El Gran Maestro (GM) cubano Leinier Domínguez. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
Aun cuando este martes se luchó a brazo partido en dos de las tres partidas del grupo Élite correspondiente a la 48 edición del Memorial Capablanca de Ajedrez, la sangre todavía no llega al río y ninguno de los favoritos ha podido picar el cake de las victorias.
Así, tras dos jornadas competitivas sin mucho para contar y menos para emocionarse, el certamen transcurrió como una malograda versión de esa famosa novela del genio León Tolstoi, donde de guerra solo hubo promesas, y de paz mucho para tantas expectativas.
Como les cuento, todo quedó en amenazas y nada de punzonazos que ayuden en los vaticinios. Leinier Domínguez (2723), de blanco, y el ruso Ernesto Inarkiev (2688) dividieron en 74 «caricias» de una apertura Española, en la que, por un momento, parecía que el mejor ajedrecista latinoamericano de la actualidad inclinaba la balanza a su favor.
Mientras, Yuniesky Quesada (2608) y el húngaro Zoltan Almasi (2689) se fueron a descansar sin derramamientos de sangre después de 77 lances de una Ruy López, en la que el cubano contó con la gracia del primer movimiento. En duelo de extranjeros, el indio Pentala Harikrishna (2705), manejando trebejos claros, y el incisivo ruso Dmitry Andreikin (2727) tampoco fueron muy violentos sobre el tablero —demasiado amigables para mi gusto y el de los aficionados presentes—, por lo que estrecharon sus manos tras una charla de apenas 22 palabras en lenguaje siciliano, variante Paulsen.
Ahora, los seis integrantes del apartado de honor amasan una raya, a la espera de un vuelco del destino para los capítulos entrantes. Al cierre de la presente edición todavía se actualizaban las planillas del grupo Premier, así como las del Abierto I y II, por lo que desconocíamos los resultados en cuestión.
Un domingo tranquilo
En la ronda inaugural tampoco hubo mucho alboroto, y salvo una sonrisa en el segundo apartado más importante y la repentina pero agradable incursión —con triunfo incluido, claro está— del GM cubano Lázaro Bruzón a última hora en el Abierto I, la historia aconteció en calma y sin grandes sustos.
En la llave de mayor rango, Domínguez condujo piezas negras e igualó con Almasi en 37 movimientos de una apertura Inglesa. Quesada llevó figuras claras y firmó el armisticio con Harikrishna luego de 35 lances de una defensa Siciliana, variante Najdorf. Tras 44 pasos, igualmente por los caminos de otra Siciliana, acordaron la paz Inarkiev y Andreikin.
Les cuento que lo de Bruzón no fue antojo ni corre corre, pues ante la inesperada posposición del Zonal 2.3 al que tenía previsto asistir para luchar por un tique rumbo a la venidera Copa Mundial, decidió aprovechar la oportunidad y mantener calientes sus neuronas, aun cuando ya no quedara tiempo para colarse en el Élite.