Acuse de recibo
El pasado 17 de agosto, el lector habanero Santiago Pérez planteaba aquí que en países europeos se construyen aceras de asfalto, sin necesidad de usar hormigón. Y sugería que, con tantos problemas que tienen las aceras en Cuba, quizá fuera más factible económicamente asumir tal modalidad.
Al respecto, responde Carolina Rodríguez, directora del grupo de Inversión Vial y Coordinador de Redes Técnicas de la capital, que la mezcla asfáltica tiene un componente derivado del petróleo, con altos precios. Y esos líquidos asfálticos deben ir a buscarse en ocasiones a Cabaiguán, por no cumplir los de la refinería capitalina los requerimientos necesarios. Por ello se encarece mucho más la mezcla.
Informa que actualmente se programa el uso para el mantenimiento de las calles capitalinas de más de 340 000 toneladas de asfalto, que se utilizan para bachear y repavimentar. Dicho volumen, precisa, será necesario mantenerlo durante los próximos ocho años, para que La Habana pueda tener el 90 por ciento de sus vías en buen estado.
En cuanto a las reparaciones de las aceras, dice que responden paulatinamente en el 2012 a un programa ya definido para las vías principales, y en revisión para las secundarias. Y asegura que se cuenta con el respaldo financiero para ese programa por parte del Consejo de la Administración provincial (CAP) y la Dirección Provincial de Finanzas y Precios.
Volviendo a las aceras europeas, apunta que los asfaltos para ellas son mezclas bituminosas modificadas con aditivos, que pueden utilizarse en frío o en caliente, y aplicarse con pigmentaciones de color. Esas emulsiones, propias de tecnologías de países desarrollados, requieren de inversiones industriales de alto costo, las cuales el país no puede asumir en este momento.
Agradezco a Carolina el ilustrativo esclarecimiento de la inquietud de Santiago. Eso es respeto.
Milvio Juan Riverón, vecino de Cuatro Veredas de Yaguajay, Banes, provincia de Holguín, apoya la disciplina constructiva. Pero no puede entender que quien le concedió licencia para levantar su casa y autorizó el proyecto, ahora le dé un ultimátum para abandonarla.
Cuenta que el 15 de mayo de 2006, la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV) de Banes le autorizó una licencia de construcción de su casa. Y hace dos años, en una inspección, detectaron casos que, según ellos, aunque tenían licencia, violaban la Resolución 11/06 del Instituto Nacional de la Vivienda, por exceder los metros cuadrados permitidos acorde con el tamaño del núcleo familiar. La casa de Milvio era una de ellas.
«Esta casa —afirma— la construí basándome en el proyecto que ellos autorizaron. Éramos entonces cinco personas, y ahora somos cuatro, pues mi padre falleció. Nos dirigimos a la DMV con el personal capacitado para realizar este tipo de trabajo. No es la población quien debe tener conocimiento de los metros a los que tiene derecho para hacer una casa, sino ellos, los funcionarios en los cuales la población deposita su confianza.
«Hemos sido engañados. A los casi siete años en construcción, nos están dando 72 horas para salir de nuestra casa, porque según el criterio de ellos nos excedemos por un pasillo de tres metros que va al garaje. ¿Por qué no se percataron antes? Dicho pasillo está reflejado en los planos».
Milvio y su esposa han acumulado varios años de trabajo y sacrificios para levantar el inmueble, y no comprenden que ahora los funcionarios no quieran reconocer su error. «No me parece justo, cuando la dirección del país ha planteado que no se trata de limitar a construir sino de enseñar a construir. Yo no violé restricciones urbanísticas de ningún tipo. Mi casa está en un barrio a diez kilómetros de la playa Guardalavaca, casi en un monte.
«Es injusto que nos estén sancionando de esta forma cuando las personas capacitadas fueron las que cometieron los errores. Tenemos el proyecto y la licencia aprobados por la DMV, y resulta contradictorio que en estos momentos el Director de la Vivienda alegue que cometí violaciones, cuando fueron ellos quienes aprobaron el proyecto entonces —ahora desempeñan responsabilidades superiores—, y somos nosotros los perjudicados».