Acuse de recibo
Viejos refranes y picardías populares rezan que «quien hizo la ley, inventó la trampa» y que ciertas cosas «se acatan, pero no se cumplen». Sin embargo, las leyes y demás normativas consensuadas en una sociedad existen para ser cumplidas y garantizar así la convivencia armónica. Lo otro, bien se sabe, es el caos.
Traigo a cuento estas ideas a propósito de la carta de la holguinera Flor Isabel Romero Suárez, quien es propietaria de la vivienda sita en Libertad No. 3, esquina a González Valdés, Reparto Zayas, y no ha podido ocuparla porque existe otra ocupante —ilegal— que no se lo permite.
Narra Isabel que desde 2004 es «sucesora a título universal de los bienes de Juana E. Matos Rodríguez, como acredita la escritura notarial de testamento No. 733, del 25 de noviembre de ese mismo año. Por Resolución No. 1151, del 3 de abril de 2012, dictada por la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV), se me adjudicó la casa en la dirección anteriormente mencionada y que llevo en mi carné de identidad, ratificada el 22 de noviembre de 2012 en la sentencia No. 1335, dictada por la Sala de lo Civil y de lo Administrativo del Tribunal Supremo Popular y que aún no he podido habitar».
En la Resolución No. 3067 del 30 de septiembre de 2013 — apunta la remitente— se declara ocupante ilegal de la vivienda a la otra ciudadana que allí se encuentra, y aun así la DMV no ha encontrado solución al caso.
«Después de varias entrevistas con la Jefa del Departamento de Ejecución y en el Departamento de Atención a la Población, recibí como respuesta que el caso está siendo procesado por el Consejo de la Administración Municipal, y por último, el 11 de septiembre de 2014 me entrevisté con la Directora (de la DMV), quien me manifestó que no tenía conocimiento del caso. En esa oportunidad se encontraban la Jefa del Departamento de Atención a la Población y el Subdirector Jurídico; se tomó como acuerdo que este último efectuaría una visita y daría una respuesta en los próximos siete días. El 18 de septiembre me presenté y aún no tenía una respuesta; tampoco el 25 de ese mismo mes, ni el 2 de octubre, ni el 13 de octubre», evoca la afectada.
Desde el 9 de junio de este año —sostiene— envió un escrito al Poder Popular del municipio y todavía al momento de escribirnos (10 de noviembre), estaba esperando contestación. En esa misma fecha, en el Departamento de Atención a la Población de la Dirección Provincial de la Vivienda, le aseveraron por escrito a Flor Isabel que la ocupante ilegal «debe retornar a su lugar de origen como está establecido por la ley». No obstante, se duele la propietaria, hasta ahora ninguna de las instituciones y autoridades facultadas para ello han logrado que se cumpla lo normado.
«¿Hasta cuándo tengo que esperar? —se pregunta la holguinera—. ¿Hasta cuándo seguirán las respuestas concluyentes sin soluciones que las respalden?».
A este redactor no escapa lo delicado de asuntos de esta índole. Sobre todo porque estamos lidiando con historias humanas de uno y otro lado, y la fuerza se aplica sin pensarlo a una carga de ladrillos o un saco de papa, pero no a una persona. Sin embargo, ¿cómo lograr que los ciudadanos respeten y honren a las instituciones que los representan si estas instituciones no hacen cumplir la ley?
Del lado que esté el Derecho hay que cumplir derechamente.
La capitalina Elena Miranda Cobiella (calle Mantua No. 195 Bajos, entre Lourdes y Alegría, Víbora Park, Arroyo Naranjo) no se conforma con que ciertos depredadores sigan actuando impunemente. Refiere Elena que para la confección de los ramos de flores que venden en los agros de la capital los floristas utilizan básicamente hojas de los popularmente conocidos como pinos y palmitas. Pues bien, en el barrio de la remitente campean por su respeto ciertos personajes que «sin escrúpulo y haciendo caso omiso al reclamo de los afectados, desmochan palmas y pinos para abastecer a los ya mencionados floristas», quienes, por supuesto, pagan por este botín.
Entonces —reflexiona la lectora— los vecinos que, respondiendo al llamado de embellecer y purificar la ciudad, sembraron estas plantas en sus patios o en las proximidades de sus casas, ven con dolor cómo los desmochadores pasan destruyendo. ¿Quién vela y garantiza que esto no suceda?