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De tal padre, tal deportista

Dicen que hijo de gato caza ratón. Esto como en otras esferas de la vida es también aplicable al deporte, en el que muchos de sus exponentes han logrado heredar el talento de los padres, llegando incluso a superarlos

Autor:

Osvaldo Rojas Garay

Dicen que hijo de gato caza ratón. Esto como en otras esferas de la vida es también aplicable al deporte, en el que muchos de sus exponentes han logrado heredar el talento de los padres, llegando incluso a superarlos.

Otros han tenido similares éxitos al de sus progenitores y en algunos casos la barrera impuesta por los padres ha sido infranqueable para sus descendientes.

Años atrás sostuve una conversación con el gran jonronero Pedro José Rodríguez Jiménez, «Cheíto» cuando su hijo de igual nombre amenazaba la marca de cuadrangulares que él había establecido para un novato en la campaña de 1974, al largar 11 batazos de cuatro esquinas.

«El muchacho se ha detenido, creo que ya no podrá superarte», le comenté. «Pues pienso distinto, hemos sacado algunas cuentas y está en condiciones de conectar unos 16 cuadrangulares», me contestó quien fuera denominado por el genial Bobby Salamanca como el Señor Jonrón.

Finalmente se cumplió la profecía del Cheo. Su vástago despidió 15 pelotas del parque en la temporada 2000-2001 y estableció una primacía que más tarde sería rota por Kendry Morales, con 21. En esa justa la entonces promesa de la pelota cienfueguera acaparó la distinción de Novato del Año, al igual que su papá en la contienda de 1974.

Pedro Orlando y su hijo Rudy Reyes lograron titularse campeones del orbe en disciplinas diferentes. El primero fue un excelente púgil de los 51 kilos, que reinó en Reno-1986, y en el 2005 Rudy formó parte de la selección criolla de béisbol que conquistó su último título mundial en Holanda.

El zurdo de Vueltas, Aniceto Montes de Oca, tuvo la inmensa alegría de que su vástago Eliécer —monarca olímpico en Atlanta 1996— naciera el 28 de marzo de 1971, justamente el día en que festejó con Azucareros la conquista del título de la 10ma. Serie Nacional.

Para más coincidencia, tanto uno como el otro se proclamaron en tres ocasiones campeones en nuestro béisbol. Aniceto con los mencionados Azucareros en las contiendas de 1968-1969, 1971 y 1972, y Eliécer fue uno de los pilares desde la lomita en la seguidilla de cetros del conjunto de Villa Clara en los certámenes de 1992-1993, 1993-1994 y 1994-1995. Además, a su paso por las series nacionales cada uno tiró 22 lechadas.

El desaparecido Pedro Chappé resultó uno de los baluartes en el histórico metal de bronce olímpico obtenido por el equipo de baloncesto en Múnich-1972. Dieciocho años más tarde experimentó una de las emociones más fuertes de su vida cuando vio a Taimí Chappé escalar el sitio más alto del podio de premiaciones en la modalidad de espada en el campeonato mundial de esgrima de 1990.

Algunos padres han sentido la dicha de compartir junto a sus hijos un gran éxito. Esto le sucedió a Carlos de Cárdenas Culmell cuando con su retoño Carlos de Cárdenas Pla a bordo del Kurush III consiguieron medalla de plata en Londres-1948, la única presea de la Mayor de las Antillas en las competencias de velas en la máxima confrontación deportiva.

Cuando a finales de la década de los 80 presencié a menudo en el estadio Sandino aquella escena de Rafael Orlando Acebey tirándole pelotas a su pequeño Orlando, jamás pasó por mi mente la idea de que un día ambos protagonizarían un hecho sin precedentes en las series nacionales, al jugar juntos el 23 de noviembre de 2003 contra Industriales en la inauguración de la temporada de pelota de 2003-2004.

Transcurrido más de medio siglo de nuestros clásicos beisboleros ya comenzaron a aparecer los nietos de jugadores que intervinieron en las porfías iniciales. Esto ocurrió por primera vez en la versión de 2004-2005, con el debut del lanzador de la Isla de la Juventud, Israel Soto, hijo de Roberto Soto, que actuó en siete campañas, y nieto de Cecilio Soto, quien disfrutó de dos coronas con Industriales en las porfías de 1963 y 1964 y posteriormente trabajó con Occidentales en la lid de 1966-67.

En la lid de 2005-2006 debutó con Metropolitanos el receptor Lisbán Correa Sánchez, hijo de Iván Correa —líder jonronero en el campeonato de 1999-2000— y nieto de Erol Correa, quien a partir de la temporada de 1967-68 actuó en diez series con los equipos orientales.

Al igual que Lisbán Correa, en el torneo de 2005-2006 se estrenó el avileño Raúl González Isidoria, quien ha llegado a integrar el equipo Cuba. Su padre, Raúl González Mora, vistió el traje de los Tigres durante 12 certámenes, y su abuelo, Raúl González Gómez, apenas incursionó en una serie nacional.

Como detalle curioso vale apuntar que los Soto prefirieron la lomita de lanzar, los Correa la receptoría; sin embargo, en el caso de los González, todos llamados Raúl, los dos mayores defendieron los jardines y el que se encuentra en activo se desempeña en el cuadro.

El boxeador Pedro Orlando Reyes (a la izquierda en la primera foto) y Rudy Reyes, pelotero de Industriales, han sido una pareja de padre e hijo campeones mundiales en sus respectivos deportes. Fotos: Juan Moreno

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