Es necesario rescatar la práctica de todos los deportes posibles a este nivel elemental, pues de la masividad es de donde surgen los campeones Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
Transcurridos 48 noviembres desde la creación de los primeros Consejos Voluntarios Deportivos, por parte del Comandante en Jefe Fidel Castro en 1961, arribamos este jueves a una nueva jornada nacional de la Cultura Física y el Deporte.
Aquella fecha, quizá para muchos lejana en la memoria, fue cuando por vez primera el pueblo cubano practicó a sus anchas cualquier actividad física, en consecuencia con el principio del deporte como derecho del pueblo.
Desde entonces, el deporte en Cuba comenzó a despertar pasiones y trajo incontables alegrías hasta el presente. Hoy tenemos más de 700 000 atletas potenciales, cuyas edades oscilan entre los cinco y los nueve años. De ahí saldrán nuestros representantes en los Juegos Olímpicos del año 2028.
Pero están diseminados en todas las escuelas primarias del país y debemos identificarlos. Aunque es vital mejorar las atenciones para los atletas juveniles y de alto rendimiento, no se pude negar que es imposible construir un sólido edificio donde los cimientos sean endebles.
Por eso es tan necesario el rescate de cada área deportiva, el cuidado de cada implemento, y la superación constante de los profesionales vinculados a esta actividad. No basta —y así lo demostró la recién finalizada Convención Internacional de Actividad Física y Deportes—, con realizar la Educación Física reglamentaria de acuerdo con el plan de clases.
Es necesario rescatar la práctica de todos los deportes posibles a este nivel elemental, pues de la masividad es de donde surgen los campeones.
Quien suscribe este artículo practicó en la niñez deportes como el béisbol y el voleibol, sin contar algunos intentos infructuosos en la natación.
Cada inicio de curso esperábamos con ansiedad la aparición de los «profes» deportivos con el sueño de vernos algún día convertidos en Juantorena, Stevenson o Kindelán. Y tras seleccionar nuestro deporte, salíamos en tromba hacia las diversas instalaciones al término de la jornada docente, prestos a dedicar nuestras fuerzas de infantes para creernos campeones olímpicos.
Sin embargo, muchas veces esta nueva generación se limita a las horas obligatorias de Educación Física, y los niños no «se apuntan» en ningún deporte en su área comunitaria más cercana, ocupada en ocasiones por aquellos que deciden por su cuenta estirar un poco los músculos. ¿Dónde están aquellos profes?
Ya sé que no contamos con los mismos recursos de mis años primarios, pero tampoco podemos sentarnos a esperar el día en que tengamos de nuevo aquellos implementos de hace dos décadas.
En un mundo donde el deporte pasó de ser práctica física a una pirotécnica actividad comercial, el presente exige respuestas rápidas e inteligentes.
Contemos con lo que tengamos a mano. No creo que sea tan difícil lograrlo.
Basta con recordar a esos que desembarcaron con el Cerro Pelado en 1966, sin quitarse el salitre del camino, y dieron una lección de maestría deportiva.