Acuse de recibo
El pasado 10 de abril, desde Santiago de Cuba, Salvador Hernández Cobos denunció aquí que llevaba nueve meses intentando infructuosamente registrar su vivienda en el Registro de la Propiedad de esa ciudad.
Refería que en la Dirección Municipal de Planificación Física una y otra vez salía con errores el documento del dictamen técnico, y tenían que hacérselo de nuevo, por lo que debía volver a pagar el sello de timbre.
El cliente tuvo que sacar los actos de última voluntad varias veces. Y cuando escribió, aún esperaba por el famoso dictamen, para ver cuándo salía bien definitivamente.
«De lo contrario —decía— tendré que “volver a resucitar al difunto” para que vuelvan a decirme en La Habana que “no hay nueva última voluntad”. ¿Cómo es posible que cada tres meses tengamos que solicitar los actos de última voluntad del mismo fallecido que sacamos tres meses antes?».
Alertaba Salvador acerca del temor de que «también se venza la declaratoria de herederos, y tenga que pasarme otro año más luchando con la incompetencia de los funcionarios y la burocracia».
Al respecto responde Geovel Kindelán Corona, director de Planificación Física en el municipio de Santiago de Cuba, que con la puesta en vigor el pasado 5 de enero de 2015 del Decreto Ley 322, modificativo de la Ley General de la Vivienda, y el consiguiente traspaso de funciones de la Vivienda a Planificación Física, se registró un considerable atraso en la conclusión de los trámites de la población dentro del término establecido a nivel nacional.
Pero en el caso de Santiago de Cuba, resalta, confluyeron causas tanto objetivas como subjetivas, «las cuales ya han sido prácticamente solucionadas, gracias al denodado esfuerzo desarrollado, así como al alto nivel de pertenencia y compromiso de nuestros trabajadores».
Y destaca «el creciente número de tramitaciones legales que se han estado asumiendo durante todo el transcurso de 2015 y el corriente 2016».
Finalmente consigna que luego del análisis hecho con los miembros del Distrito 2 del Departamento de Trámites, «se evidenció que, ciertamente, existieron desaguisados en cuanto a la expedición del dictamen técnico, debido a errores cometidos en su redacción, los cuales han sido oportunamente subsanados. Y a tal efecto se dio por concluido el asunto luego de su notificación».
Agradezco la respuesta, pero considero que no debían haber trascendido tantas palabras de cumplido y compromiso, sin profundizar mucho más en la autocrítica, en las razones de esos «desaguisados», y las medidas tomadas al respecto. Es evidente que hubo problemas recurrentes de calidad, descuidos y chapucerías en la atención al cliente. ¿Cuántos no habrán sufrido lo mismo? Quizá el «asunto» esté realmente «concluido» cuando no se repitan tales «desaguisados».
Pablo Suarez Alfonso (Avenida 4 No. 509, entre 5 y 7, central Jaime López, Jovellanos, provincia de Matanzas) revela, en nombre de los socios de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Renato Guitart, que hace dos meses informaron un número de cerdos para entregárselos al Estado por el convenio de ceba terminal existente, y desde entonces se ha pospuesto la recogida de los mismos.
Les informaron, refiere, que la entrega se iba a hacer el 9 de mayo. Y cuando el representante de la CCS fue a confirmarlo, la Empresa Porcina le comunicó que… ¡los campesinos dueños de los animales no pueden estar presentes al momento del pesaje! Además, le informaron que la merma por traslado que siempre se les pagó, está suspendida.
El representante de la CCS, en presencia de los asociados, llamó a los directores de Porcino municipal y provincial, y ambos le confirmaron las «malas nuevas»: Está estipulado.
«¿Por qué el campesino no puede ver lo que pesa su animal? ¿Por qué debe confiar en lo que dice el que está detrás de la pesa? ¿Por qué no dan la merma de traslado que siempre se ha pagado? ¿Qué hacemos? ¿Les vendemos los puercos a los compradores de la calle, que esos sí nos dejan ver la pesa? ¿No será esto un invento de alguien (...)?», cuestiona. Y tales preguntas merecen respuestas fundamentadas y esclarecedoras.