Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Perdieron para todos, para mí ganaron

En un cerrado encuentro Cuba cayó 64-65 ante Estados Unidos en la semifinal femenina del baloncesto panamericano

Autor:

Norland Rosendo

TORONTO.‒ Por vez primera me he quedado aquí más de 15 minutos sin saber cómo empezar un texto. He escrito par de líneas y las he borrado. He vuelto, y lo mismo. Quiero decir que ganaron. Me resisto a creer que las chicas del baloncesto perdieron en la semifinal. Ellas que tanto han entrenado, que tan disciplinadas son. Ellas que, más que un equipo, conforman una familia, con papá Zabala incluido.

Un juego lo pierde cualquiera; es más, las estadounidenses salían como las favoritas; habían concluido invictas en su grupo eliminatorio. Las cubanas no, las anfitrionas se les habían atravesado en el camino.

Pero este no fue un juego cualquiera. Las niñas de Alberto Zabala salieron como marianas. Con carácter, con actitud. Llegaron a tener ventaja de 11 cartones cuando terminó la primera mitad. Ineidis Casanova era más que una base organizadora, la muchacha de Santiago de Cuba no se agotaba. Ni un respiro en el banco le pudieron dar, porque el marcador no lo permitía. Felina, rauda, iba por toda la cancha. Cerebro y corazón a la vez. Perdonables los desaciertos, los pases que le interceptaron. Ella era Cuba.

Vino el tercer cuarto, diez minutos que decidieron la suerte del duelo. Las estadounidenses se acercaron en el marcador. El árbitro «hizo sus canastas» también. Y no es para justificar el revés, pero ni las cubanas cometieron tantas faltas como él vio, ni las rivales jugaron tan limpio. Hay pitazos que desconciertan. Pitazos alevosos.

Llegó el último parcial. Un cachumbambé en la pizarra. En las gradas, no pocos tuvieron que pararse. Seguía siendo Ineidis. Con más cubanía que fuerzas. Con el linaje espartano de las santiagueras a cuestas.

El último minuto duró como una hora. Casi todo el partido cupo en él. Iba a sonar la campana. Una canasta y Cuba triunfaba. Una chica de Zabala perdió el balón. No importa su nombre, para qué. Eso pasa en el deporte. A lo mejor ni hubiera habido tiro, o no hubiera entrado. Cuba cayó. Solo un punto de diferencia (64-65). Reconforta que no se entregaron. Que estiraron sus fuerzas. Cuando se pierde así, se gana.

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