Manuel del Socorro Rodríguez
Amigos rebeldes:
Quisiera que me prestaran palabras. Porque hoy, mirando las imágenes de la concentración en Bayamo y los acontecimientos de Holguín, uno siente que todos los verbos del diccionario propio languidecen, se estropean, se anulan… superados por la aplastante realidad.
Por acá amaneció radiante pero al filo del mediodía se nubló, tronó y hubo lágrimas de San Pedro, como decimos en el Caimán. Ese clima de contrastes nos restó la movilidad acostumbrada, aunque estuvimos en varios escenarios de competencias, en los que ya comienza a hablarse con otro lenguaje de la posible tabla final por naciones.
«Lo más importante es que nuestro país concluirá los juegos acortando la distancia respecto a Cuba. Nos llevarán entre 10 o 20 medallas», comentó orgulloso el periodista azteca Edgar Mendoza, de la emisora Radio Centro.
No dejan de ser pronósticos optimistas. Los mexicanos están muy esperanzados —quizá demasiado— en el taekwondo, el nado sincronizado, el boliche y «algunas pruebas del atletismo».
Y ya que toco esa especialidad, les envío un dato histórico relacionado con nuestras dos naciones: antes de los XX Juegos Centroamericanos y del Caribe la Mayor de las Antillas acumulaba en las pruebas de campo y pista 617 preseas (265 doradas) y la tierra de los mariachis 369 (119 de oro).
También aprovecho estas líneas apuradas para sorprenderlos con unas notas que vinculan a Colombia con Bayamo, donde celebraron enardecidos el 26. Resulta que el padre del periodismo en esta nación es un hijo de aquella ciudad oriental llamado Manuel del Socorro Rodríguez. Por cierto, así se nombran al menos dos escuelas distritales y la Hemeroteca Nacional, ubicadas en Bogotá.
Socorro nació el 3 de abril de 1758; temprano se vio huérfano y hubo de dedicarse a la carpintería para ayudar a la familia. Gran autodidacta, viajó a Colombia a los 32 años. Aquí se le encomendó la labor de ser bibliotecario público de la principal institución de lectura del país. El 9 de febrero de 1791 fundó el primer periódico de la nación (Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá) y años después creó el Redactor de América.
En el pionero de los órganos de prensa de Colombia dejaron su firma varios de los próceres americanos, incluyendo a Antonio Nariño y Francisco José de Caldas. Y el bayamés enseñó en esas páginas su veta antiesclavista y anticolonialista. Murió en almohada de roca, muy pobre, en la propia biblioteca nacional, el 3 de junio de 1819.
Con esta referencia sanguínea me despido.
Ahí va mi abrazo de todos los días,
Osviel Castro Medel