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Cartas para la sección Acuse de Recibo. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:37 pm

Pudiera clasificar como un signo alentador el hecho de que hayan sido respondidas, por instituciones y entidades implicadas, el 78 por ciento de las quejas ciudadanas publicadas en la sección Acuse de Recibo, entre el 1ro. de enero y el 15 de mayo de 2013.

El optimismo podría embriagarnos, si sopesamos que ese indicador se comportó al 66 por ciento en el anterior período analizado, entre el 1ro. de enero y el 15 de octubre de 2012. Pero en una sección que en etapas anteriores llegó a alcanzar hasta un 88 por ciento de respuestas, los resultados recientes son preocupantes, precisamente en medio de las transformaciones que vive el país.

Por demás, es significativo el que, en este último período, casi una de cada cuatro respuestas se haya enviado fuera de término, pasados los 60 días reglamentados para ello.

Del total de respuestas recibidas esta vez, en el 63 por ciento de los casos se solucionó el problema planteado por el lector después de revelado públicamente en esta columna. ¿Se podía entonces o no?, uno no deja de preguntarse y dudar.

El 78 por ciento de las respuestas comprendidas en esta última etapa explican las causas o motivos del asunto denunciado, y solo el 28 por ciento refleja las medidas tomadas al respecto. Pero pervive la tendencia a responder adscribiéndose al problema puntual que motiva la queja, y no a la causa esencial o de raíz del mismo. Siguen en minoría las entidades que analizan integralmente lo denunciado, y hacen evaluaciones sistémicas de proyección hacia delante.

Una lectura más allá de los hechos descritos evidencia falta de control y exigencia allí donde se genera la transgresión, y por parte de los niveles superiores de la entidad. Estos últimos muchas veces «se desayunan» con la revelación de los sucesos en esta columna, y luego arman comisiones para investigar lo que no fueron capaces de detectar a tiempo.

Lo más triste es que, después de 15 años batallando en esta sección, y a pesar de que se perciben avances en algunas instituciones estatales, uno aprecia, ante la pálida reacción de otras, que sus responsables siguen actuando a remolque de las denuncias. Y a la defensiva. En muchos casos, andan más preocupados por cómo se podría afectar «la imagen» de la entidad que dirigen, que por el problema en sí.

Al final, esos «sorprendidos» que andan a remolque de los hechos y se defienden como gato boca arriba, no aprovechan el puente de mejoramiento que se les tiende. Y no traslucen en su actitud prepotente —sutil o evidente— la convicción de rendir cuentas a la ciudadanía, y esclarecer los hechos con humildad y sentido autocrítico. Como tampoco aprovechan esta invitación interactiva que les hacemos, para brindar información pública con transparencia.

El daño más grande se lo hacen estos reticentes ante los ojos de los lectores y de la propia opinión pública. Porque el cubano es muy agudo en leer entre líneas y olfatear la elusión, la falsedad, el ocultamiento, la manipulación y la «pasadera» de mano.

El respeto de cualquier entidad y funcionario a la ciudadanía, a cualquier nivel —imprescindible para que se logre viceversa— solo se obtiene con la verdad, la honestidad y la justicia. Con prever antes que sancionar acuciado por la revelación. Con el ejemplo y el control para poder exigir.

Lo demás, en estos casos reticentes, es puro cuento y maquillaje para escena. La idoneidad de un funcionario debía pasar —sin mano suave— por la sensibilidad y la acometividad que tenga ante los estados de opinión y los sentires de los ciudadanos.

¿No son un contrasentido y una paradoja esas indolencias a estas alturas, cuando está en juego el destino del país?

* Estas quejas corresponden al nivel central de estos organismos.

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