días —dijo—; son más de 15 años con esta situación. Y nunca se le ha dado solución o respuesta al problema que genera pudrición, sinsabores y enfermedades. Tengo suficientes pruebas, consta en actas levantadas en las ya innumerables reuniones y asambleas de todo tipo y testigos de todo esto. Pudiera hacer un libro de todo lo que hemos pasado, pero no sería publicable. Solo espero que nuevamente este tema no quede en el olvido», concluye Alan.
El 16 de mayo recibí respuesta de Marla Veloso Rivero, directora municipal de la Vivienda. Señala que «en visita realizada a la dirección antes mencionada (no especifica cuándo ni quién) se pudo comprobar que el edificio ha sido visitado en reiteradas ocasiones, saliendo de cada visita una acción, realizándose cambios de líneas albañales, desobstrucciones de líneas, no siendo esta la solución definitiva, repitiéndose una y otra vez» (¿cuándo?).
Precisa que es un sótano con acumulación de agua, provocada por la obstrucción de tuberías, que quedan por debajo del nivel de la calle. Y en el sótano hay un desnivel de un metro con respecto a la salida del edificio.
Cuando llueve las aguas se acumulan en los garajes, añade, y demoran en retirarse. Sería factible, apunta, colocar en esa área una bomba de achique permanente para extraer la misma. Al respecto, señala que el inmueble contaba con una bomba de achique, «que en estos momentos no sabemos el estado de la misma o porqué no se utiliza, o si puede ser reparada o no (¿Y por qué no lo ha precisado?).
También acota que hay posibilidad de que Saneamiento Básico realice el cambio de línea desde el sótano a la calle empleando un diámetro para el desagüe con tuberías de 24 pulgadas; pues con las que cuenta son de ocho, insuficientes para recoger el caudal de las aguas que bajan por Goicuría.
Informa que en 2015 se contactó con la Empresa de Saneamiento Básico, «quedando pendiente la acción por tener contratada la máquina de achique a una empresa del Minint». Y manifiesta que «este año se pretende hacer las acciones con la misma Empresa, siempre que exista la disposición de fuerza de trabajo, y cuenten con el recurso necesario para el cambio de línea». Y concluye que, «por lo pronto nos toca desobstruir siempre que exista acumulación de agua».
Al respecto la respuesta de la Directora de la Vivienda se mueve más en el terreno de los propósitos y las posibilidades que en el de las realidades y los actos concretos. Y Alan, que se comunicó con este redactor, manifiesta que nada se ha hecho. El edificio sigue en las mismas, o en peor situación.
Repito lo que dije entonces: «En este y otros edificios, que aún pueden recuperarse, ¿no sería más saludable, lógico y justo neutralizar a tiempo el problema que dejarlo acumular, con los consiguientes peligros para la vida, y cuando mejor suceda, engrosar las filas de las familias sin vivienda? Con asesoría técnica y apoyo de las entidades correspondientes, los propios vecinos, con fórmulas de ejecución comunitarias, cooperativas y solidarias, podrían rescatar del olvido y la indolencia su edificio. ¿Dejaremos que se desplome desde los cimientos lo que tanto ha costado levantar, incluidas la seguridad y la confianza en las instituciones?».