Acuse de recibo
Cuando publicamos su misiva, el 19 de abril de 2014, ya el refrigerador Samsung que Liover Delgado Cabrera y su familia habían comprado les había dado tantas calenturas de cabeza… Narraba Liover que su esposa, colaboradora médica, había adquirido el equipo en la TRD Caribe del municipio de Niquero el 15 de enero de 2013, al costo de 949,50 CUC, con tres años de garantía.
En el mes de abril, cuando comenzaron a usarlo, el aparato inició su zigzagueante camino de problemas. No congelaba y tampoco enfriaba en los departamentos de abajo. Lo reportaron y los técnicos acudieron a los 20 días, no encontraron la casa y se marcharon, señalaba el remitente.
Tras un segundo reporte, al mes volvieron los especialistas. Lo revisaron y afirmaron que funcionaba bien. Al parecer, ese día, lo estaba haciendo. Pero el equipo siguió «dando bateo», como decimos en buen cubano. Sobrevinieron más reportes y la necesidad de llevárselo para una revisión más detallada.
Luego de uno de los reclamos de la familia, los visitó un técnico de Bayamo para explicarles que no podían cargar con el equipo por falta de combustible para el carro que se requería.
Continuaba la espera. En eso Liover habló con la representante de la entidad comercial encargada de la garantía. Le manifestó que su familia y él, tras los reiterados escollos, ya preferían un cambio completo del aparato o la devolución del dinero. Pero le respondieron que para ello primero debían evaluar varias sustituciones de piezas.
Ante esta realidad, el remitente se cuestionaba cómo tras una compra de semejante magnitud, el funcionamiento de la garantía no resultaba más expedito.
Al respecto, contesta Alberto Rosabal Rosales, director de la División Granma de la cadena TRD Caribe, quien explica que en la primera visita al hogar de Liover no se hizo contacto con la familia porque esta ya no residía en la dirección que habían dado.
Después de los reportes del 29 de julio, el 3 de octubre, uno posterior, y las consiguientes visitas y explicaciones del personal técnico, se efectuó una nueva visita al hogar de Liover y su señora por parte de la Jefa de los Servicios Técnicos de la División Granma, «con el objetivo de trasladar el equipo hacia el taller de Bayamo para su observación y definición. En esta ocasión, al conversar los compañeros con el cliente y pedirle los documentos del equipo, alegó que no los poseía, pues en su vivienda anterior habían robado (…) Se le dijo que debía dirigirse a la unidad comercial donde hizo la compra para que le hicieran el duplicado; este quedó satisfecho con la atención brindada y al mismo tiempo le manifestó a la compañera Norma que no sabía qué tenía el refrigerador, porque cuando los técnicos iban no presentaba el defecto», relata el directivo.
Evoca Alberto que días después se trasladó el aparato al taller. Se puso a prueba por siete días y funcionó correctamente. No obstante, por la preocupación del cliente y teniendo en cuenta las veces que fue reportado, en la entidad decidieron gasificarlo.
«Al comprobar su funcionamiento —especifica— así como los parámetros establecidos, se decidió entregarlo al cliente en su domicilio, donde no fue aceptado porque presentaba rayadura en el mueble, lo que provocó más molestias, y este (el propietario) realizó una carta de inconformidad».
El 3 de marzo de este año se procesó este caso en la comisión de atención al cliente de la División Granma de la cadena TRD Caribe y se aprobó la devolución en efectivo. Con fecha 6 de mayo y por el estado de cuenta No. 81594122, se le reintegró el dinero a la familia del afectado, señala el funcionario granmense, cuya esclarecedora misiva agradezco mucho.
Solo dos apuntes: hubiese sido oportuno que el Director provincial puntualizara los plazos que tiene su institución para cumplir con el proceso de reparación durante la garantía, pues ante una reclamación de cualquier otro cliente, este es un dato cardinal. Y por último, lamento que Liover, en su epístola, haya omitido ciertos detalles importantes del caso. Lo más sano del diálogo en esta sección de palabra ciudadana es que, pedacito a pedacito, la verdad múltiple (no hay otra), se abre camino.