Ruido. Caricatura de Adán. Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
Leo Chalupa, neurobiólogo estadounidense, afirma que los seres humanos necesitamos un día de completo silencio para lograr el funcionamiento óptimo del cerebro, según referencia la revista Muy interesante.
Nuestra mente debería descansar del continuo bombardeo que sufre, defiende, se podrían crear espacios para esa desconexión del tecnoestrés, beneficiosa para la mente.
Este científico es uno más entre los muchos apologistas del silencio, apoyados por numerosas investigaciones. Un reciente estudio indica que un tiempo sin estímulos auditivos relaja tanto o más que escuchar música tranquila. El cambio en variables cardiovasculares, cerebrales y respiratorias es similar.
Además, el silencio recarga nuestro cerebro, pues el exceso de estímulos deja sin recursos a la corteza prefrontal, encargada del razonamiento. Sin silencio, solo podemos responder minuto a minuto: el pensamiento superior deja de existir y solo se reactiva en ausencia de estímulos.
De hecho, ese efecto regenerador podría ser físico. Un trabajo de la Universidad de Dresde (Alemania) mostraba hace poco que dos horas de silencio diario conducen al desarrollo de nuevas células en el hipocampo de los ratones que servían de sujetos experimentales.
El sitio digital Universia, que aborda temas de ciencia y conocimiento, publica también razones de beneficio del silencio.
El silencio alivia el estrés
Según el Dr. Craig Zimring, la contaminación acústica ha dado lugar a la presión arterial elevada y el aumento de la frecuencia cardíaca. El ruido innecesario puede causar malestar y pérdida de sueño.
Así como demasiado ruido puede causar estrés y tensión, las investigaciones han demostrado que el silencio tiene el efecto contrario: liberar el estrés y la tensión del cerebro y el cuerpo.
Según un estudio del 2006 publicado en la revista Heart, basado en los cambios en la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro, dos minutos de silencio es más relajante que escuchar dos minutos de música relajante.
El silencio restaura la atención
Una vez que se agotan los recursos de atención que se encuentran en la parte prefrontal del cerebro, la persona se distrae, se encuentra mentalmente fatigada y pasa a tener dificultades para concentrarse, tomar decisiones, o generar nuevas ideas.
Pero de acuerdo con la teoría de la restauración de la atención, el cerebro puede restaurar sus recursos cognitivos limitados cuando estamos en ambientes con niveles más bajos de información sensorial de lo habitual. En el silencio o en la tranquilidad de caminar solos en la naturaleza, por ejemplo, el cerebro puede bajar la guardia sensorial, por así decirlo.
La tranquilidad puede regenerar las células del cerebro
Según un estudio de 2013, publicado en la revista Brain, donde se compararon diferentes tipos de ruidos, dos horas de silencio diario permiten el desarrollo de nuevas células en el hipocampo (una región del cerebro asociada con el aprendizaje, la memoria y las emociones).
Además, la investigación avala que el silencio puede ser terapéutico para enfermedades como la depresión y el Alzheimer, que se asocian con la disminución de la regeneración de neuronas en el hipocampo.
No deja de ser interesante que a través de siglos de historia varias corrientes filosóficas y religiosas hayan validado el acto de enmudecimiento y del retiro silencioso como una práctica productiva, por ejemplo, las órdenes católicas que hacen voto de silencio, así como los monjes asiáticos que se retiran a espacios donde no abundan los ruidos citadinos, y la práctica judeocristiana de un día de reposo en que el «mundanal ruido», no solo sonoro, propicie un receso al alma humana son manifestaciones reivindicadas por los científicos que estudian el tema.
De hecho, el silencio y las zonas silenciosas se van convirtiendo en una especie de lujo en el mundo del marketing, y un país como Finlandia, famoso otrora por los pocos sucesos y un supuesto aburrimiento que lo caracteriza puede realizar campañas turísticas basadas en lo que se revaloriza hoy como un precioso bien, el no ser invadido por los ruidos de las ciudades postmodernas.
Con esta nueva información avalada por la ciencia espero que mi vecino le baje el volumen al reggaeton, aunque sea una vez a la semana.