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Boda de oro y de plata a la vez

A Adriel le habían vaticinado una presea de plata; a Marina, en el mejor de los casos, un bronce. Pero ni lo uno ni lo otro. Él fue campeón y ella submonarca

Autor:

Norland Rosendo

TORONTO.— Se piensan casar cuando regresen de Toronto. Pero será formal, porque el verdadero matrimonio de los pesistas Adriel la O (77 kg) y Marina Rodríguez (63) ocurrió en esta ciudad. La noche que dieron un paso más alto del que se suponía en el podio de premiaciones.

Hace cinco meses que son novios. Hace muchos años, sin embargo, que soñaban con un una jornada como la vivida el lunes.

Fue fortuito que les tocara competir el mismo día. Era un augurio de lo que podría suceder. Dicen ambos que desde la noche antes algo les decía que iba a pasar un hecho inédito, grande.

A Adriel le habían vaticinado una presea de plata; a Marina, en el mejor de los casos, un bronce. Pero ni lo uno ni lo otro. Él fue campeón y ella submonarca, en su caso, la primera medalla de una pesista cubana en Juegos Panamericanos. JR logró conversar con Adriel.

—Cuéntame de esa noche, ¿cómo fue?

—Primero competí yo, ella entró al cuarto de entrenamiento y me dijo: hoy es el día, tenemos que hacerlo bien. Y nos dimos un beso. Yo la sentía todo el tiempo dándome ánimos desde las gradas.

Cuando le gané al venezolano, que era el favorito, fue corriendo a abrazarme y me dijo «¡Viste que sí se podía!». Y yo le contesté, ahora te toca a ti. Demuestra que eres grande.

—¿Y te quedaste para verla competir?, porque me han dicho que casi nunca lo haces.

—Hice una excepción. A mí no me gusta verla porque me pongo nervioso. Pero esta vez sí. No lo podía creer, Marina estaba en noche de gracia. En el mismo momento en que se confirmó que era la subcampeona, me tocó a mí salir hecho una flecha para donde estaba ella. Nos dimos el beso más grande de nuestra relación.

—Sé que cuando eras pequeño y anunciaste que serías pesista, no pocos te sugirieron en tu pueblo natal, San Luis (Santiago de Cuba), que cambiaras de deporte. ¿Qué les dices ahora?

—Menos mal que yo fui cabeciduro, que no les hice caso y seguí levantando pesas. Aquí está el premio a tanto sacrificio. Esta medalla es la mejor respuesta. La voy a disfrutar también con mi familia y amistades cuando regrese; espérenme en los carnavales de Santiago.

—Supongo que ahora los dos sueñen con las Olimpiadas de Río de Janeiro...

—Esa es la meta de ambos. ¿Te imaginas juntos los dos allí? Ya el hecho de participar sería como una medalla para nosotros, pero hay que entrenar fuerte, todos los días y competir bien.

—Y la boda, ¿es cierto que será pronto?

—Ya lo que nos falta es firmar los papeles y hacernos la foto, porque nosotros nos casamos el lunes por la noche, cuando los dos subimos al podio panamericano.

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