Juan Miguel Echevarría se presenta como un fuerte pretendiente al título. Autor: IAAF Publicado: 21/09/2019 | 10:31 pm
Londres, ciudad cosmopolita, deslumbrante, variopinta, histórica, moderna y uno de los grandes destinos turísticos del orbe, hace dos años devino exitosa sede del Campeonato Mundial de atletismo al aire libre. En pocos días, el 27 de septiembre, la capital inglesa hará entrega formal del batón mundialista a Doha, otra urbe en el colimador de millones de turistas, en buena medida por el acelerado progreso que empezó a tener a finales del siglo pasado y que hoy se refleja, entre tantas realidades, en edificaciones impactantes, hoteles lujosos y en un fuerte movimiento de yates costosos y cruceros en su puerto.
Durante diez días la capital catarí recibirá la 17ma. edición del certamen universal y lo hará con el honor de ser el primer país del Medio Oriente en acoger una de las justas más importantes y seguidas del panorama deportivo mundial. El Estadio Internacional Khalifa —una de las instalaciones de la Copa Mundial de fútbol de Catar 2022— se pinta como una gran sede, no solo por su capacidad de cerca de 50 000 espectadores, sino también por ser una construcción suntuosa con un novedoso sistema de refrigeración que asegurará una temperatura en la pista entre 24 y 26 grados.
Si a la edición de Beijing 2015 acudieron 34 atletas cubanos y diez menos a la de Londres 2017, solamente 16 exponentes antillanos contemplarán el envidiable desarrollo arquitectónico de Doha e intentarán conseguir en el Estadio Internacional Khalifa un botín superior al de hace par de años, cuando solo la pertiguista pinareña Yarisley Silva escaló al podio, gracias a un tercer puesto.
A priori, siendo objetivo, ese propósito parece posible de conseguir, si dependemos, en primera instancia, de las dos estrellas del atletismo cubano en el presente: la discóbola Yaimé Pérez y el saltador de longitud Juan Miguel Echevarría. Sin andar a medias tintas, en ellos dos descansan las ambiciones más fidedignas de títulos para la Isla en suelo catarí, aunque otros exponentes presentan credenciales para concluir entre los tres primeros en un certamen que se vislumbra altamente competitivo.
Como en 2018, la santiaguera Pérez está teniendo una temporada de ensueño, pues ganó por segunda ocasión consecutiva la Liga de Diamante, se estrenó como campeona panamericana en Lima y posee el registro más largo del año en el mundo, 69.39 metros, obtenido en la ciudad francesa de Sotteville, que a la vez constituye marca personal.
Esos avales, para nada desdeñables, indican que la inminente edición podría ser la catapulta definitiva hacia la cúspide para la indómita, luego de quedar en 2015 y 2017 en sendos cuartos puestos, que lejos de alegrar, muchas veces incomodan. Para ello deberá rendir a varias discóbolas de linaje, entre ellas la extraordinaria croata Sandra Perkovic y la villaclareña Denia Caballero.
Denia, una de las dos monarcas universales de la delegación insular, a pesar de tener a su nombre el segundo mejor envío de la contienda y tres lanzamientos entre los primeros cinco, no ha contado con un 2019 de notables actuaciones y la inestabilidad la ha golpeado en algunas competiciones, especialmente en la cita continental de Lima. No obstante, la as del orbe de Beijing 2015 es una atleta consolidada en la élite, y de tener un gran evento, pudiera poner a temblar a Yaimé, a Perkovic o a cualquier otra que ose ensombrecerla.
Con el recuerdo fresco de su cumpleaños 21, el camagüeyano Echevarría a finales de agosto logró otro trofeo reluciente en su prometedora carrera deportiva, al ganar en Suiza la final del salto largo de la Liga de Diamante, con registro de 8.65 metros, 24 centímetros superior a la segunda mejor marca de este año a nivel global.
El titular universal bajo techo de 2018, toda una figura mediática hoy, arribará a su segundo evento mundial al aire libre con la credencial de favorito al oro, pero no puede descuidarse, entre otros, del sudafricano Luvo Manyonga y el estadounidense Jeff Henderson, saltadores experimentados que saben lo que es descansar sobre un podio olímpico.
En este pase de lista de posibles medallistas cubanos en Doha, obviar a la triplista Liadagmis Povea sería imperdonable. La menuda pinareña de 23 años en 2019 ha intervenido sistemáticamente en mítines europeos, lo que le permitió incluirse en el club selecto de su especialidad, conseguir su marca personal —14.77 metros en Suiza— y terminar tercera en la Liga de Diamante. Un bronce para ella sería un desempeño de lujo, aunque su prueba estará bien caliente.
Por otra parte, sin ser romántico, la vueltabajera Yarisley Silva ya no goza de la forma deportiva que la elevó hasta los 4.90 metros en Beijing 2015 y la convirtió en monarca. Pero aclaro, con esta garrochista es mejor andar con los pronósticos en el bolsillo, porque en Lima demostró que subestimarla es un pecado y se adueñó de un oro sensacional, similar al de Toronto 2015. Por ello, es preferible no perderle la fe. Yarisley es una atleta de talla extra y las sorpresas se le dan muy bien.
En ese quinteto están concentradas las posibilidades fundamentales de medallas para Cuba. Nuestra comitiva dispone también de un joven Jordan Díaz en triple salto, que de incluirse entre los ocho finalistas, estaría cumpliendo, mientras que el resto de los exponentes antillanos tratarán de avanzar lo más que puedan en la lid.
Pinceladas mundialistas cubanas
Desde que se puso en marcha la primera edición mundialista en Helsinki 1983, nuestro país ha participado en cada una de ellas hasta la actualidad, consistencia que se ha premiado con un octavo lugar histórico en el medallero, resultado de 21 coronas, 23 subtítulos y 13 preseas de bronce, favorecido también porque nunca una comitiva antillana se ha despedido de una versión sin obtener al menos un tercer escaño.
La mejor cosecha y la mejor ubicación se consiguieron en Atenas 1997 (4-1-1), cuando los monarcas Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Ana Fidelia Quirot y Yoelbi Quesada, el subtitular Norberto Téllez y el medallista de bronce Aliecer Urrutia, colocaron a la Isla en un tercer puesto que, a día de hoy, resulta muy difícil de igualar. Por otra parte, la peor posición está reciente en los anales, pues hace dos años, en Londres, donde nada más Yarisley Silva devino medallista —bronce—, se ancló en el peldaño 38.
El primer atleta que subió a un podio en certámenes universales por nuestro país lleva el nombre del discóbolo guantanamero Luis Mariano Delís (segundo en Helsinki 1983), en tanto se debió esperar hasta la cuarta edición, en Stuttgart 1993, para escuchar nuestro himno nacional, por partida doble, gracias a los cetros de los saltadores de altura Sotomayor y la habanera Ioamnet Quintero. Por cierto, una vez probado el sabor áureo, durante nueve versiones sucesivas se obtuvo al menos una diadema.
De todos los atletas antillanos concursantes en justas universales, 34 han sido medallistas y de ellos 12 presumen ser campeones. Pedroso, con cuatro coronas, es el máximo rey del atletismo cubano en estas lides, perseguido por la martillista agramontina Yipsi Moreno (3-1-0), Sotomayor (2-2-0), la guantanamera Yargeris Savigne (2-1-1), Ana Fidelia (2-1-0) y la jabalinista matancera Osleidys Menéndez (2-0-0). La única con dos medallas en una misma competición es Savigne, plata en triple salto y bronce en salto de longitud en Helsinki 2005.
Por último, solamente una posta cubana ha terminado entre las tres primeras, y de ese bronce conseguido en Roma por Leandro Peñalver, Agustín Pavó, Roberto Hernández y Lázaro Martínez (4x400 metros) han pasado 32 años.